Capítulo 24

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—¡No hay otra opción! —le grité Scott.— ¡Quiero ayudar!

—Skylar. Tú no sabes lo que es ser un hombre lobo. Podrías morir, quizás tu cuerpo no lo aguanta.

—Pero al menos no sería inútil.

—¡Saca la maldita idea de tu cabeza! No te entregarás. —ordenó. Abrí la boca para gritarle, pero alguien se nos acercó murmurando.

—¿Pueden dejar de gritar? —cerré la boca y me crucé de brazos mirando a Peter.— Bien, ahora, ¿Dónde está Isaac? Necesitamos hacer esto de una vez por todas.

—¿Qué? ¿Qué van a hacer?

—Necesito ver dentro de su cabeza, qué fue lo que pasó esa noche, cuando fue a rescatar a Erica y Boyd. —explicó. Fruncí el ceño.

—¿Cómo harás eso? —pregunté.

—Ya verás, preciosa. Dime dónde está Isaac. —hice una expresión de asco por el apodo que me dio, mientras Isaac salía de mi habitación.

—¿Quién me busca? —preguntó y luego miró a Peter.— Oh, cierto. No lo haré sin Derek presente. —aclaró. Peter bufó y bajó las escaleras.— ¿Soy el único que detesta a Peter?

—No. —dijimos al unísono Scott y yo.

—¡Estoy débil y perdí un poco mi fuerza, pero sigo escuchando todo con mi oído! —gritó Peter desde la cocina, supongo, por el ruido del refrigerador cerrándose.

—Llamaré a Derek. —susurró Scott. Asentí y entré a mi habitación, con Isaac detrás cerrando la puerta. Se sentó en la cama junto a mi y miró sus manos con culpabilidad.

—No debí haberte contado, ahora te entregarás porque quieres salvar a todos, como siempre. Pero no quiero perderte, por favor no vayas. —pidió lo último levantando la cabeza y mirando mis ojos.

—Isaac... —se levantó sin dejarme terminar de hablar y me abrazó.

—Por favor. Te necesito. —susurró en mi oído. Me separé y tomé sus mejillas, besándolo. Él rodeó mi cintura con sus manos y me subió a sus caderas. Caminó hasta chocar con un mueble, me sentó allí y se colocó entre mis piernas. Siguió besándome, recorriendo mi cuerpo con sus manos. Levantó un poco mi camiseta y reí.

—De-detente. —tartamudeé. Él comenzó a hacerme cosquillas y yo no paraba de reír.

—¿Quieres que me detenga? ¿Eh? —preguntó y asentí rápidamente. Él alejó sus manos y empezó a dejar besos en mi cuello. Cuando apoyó sus manos por debajo de mi camiseta en mi cintura, solté una risita.

—Lo siento, piel sensible.

—Eres tan adorable. Pero tan ardiente al mismo tiempo que no sé si apretarte las mejillas y llenarte la cara de besos o quitarte la ropa y hacer otra cosa. —susurró mirándome con sus ojos llenos de lujuria. Solté una carcajada y le di un empujoncito en el hombro, sonrojada.

—Idiota. Mi idiota. —sonreí rodeando su cuello con mis manos. Me bajé del mueble y me paré en sus zapatillas. Él sonrió y escondió su cabeza en mi cuello. Nos abrazamos un largo tiempo, hasta que Stiles nos interrumpió entrando a la habitación.

—¡Abrazo grupal! —gritó cuando nos vio. Se acercó y nos abrazó.

—Hay momentos en los que creo que tienes un serio problema mental, Stiles. —bufé empujándolo. Él hizo un puchero y se cruzó de brazos.

—Ya no me prestas atención. Siempre estás con él. —se quejó. Imité su puchero y abrí mis brazos, él se acercó rápidamente, recibiendo el abrazo. Hice lo mismo que con Isaac, me subí a sus zapatillas, para quedar a la misma altura. O bueno, algo así.— No quiero perderte, enana.

«Only you» Isaac Lahey (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora