Capitulo 45 - El mar de tus ojos.

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Se podría decir que una vez supe lo que significó esa palabra, pero luego mi vida se lleno de silencio y oscuridad, atrapándome entre los hilos de una trampa y perdiéndome cada vez más a mí mismo. Él fue mi pequeña luz en el camino, que resplandecía de manera incansable y que me enseñó de nuevo el valor de aquella palabra y me lo dio a conocer, algo que a veces parece insignificante, pero es realmente necesario, eso que llamamos "familia".

El ver a mi pequeña descendencia, a mis hijos, jugar, crecer y cada día sonreír, con sus ojos iluminados por la ilusión de descubrir. Todo aquello me llena el corazón, que una vez estuvo vacio. Pronto nacería el pequeño diablillo que Naruto tenía en su vientre, los otros pequeños habían estado unos 7 u 8 meses, pero parece que este solo duraría unos 6 meses.

El ver a mi rubio acariciar su vientre, que llevaba el amor de ambos, sentía una gran alegría en mi alma. Puede que algunos solo lo vean como nuestra perversión, pero yo lo veo como una fusión de nuestro eterno amor. Nunca le diré estos pensamientos cursis al zorrito, pero los siento y eso lo sabe.

Cada uno de nuestros pequeños tiene su personalidad, su propio aspecto y carácter, cada uno de ellos es especial a su manera y es único. Dirán que esto es por regenerar mi clan, y de alguna forma es verdad, pero la verdad es que no puedo evitar estar lejos de Naruto, ser parte el uno del otro, y cada pequeño milagrito es una dicha inmensa, que me demuestra que es solo mío, y que cada vez nos podemos amar más sin descanso.

Mi pequeño rubio descansaba en la hamaca del porche, meciéndose suavemente, mientras vigilaba a los pequeños, que intentaban subir a un inmenso árbol a unos cuantos metros de nuestra casa. Yo estaba leyendo, bueno más bien sumergido en mis pensamientos y viéndolos a ellos también, estaba sentado en la fina arena de playa.

Mi pequeña princesita tenía ya los 5 meses y empezaba a gatear, ella no podía subir al árbol por supuesto, a si que observaba a sus hermanos al pie del árbol. Podía observar como Taigaken subía ágilmente y vigilaba que ninguno de sus hermanos se cayeran y le pasara algo a la pequeña, vigilaba sobre todo a aquel pequeño rayo azul, que aun lo veíamos como un bebecito.

Espero que nadie tome a mis hijos por monstruos, por su gran desarrollo, como lo hicieron con Naruto cuando era pequeño, por tener a Kurama dentro, que cada vez era un poco más sociable e iba olvidando su odio. Aquellos pequeños tenían buenos corazones y sentimientos.

Les recordaba a su tío Itachi como un héroe de Konoha, que murió en batalla, no quería que ellos fuesen por su mismo camino de odio, y quería que tuvieran una buena memoria de él.

La brisa era realmente agradable en aquel lugar y esas vacaciones les venían de perlas, como pillaban terminando el trimestre de los niños, solicitamos que como ellos iban adelantados que les concedieran unos días, me costó un poco convencer a Iruka más que a los otros profesores, pero lo conseguí.

Ese día el destino decidió romper aquella dulce tranquilidad que aguardaba en aquel lugar. Parece que ese pequeño era muy impaciente y tenía muchas ganas de salir y ver aquel mundo que le esperaba. Los niños esperaron en el salón del piso de abajo inquietos por el nacer de su nuevo hermano, mientras yo, en el piso de arriba, en nuestra habitación, alumbraba a mi hijo. Esta era la primera vez que ayudaba a que naciera uno de mis pequeños, debería estar nervioso, y tenso, pero mi cuerpo estaba tranquilo y eso, también calmaba a Naruto. De alguna forma fue extraño, pero también maravilloso, y esta vez podía estar con Naruto, que por costumbre, ya no sentía tanto dolor. Naruto dio el último empujón y pude coger en brazos a mi hijo, que gimoteaba en mis brazos. Lo lavé en un pequeño barreño y lo envolví en una pequeña manta. Me acerqué a Naruto y así enseñarle a ese pequeño de ojos grandes y resplandecientes.

Sasuke: Creo que tengo un nombre para él.

Naruto: ¿Cuál?

Sasuke: Taisei, que significa estrella mayor, así como el sol.

Naruto: Me gusta.

Naruto callo suavemente en los brazos de los sueños, estaba muy cansado y el sueño pudo con él, rindiéndose abatido en aquella cama. Sasuke se acercó a él y beso tiernamente su frente.

Sasuke: Que descanses mi vida.

Bajé tranquilamente las escaleras, con aquellos grandes ojos observándome, abiertos como platos, en su carita estaban las tres marquitas, al igual que en la de mi pequeña princesa, y en la de los mellizos. Los niños iban a venir corriendo hacia mí, pero les indiqué que se quedaran sentados, Taigaken tenía en sus brazos a Himeko. Yo me acerque a aquel sofá donde estaban, y me puse de cuclillas ante ellos, mostrándoles a su nuevo hermano. Era igual que Naruto, pelo rubio y ojos azules. Pero aquellos misteriosos ojos azules que tenían sus hijos siempre eran diferentes al azul cielo de Naruto, los de Soun, azul electro, los de Himeko, azul hielo, y se podría decir que este era un azul como el mar, eran brillantes y luminosos. La primera en hacer un amago de acercarse, fue Himeko, y en susurros dijo su nombre.

Himeko: Taisei.

Sasuke: Es que me has leído la mente mi pequeña.

Taigaken: ¿Ese es su nombre?

Sasuke: Sí.

Toshiki: Se parece tanto a papi.

Ryuta: ¡Otro revoltoso en la familia!

Todos se rieron.

Sasuke: No hay que hacer mucho escándalo, Naruto está durmiendo. Venir, vamos a fuera.

Dije suavemente. Lleve a mis niños afuera, el sol acaricio nuestros cuerpos con sus finos rayos, aquel 6 de Junio. Quería que mi niño experimentara algo el primer día de su vida. Me quité la camiseta, quedándome solo con el pantalón del bañador, tirando la camisa a la arena, mis hijos imitaron mis actos de igual manera. Le quité aquella pequeña manta que llevaba, dejando ver su desnudez.

Me adentré a los pies del agua y me senté, he hice igual con mi hijo. Haciéndole notar así el agua del mar, y donde había nacido aquel hermoso día. Mis pequeños entraron alegremente en el agua observando a su hermano. Decidí meterme entero, con mi niño en brazos, a pesar de adentrarnos en aquel inmenso mar, parecía no tener ni pizca de miedo, sus ojos solo indicaban su enorme curiosidad. Sus pequeñas manitas rozaban el agua, como si la sintiera. Me miró con sus grandes ojos e intentó adentrarse en el agua, pero por supuesto no lo dejé, el me respondió con quejidos.

Mi corazón y mi alma se enternecían al oírlos, porque me recordaba a los berrinches que tenía Naruto, y que a veces aun tiene. Mientras yo lo besaba dulcemente en la frente, aquel pequeño no dejaba de moverse, hasta que se rindió después de un buen rato, y apoyo su pequeña cabecita rubia en mi cuello. Con una mano sujetaba su pequeño culito, y con la otra acariciaba su espalda, y con mi cuerpo lo acunaba en aquel mar, quedándose completamente dormido a pesar de los juegos de sus hermanos.

Aquel pequeño niño me recordaba tanto a Naruto, una sonrisa salió de mis labios, por el pensamiento que paso por mí cabeza, de que ya teníamos dos chibis. Pero este pequeño no tendría el apodo de su hermano mayor, ya le buscaría alguno.

Pasaron un par de horas y decidí salir del agua, al hacerlo Taisei se despertó de repente y empezó a moverse de manera agitada.

Sasuke: Ya hemos estado mucho tiempo en el agua, vas a coger frío.

Su cara mostraba un enfado infantil, con los mofletes hinchados y ojos que de alguna manera te lo decían todo.

El comienzo y el final (yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora