© Gamers VS Vloggers ↪elrubius

9. Y más confesiones...

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He aquí otro capitulillo. Este me ha salido más larguito que el anterior, así que, bueno, más hay para leer. :)

Si os está aburriendo, no os preocupéis que os aseguro que dentro de poco vendrá el salseo.

¡Disfrutad del capi! :D

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Me despedí de Rubius y entré a mi habitación. Las chicas ya se estaban cambiando la ropa que llevaban antes, a un pijama. Yo hice lo mismo, y saqué un pijama de verano muy kawaii.

—Me parece genial que Rubius y tú estéis saliendo —confesó Laura.

Yo le sonreí y me sonrojé muy poco.

—La verdad es que hacéis muy buena pareja -dijo Lili mientras salía del cuarto de baño cepillándose los dientes.

—¿Cómo te pidió salir? —preguntó Sarinha.

—Pues... estábamos en el monte que se ve a lo lejos, y cuando ya nos íbamos a ir, me lo pidió. Fue muy romántico con el atardecer, la naturaleza, algunos pájaros cantando...

—¡Oooh! -Laura ponía cara de estar muriendo de ternura.

—Y hablando de chicos, Lili quiero que se lo cuentes a Laura y a Sarinha —dije.

—¿Nos ocultas algo? —volvió a preguntar Sarinha.

A ver, no es ocultar, es que... me gusta Samuel -dijo secándose la boca con una toalla, ya que antes se estuvo cepillando los dientes.

—WHAT?! ¿Samuel? ¡¿Vegetta?!

—Sí -asintió sonriendo tímidamente—.

—Se os ve tan mono a los dos... ¿Pero sabes si le gustas?

—Sí, bueno, yo al menos lo noto.

—Se le nota a la legua.

—Lo malo es que no me ha pedido salir ni se ha declarado.

—Todo a su tiempo, Lili —la tranquilizó Sarinha.

—¿Y Laura?

—¿Qué?

—¿Quién te mola?

—¡¿Qué?! Nadie.

—¡Oh! ¡Venga ya!

—Antes defendiste mucho a Panda...

—Y después bailaste con él la lenta...

—Eso es porque aparte de él, quedaban Abraham, Álex, Miguel y Frank, y no me iba a poner con ninguno de ellos.

—¿Y por qué no? Si son majísimos todos.

—¡Ay! Que no.

—Venga ya, Laura. Admítelo. Admite que te gusta y ya está —Laura suspiró.

—Sí, vale, me atrae un poco David -dijo con una sonrisilla.

—¡Oooh! -gritamos Lili y yo de ilusión.

Entonces, Laura, Lili y yo miramos fijamente a Sarinha, la cual se dio cuenta al momento.

—¡Eh, eh, eh! ¿A qué vienen esas miradas tan penetrantes?

—¿Qué nos tienes que contar, Sarinha? -dije mientras me sentaba en el borde de la cama en la que estaba ella tumbada.

—¿De qué hablas?