Capítulo 5

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Cuesta creer dónde me encuentro tras abrir los ojos

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Cuesta creer dónde me encuentro tras abrir los ojos. Me estiro con un suspiro de placer entre las blancas y tersas sábanas, con toda la calma del mundo, sin un despertador sonando y sin pensar que tendría miedo de pisar la calle por encontrarme a mi padre... Todas mis necesidades están cubiertas como prometió Malkolm.

Entonces los recuerdos de anoche aparecen en mi mente como un destello de luz: La nata sobre el mentón, su mano sobre la mía, yo sobre él en el sofá, tocándome, la propuesta de Malkolm a una relación sin compromiso y verlo volver del bosque en extrañas condiciones.

Recorro toda la habitación hasta la puerta de fondo, donde está el baño. Tal como pensé anoche, el baño es agradable a la vista y espacioso. Abro el grifo bañado en un dorado oxidado. El agua fría me deja un poco atorada mentalmente, pero termina por espabilarme como quería. Unos minutos después, escucho el manillar de la puerta. Echo un ojo antes de pensar en salir del baño. Lo primero que detallo es un moño castaño, unos hombros firmes como si usara un corsé de tiras bajo el uniforme de empleada: camisa larga y por encima un vestido negro estrecho de cintura, pero suelto y cortado a las pantorrillas. La reconozco. La chica tímida que sirvió mi café en el Gran Salón. El olor a desayuno perfuma la estancia; una bandeja con una alta taza de café y unas tostadas, junto a pequeños tarros, uno del color de la mantequilla y otro a mermelada de fresa o un fruto rojo.

—Muchas gracias. ¿Cuál es su nombre?

La chica hace un gesto de manos a su garganta y luego, una negación el dedo índice. Parpadeo confundida. Ella suspira resignada tras esperar que lo adivinara en ese tensos segundos. Del bolsillo de su delantal, saca un pequeño blog de notas y un lápiz, empieza a escribir con presura y de verla, entendí parte del motivo.

Me entrega la nota y yo la leo en alto:

—"Me llamo Bleire y es un placer ayudarla señorita Táelis. Le he traído su desayuno como me dijo el señor que se disculpa de no acompañarla. Si necesita algo más, estoy aquí para atenderla" —Bajo la nota y la observo con una sonrisa más abierta—. Encantada, Bleire. Y puedes dirigirte a mí por mi nombre —Me fijo en el repetitivo modo gestual sin expresar palabra y pregunto—: ¿Estás bien de la garganta? De pequeña me enfermaba de las cuerdas vocales y me obligaban a no hablar. Justo tengo unas pastillas en el bolso que me iban genial para la irritación.

Ella niega en un perfecto rodeo hasta que lo adivino demasiado tarde para repararlo y rebajar mi vergüenza:

—Eres muda.

Lo afirma, y por la tranquilidad que transmite, hace tiempo que lo tiene aceptado en su vida, puede que desde su nacimiento.

—Perdón. Dios, lo siento mucho. Qué cortita soy...

Alza una mano con gesto indiferente mientras sonríe restando mi sonrojo. Hallo un atractivo sello de un lunar en el rabillo de su ojo izquierdo. Alabo la curvatura de su cara y las cejas acentuadas. Labios delgados y una cara en forma de manzana.

El alma del lobo (Completo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora