Capítulo 13 parte 2

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De niña, cuando empezaba a conocer a mi tía, preguntaba de vez en cuando por mi padre y el motivo de sus crueles acciones

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De niña, cuando empezaba a conocer a mi tía, preguntaba de vez en cuando por mi padre y el motivo de sus crueles acciones.

Susan Adeline intentaba explicármelo con las palabras más fáciles de tratar a mi tierna edad. Me hablaba bastante de su infancia con él. Decía que fue un niño difícil de comprender y por ello, sus habilidades sociales quedaban reducidas mientras que en otras sobrepasaba como los deportes. Cuando sus padres lo mandaron a una academia privada, él cambió a un joven más frío y hasta cínico. Y cuando se independizó, cortó contacto con su familia. Mi tía dijo que volvió a verlo años después, en unas Navidades y más tarde, en su boda. Creía que había cambiado y que tenía la oportunidad de recuperar la relación de su hermano. Y sí, en un tiempo se cumplió tal deseo. Sin embargo, Steven se fue de Escocia sin dar muchos detalles a su hermana como era común. También se acostumbró a sus idas y vueltas. Llegó a recibir la noticia de que vivía en un pueblo pesquero en el sur de Grecia. Susan decidió ir, así también se alejaba de los problemas que había conllevado su reciente divorcio. Conoció a mi madre, una de las hijas del jefe de un hostal de aquel pueblo. Recordaba la cara de su hermano al ser presentado por su prometida que había enlazado una sólida amistad con mi tía.

Y en cada final de cada relato, los labios de Susan dejaban de sostener una sonrisa nostálgica a crear un silencio incómodo.

No sé qué más pasó en la última visita para repudiar a su hermano y negarse de volver verlo, pues nunca deseó hacérmelo saber y las cartas a mi madre tampoco dan constancia de los hechos, aunque ciertas ideas tengo y es evidente quién es el culpable.

El agua caliente de la ducha aterriza sobre mis hombros, sonrojando la piel por el calor y aún así, puedo sentir ese crudo frío marcándome hasta mi alma. Hace rato que vi las corrientes llevarse los restos de sangre al sumidero. Salí de la casa con ropa nueva, la cara limpia como mis manos, como si nada hubiera pasado. Me convenció de dormir en un hotel que en el apartamento de mi amiga donde ahora no vivía temporalmente. Me tomo una buena parte del tiempo en el baño... quizás una hora. Tampoco es que le dé importancia. Mi mundo se reduce en una oscuridad infinita y un cuerpo rojo, de sangre, que el agua ni nada puede quitar.

Y como antes de entrar a la ducha, no puedo evitar observar mi reflejo en el espejo. Mis dedos registran el contorno de mi cuello, buscando un rastro de marca, o una invisible que al menos me deje sentir dolor, cualquiera de las secuelas de intento de asfixia, los golpes, los forcejeos... O el apuñalamiento mortal en mi abdomen.

Estoy igual a como me desperté esta mañana, como si no hubiera sido víctima de maltrato e intento de asesinato.

Decido salir con el albornoz del hotel, con el pelo libre y húmedo sin enrollar en una toalla como tengo de costumbre. Me siento en la cama doble, el lugar más cercano donde sentarme de la lujosa suite. Mis ojos se desviaron de mis pies desnudos a Malkolm que se acerca para dejarme una de las mudas de ropa traídas de mi casa. La recojo y la abrazo contra mi pecho sin soltar palabra alguna.

El alma del lobo (Completo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora