Capítulo 18

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Luego de tres horas de viaje cargadas de risa y música, Isaac desvió el auto de la carretera hacia un camino que se sumergía en un bosque.

—No. Ni lo pienses. Si se trata del bosque no me bajaré del auto. —dije apretando el asiento con mis manos.

—Tienes que superar ese miedo que tienes, así que vamos a acampar aquí. Además, no estamos en Beacon Hills, salimos de la ciudad, lo viste con tus propios ojos, tu pesadilla no vendrá hasta aquí. —intentó tranquilizarme. Asentí y suspiré.

—Un minuto... ¿Acabas de decir que vamos a acampar? —pregunté mirándolo con los ojos como platos. Sonrió y detuvo el auto. Había un terreno sin árboles, y otro camino que subía a alguna parte, no podía ver a dónde porque la copa de unos árboles me tapaban la vista. De tan curiosa que soy, me bajé del auto y me dirigí al camino para ver hacia dónde llevaba, éste recorría una montaña llena de vegetación. Me giré emocionada y corrí a mi mochila, me quité las vans y me puse unos borceguíes marrones.

—¿No estabas muerta de miedo y te ibas a quedar en el auto? —preguntó Isaac poniéndose unos lentes para el sol.

—Tengo espíritu de aventurera, así que ahora me voy a subir a esa montaña, contemplaré la vista y tomaré fotos. —dije colocándome la mochila.— ¿Me acompañarás en mi gran aventura?

—Con una condición. —dijo él. Bufé, ya me imaginaba lo que iba a pedir.— Un beso y mañana haremos lo que yo quiera. —lo sabía. Me acerqué a él y le di un beso en la mejilla.— ¡Hey!

—Nunca dijiste dónde lo querías. —sonreí triunfante y comencé a caminar hacia el sendero de la montaña. Luego de unos minutos, Isaac se me acercó corriendo. Caminamos sin hablar, hasta que se me ocurrió algo en lo que no había pensado.

—¿Porqué pusiste esa cara? —preguntó confundido.

—Dime que les avisaste a mis amigos que iba a venir aquí. Se pondrán como locos cuando no me encuentren.

—Si, tranquila. —afirmó él. No me di cuenta de que no estaba respirando, así que tomé una gran bocanada de aire.— Y a tu madre le dejé una nota. —claro mi madre también se habría preocupado. Pero como mis amigos son tan protectores, más ahora que sabemos que existen los hombres lobo, harían cualquier locura para encontrarme y es en lo primero que pienso.

Luego de una o dos horas caminando, llegamos a la cima, y pudimos observar el atardecer. Saqué mi celular y comencé a tomar fotos, mientras observaba a qué le podía tomar una, mis ojos se detuvieron en Isaac. El chico estaba de perfil, con el atardecer de fondo. Enfoqué mi celular en el paisaje con Isaac y tomé la foto.

—¡Hey! —gritó sorprendido. Me miró sonriendo y me hice la inocente.— ¿Acaso me acabas de tomar una foto?

—Nop. —negué divertida. Me miró con las cejas levantadas y solté una carcajada.— Está bien, sí lo hice, pero estabas hermoso. —luego de esas palabras, sentí cómo mis mejillas se tornaban rojas.

—Está bien, pero ahora, nos tomaremos una selfie. —dijo. Me tomó del brazo y me atrajo a él. Comenzamos a hacer muecas y a reír mientras él tomaba las fotos. Luego de eso me senté en una gran roca, tomé agua y comí una manzana. Estiré mis brazos hacia atrás e incliné mi cuerpo, también hacia atrás, mirando el cielo. Inhalé oxígeno y luego lo solté por la boca lentamente. Sentí el sonido de un celular tomando una foto y reí.

—Sólo una Isaac, así quedamos a mano.

—Okay, okay. Pero no podré evitar tomarte más fotos en estos tres días. Ahora vamos, antes de que anochezca, porque nos quedaremos sin luz para armar la tienda. —me levanté y lo seguí hasta que llegamos al terreno descampado e intentamos armar la tienda.

—Esto es una porquería. No se puede armar. —me quejé rendida.

—Sí se puede, sólo admite que somos pésimos para armar tiendas. —dijo riendo. Me contagió la risa y comencé a reír. Tiré el manual de instrucciones y me puse un suéter.

—Tendremos que dormir en el auto. Mañana armaremos esa cosa, cuando tengamos más luz. —dije girándome hacia el auto. Me dirigí allí y entré por la puerta del asiento trasero, cuando me acosté, me clavé algo en el costado derecho de mi torso.— ¡Auch! —lo tomé y me di cuenta de que era una pieza de la tienda, una varilla. Me bajé del auto, caminé hacia Isaac y se la mostré.

—¡Eso era lo que faltaba! —gritó. Tomó la varilla sonriendo y rodé los ojos riendo. Mierda, hacía mucho frío. Busqué una manta o algo así en el maletero del auto. Encontré lo que buscaba y me la coloqué encima. Isaac ya había armado la mitad de la tienda, para ayudar, intenté prender una fogata, así que junté maderas y le pedí un fósforo a Isaac. Lo encendí raspando en una roca y lo tiré a mi intento de fogata. Grité de alegría cuando vi que ésta había funcionado, Isaac había terminado de armar la tienda, así que nos abrazamos. Me separé de él y me senté cerca del fuego, estirando mis manos para calentarlas. Isaac se sentó a mi lado y apoyé mi cabeza en su hombro, mis ojos se centraron en el fuego, hasta quedarme dormida.

(...)

—Sky. Despierta, hermosa. —dijo una voz mientras alguien me sacudía levemente el brazo.

—Cinco horas más. —me quejé con las voz rasposa. Isaac, a quien pude identificar cuando estuve más consciente, soltó una carcajada.

—Como quieras, pero te pierdes la sorpresa.

—Odio las sorpresas, si no me dices qué es, no iré. —hablé lentamente. Sentí como bufaba y me susurró en el oído.

—Sólo una pista, te la iba a dar de todas formas: Ponte un traje de baño. —dejó un corto beso en mis labios y salió corriendo. Sonreí, estiré mis brazos y me levanté, dándome cuenta de que estaba dentro de la tienda, Isaac me debe haber traído aquí mientras dormía. Era bastante grande para sólo dos personas, así que tenía lugar para cambiarme. Busqué un traje de baño en mi mochila y lo único que encontré fueron bikinis. Habían tres conjuntos, uno a rayas azules y blancas, otro blanco y otro negro. Me decidí por el negro, cerré la tienda y me lo coloqué. Me puse un short de jean y una camiseta blanca de mangas cortas, en los pies me puse mis vans negras, porque Isaac no había guardado sandalias. Me coloqué gafas de sol y salí de la tienda, busqué a Isaac con la mirada, no estaba por ningún lado, un papel en la entrada de la tienda llamó mi atención. Me acerqué y lo tomé.

Mira a tu izquierda.

Miré hacia allí y vi un sendero. La nota no había terminado, así que seguí leyendo.

Si viste el sendero, síguelo. Si no, eres una ciega y tendré que ir a buscarte.

Reí, tiré la nota y seguí el sendero. Caminé unos cinco minutos, hasta llegar a un hermoso lago en medio de una arboleda. Era completamente transparente, parecía un lugar mágico. Abrí mi boca sorprendida y pegué un salto cuando sentí unas manos sujetarme de los hombros. Me giré, encontrándome con un Isaac sonriente.

—Maldito. Agradece que no te he dado una paliza, casi me caigo al lago del susto. —dije rodando los ojos. Su rostro se tornó pícaro y negué con la cabeza riendo.— Oh, no. Ni siquiera lo pienses, Rulos. —comencé a dar pasos hacia atrás hasta que llegué al borde del lago, si daba un paso más, me caía dentro. Isaac comenzó a acercarse lentamente, mordiendo su labio inferior. Le faltaba un solo paso, y me di cuenta de que iba a saltar, así que cuando despegó los pies del piso, me corrí hacia un costado rápidamente. Sentí el sonido del agua cuando Isaac cayó dentro y contuve una risa. Me giré, para observar a un Isaac enojado, se veía muy tierno.

—Skylar. Desearás nunca haber hecho eso.

—¿Ah, si? —dije retrocediendo lentamente. El chico salió del agua y me quedé en trance. La camiseta se le pegaba al torso a causa del agua, marcando sus abdominales. Mordí mi labio y él sonrió satisfecho.

—¿Quieres esto, verdad? —preguntó señalándose. Sacudí la cabeza sonrojada, me giré y comencé a correr, porque el chico era bastante rápido, así que me atraparía enseguida. Luego de cinco segundos corriendo, unas manos tomaron de los muslos, justo donde termina el trasero y me llevaron hasta el lago otra vez.

—¡No! ¡Ni se te ocurra, Lahey! —grité desesperada. Me bajó lentamente hasta que mis pies tocaron el suelo y suspiré aliviada. Pero ese alivio desapareció cuando me abrazó, y me tiró al agua. Dejé que un grito agudo escapara de mi garganta antes de caer al agua fría del lago.

«Only you» Isaac Lahey (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora