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¡Qué demonios!!! Grité yo ya al borde de la desesperación, todos se asustaron y se asomaron para ver qué era lo que sucedía, mi familia me había bloqueado en las redes sociales que teníamos en común, ni siquiera podía dejarles un mensaje, a punto de llorar le entregue el computador a Bambam y me recogí hasta quedar resguardada entre mis piernas. Todavía te queda el correo, ─me dijo Youngjae,─ resignada tome el portátil de vuelta y les escribí describiendo mi situación y lo mucho que me habían hecho preocuparme al bloquearme de sus cuentas, solicitaba una explicación y que me enviasen dinero lo antes posible o que compraran los boletos de avión para mi regreso a Ecuador.

Lo siento chicos, creo que he abusado demasiado de su amabilidad, ─dije con tono muy serio intentando esconder la preocupación que sentía, volví a disculparme, tome mi mochila y salí del lugar sin rumbo alguno.

Camine un rato y vi un pequeño parquecito a solo unas cuadras, me dirigí al lugar y me senté en uno de los banquillos, mire a mi alrededor, un par de niños jugaba en la resbaladera, mientras una señora (me imagino es su madre) cuidaba de ellos, al no haber nadie más en el lugar me sentí libre para llorar, no me gustaba que las personas me vieran llorar, aun así no llore, debes ser fuerte nena, me dije a mi misma, seguro que sales de esta, como sea pero sales de esta.

Tome mi maleta y revisé con que artículos me había quedado. Me molesté conmigo misma, ayer, antes de salir a festejar, decidimos preparar nuestro equipaje y dejarlo en el auto que habíamos alquilado, de esa manera, cuando tuviésemos la borrachera encima, no tendríamos que preocuparnos por nada, si no hubiésemos sido tan precavidos mis amigos no se habrían llevado mi maleta con ellos.

Mi equipaje de mano tenía, lo más importante, mi "golosina", un par de lentes de lectura y unas gafas de sol, maquillaje, mis útiles de aseo personal, un libro, una botella de agua, dos camisetas y ropa interior que guarde allí porque ya no me entraba en la otra maleta, algunos chocolates ecuatorianos que son riquísimos, y me sorprendí al ver que en el fondo de mi pequeña mochila había un arrugado billete de 20 dólares, pero mi emoción se disipó al instante pues sabía que ese billetito no me alcanzaría para nada.

Por mi mente se cruzó la idea de conseguir un trabajo, me reí, pues sabía lo difícil que sería al no conocer el idioma, y mucho más que eso, jamás me habría imaginado a mi trabajando, suspire, y volví a pensar en mis padres, entonces no pude evitar que las lágrimas, (que a estas alturas recorrían mis mejillas), brotaban sin cesar. Volví a recoger mis piernas, como lo había hecho en el apartamento, y escondí mi cabeza entre ellas, mientras sollozaba pensando en que pudo haber pasado con mi familia, y preguntándome la razón por la que no podía contactarlos.

De pronto sentí una mano sobre mi hombro, y una voz que me decía, tranquila, todo estará bien.

Supuse que era él, quería que fuera él, me convencí a mí misma que era él. Me abalancé sobre él sin darme tiempo de confirmarlo, me abrazó con fuerza, y yo llore, llore sin parar mientras le rogaba al cielo que me permitiera contactarme con mi familia pronto, le rogaba al cielo por su bienestar, deseaba que estuvieran saludables, deseaba verlos, y que me abrazaran igual de fuerte y cálido como el abrazo que recibía en esos momentos. Inmersa en esos pensamientos llore, llore y llore, por un largo tiempo llore.

Entonces alcé la mirada y descubrí que la persona en quien me había apoyado no era quien yo pensaba, quien yo quería, a quien anhelaba.



Cinderella y los 7 enanitos (Got7 y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora