Cinderella y los 7 enanitos (Got7 y tu)

# 41

Hoy es domingo, salgo un poco tarde de mi trabajo, lo que es conveniente en esta ocasión porque los chicos estarán de regreso casi a la hora exacta de mi salida. Planeamos que me recogerán del instituto e iremos a visitar la "Torre N de Seúl".

La verdad tenía muchas ganas de ir a aquel lugar junto a Jackson; cuando estaba con mis amigos fuimos a conocerla y la verdad la disfruté al máximo, el paisaje, los colores, la altura, la vista, todo fue increíble, pero tengo la certeza que ir con él se sentirá diferente. Hable con Jb para que se encargara de darnos un momento a solas a mi príncipe y a mí, así mataría dos pájaros de un tiro gozar del lugar junto a él y conversar sobre lo que había pasado antes de su viaje, que a pesar de las evasiones evidentes de Jackson yo no olvido.

Escucho la bocina de la furgo, me despido rápidamente de mis compañeros y bajo las escaleras como alma perseguida por Cerbero tras no pagarle a Caronte la cuota por cruzar en su barca, me despido de mis estudiantes, que se habían quedado conversando en la puerta del instituto, y entro al automotor.

— ¡Hola chicos!—saludo a cada uno con un beso en la mejilla, excepto a Jackson, a él lo dejo para el final.

— ¡Hola amor!—le corresponde un beso en los labios, que estuvo a punto de transformarse en uno muy apasionado pues, hay que entender, apenas comenzamos a salir tuvimos que separarnos.

Yugyeom— Ok, ok, es suficiente, que todos sabemos que se aman— todos nos reímos y continuamos con el viaje.

— ¿Qué tal el viaje? ¿Cómo está la niña a la que fueron a visitar?

Jb—mucho mejor, los doctores nos dieron un diagnóstico prometedor

—seguro que sí, tenerlos a ustedes cerca trae buena suerte

Bam— ¿buena suerte en el amor?—dijo con tono burlón mientras todos volvimos a reír

Cambiamos el tema pues notamos que Jackson no disfrutaba del todo de comentarios como esos, en su lugar los chicos me contaron sobre su viaje y la promoción que hicieron aprovechando del mismo, mi príncipe no hablo mucho, se pasó todo el camino apoyando su quijada en mi hombro, abrazándome y robándome pequeños besos.