Capítulo 15

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En algún momento y para mi gran sorpresa, caí de nuevo dormida después de despertar de ese extraño y turbio sueño que me dejó un malestar en mi cuerpo como una gripe estacional

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En algún momento y para mi gran sorpresa, caí de nuevo dormida después de despertar de ese extraño y turbio sueño que me dejó un malestar en mi cuerpo como una gripe estacional. Esos ojos rojos me persiguieron en cada cierre de párpados durante un buen rato. Yo estaba sola en la cama cuando pasó, con una tímida luz prendida en la mesa de noche y encogida como un cachorro sin la compañía de Malkolm. Había mirado varias veces mi móvil cargándose en la mesa, deseando cogerlo y llamarlo para escuchar su voz diciéndome que pronto volvería. No lo hice, no quería cubrir esta necesidad dependiente, tenía que lidiar estas cosas por mí sola.

Pero ahora Malkolm está detrás de mí en esta segunda interrupción de sueño. Lo siento tanto contra mí... ese calor desbordante, esa textura desnuda y rígida, ese aroma a hierba y terroso, como si naciera en un bosque y lo llevara consigo a todas partes... esos detalles parecen pequeños, pero son superiores para mí. Su brazo rodea mi estómago, apegándome a su parte superior, con poca posibilidad de escape. Pero la verdad es que no pensaría escapar de él. Malkolm hace que cada momento sea como el primero. Me gustaría observar su rostro durmiente, pero tampoco quiero romper este íntimo lazo corporal ni despertarlo porque sé que su sueño es ligero, más que él mío. Él se merece descansar después de pasarse medio día fuera.

«A saber qué haría que aplazaba su llegada». Pensé con esa mosca tras mi oreja. Sacudo inconsciente mi cabeza frustrada por ese pensamiento.

Un gruñido me abre los ojos.

—Tierna...—murmura Malkolm, con voz profunda, mientras su cuerpo se arquea hacia adelante, haciéndome conocer que aun puede adaptarse al mío por detrás, mucho, pero que mucho más.

Me esfuerzo en pensar en cosas frías e inocentes al adivinar de qué se trataba la dura protuberancia tras mi trasero. Maldita sea, tiene que estar excitado y pegado a mí de esa manera, no de otra forma. Pero, ¿qué está soñando? Porque tiene que estar soñando, no me explico otra forma con murmuraciones inteligibles y sus movimientos perezosos. Espera, mejor no lo quiero saber. No creo que saliera ilesa de eso y pudiera dormir después.

Mi cabello está esparcido por encima de la almohada, por eso puedo sentir su aliento haciéndome cosquillas en la nuca. Llega un momento que se queda inmóvil y su voz se apaga a retazos. Suspiro con el corazón agitado. Trato de volver al sueño, agarrarme bien como lo hace Malkolm en mi abdomen.

No creo que durara ni dos minutos cuando vuelve a pasar.

Su mano en mi estómago serpentea en direcciones opuestas sobre mi blusa de dormir, arrugándola hasta arremolinarse en mi cintura. Pero, lo que me arranca un gemido en mis labios, un cosquillo intenso que abarca mi parte inferior y me estremece, es un lengüetazo en mi cuello descubierto. Luego, para empeorar, hace un contoneo de sus caderas para calmar su erección donde también me arranca otro gemido más audible.

—Dulce... —ronronea como un felino buscando afecto.

Ya, me queda claro que soy la protagonista de su sueño calenturiento. Parece que describe a una gominola. Me siento halagada y a la vez avergonzada.

El alma del lobo (Completo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora