Capítulo 6

59.4K 4.7K 405
                                    

Se sabe bien que no lidio con la soledad y menos en la intemperie. No tengo cobertura, así que he descartado llamadas y mensajes. Sé que solo han pasado diez minutos, pero cada vez me inquieta estar sola, en medio de un bosque con vibras extrañas y un caballo que apenas... se mueve o me mira.

—Bueno... —Dirijo una mirada a Tarih—. ¿Estás cansado? Yo estoy por echarme en el suelo.

Lo único que hace es sacudir la cola. No sé cómo interpretarlo, no conozco el lenguaje de los caballos.

—Ay, Malkolm...—Suspiro avergonzada de ser consciente de lo que estoy haciendo—. Vuelve ya, estoy empezando hablar con un caballo.

Soporto un sonido, es parecido a un pitido intenso en el oído. Antes de tratar de calmarlo, desaparece, pero me siento extraña. Evidentemente, no le doy importancia a cosas que nos pasan a todos. Tarik, que hasta el momento no se había movido salvo para estirarse a comer un brote de hierba que se salvó del frío, lo hace con plena libertad. Hago uso de las riendas, pero se resiste y hay que recordar que el caballo es un mamut y yo no soy su dueña.
Conclusión: salgo perdiendo.

—¡Tarik! ¿Se puede saber a dónde vas?—Sigo hablando con el caballo porque no sé qué otra cosa hacer. Y aunque parezca aún más loco, prefiero seguirlo que estar sola a que se enfade Malkolm por dejar ir a su caballo. Procuro dejar rastro con huellas.

Miro de nuevo el recorrido dejado atrás con la esperanza de que aparezca Malkolm.

Sé que le estoy haciendo una putada.

Devuelta, me concentro en perseguir al caballo y recuperar las riendas.

Espera.

Me detengo mientras mis pestañas rozan mis mejillas para aclarar la vista. Una persona está plantada en medio del camino. Apuesto que es una chica, con ese cabello tan largo y estatura mediana como la mía. El blanco resplandece por su vestido y el dorado por su pelo. Lo primero que pienso es si es un fantasma o una chica con hipotermia que ha escapado de un centro médico.

—¿Hola?

No me contesta y debía haberme oído. Al contrario de lo que hace Tarik, decido reservarme en mi sitio porque sigo el consejo de mi instinto de desconfiar, por más inocente que aparente ser la joven. Ella acaricia el caballo una vez este se frota en su hombro.

—Vaya, parece que le caes bien —Sonrío nerviosa y fingiendo ser una experta en caballos.

Ella desliza los labios formando una sonrisa elegante. Sus ojos son claros, aunque aún no puedo determinar su color.

—Me llamo Sarah —Decido arriesgarme a tomar la iniciativa en esta presentación.

—Es un placer conocerte, Sarah.

Sus dedos se enredan en la cabellera oscura del animal.

—Me llamo Daiah.

Otra vez ese pitido en el oído.

—Bueno, Daiah, debo llevarme al caballo antes de que su dueño se enfade conmigo.

Ella no se opone, pero el caballo sigue rebelde, por más que tiro de las riendas, más se hunden mis botas en la tierra húmeda. Suelto un gruñido desesperante.

—Ay, Tarik, pareces un crío malcriado.

—Le atrae mi presencia como una abeja a una flor.

Ya veo.

Lo repaso a fondo, ahora que la distancia es menor. Su vestido se asemeja a una túnica sin mangas y es extensa, rozando suavemente la tierra, y a pesar de ello, no hay huella de suciedad. Es lo impoluto en su imagen humana.

El alma del lobo (Completo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora