Capitulo 102 - Miedo de huida.

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Teyawar: Sois muy ingenuos, y eso que lleváis varios años en mi jaula, pequeños Uchihas. Deberíais aceptar la realidad, no podréis escapar de mí.

El pequeño ángel oscuro miró hacia el suelo, impidiendo que su cara se pudiera ver.

Tsuyoshi: Seguramente no podremos escapar.

Teyawar: Je, se te metió algo de cordura en la cabeza.

Tsuyoshi miró directamente a aquel bastardo, y en su cara se dibujó la característica sonrisa del clan.

Tsuyoshi: Pero eso será porque no conseguirás volver a atraparnos.

Expandió sus negras alas y alzó el vuelo rápidamente. Cualquiera que lo viera, podía apreciar la elegancia de sus movimientos cuando el viento pasaba por sus plumas. Era terrorífico, hermoso, un sentimiento estremecedor que invadía la piel al observarlo. Su oscuro cabello, sus anochecidas alas, sus ojos rojos carmesís que penetraban en el alma.

Himeko dejo aquel temblor en su cuerpo, provocado por volver a ver a su secuestrador. Aprovechando la distracción del enemigo, mordió su dedo pulgar, saliendo unas gotas de sangre y poniéndolo sobre el suelo.

Himeko: (susurros) Grandes espíritus, yo os invoco, rogando por vuestra ayuda.

Una luz salió del suelo, donde se había formado un sello. De entre la espesura del humo, se podía apreciar una figura. Una hermosa zorra, de pelaje tan blanco y puro como la nieve, y unos ojos rojos cristalinos, de un suave tono.

Himeko la abrazó fuertemente, hacía años que no veía a su zorrita, sin querer un par de gotas resbalaron de sus ojos.

Himeko: Yukiko, te eché de menos.

Yukiko: (voz suave) Yo también, princesita.

Himeko: (susurro) ¿¡Desde cuando hablas!?

Yukiko: Aprendí muchas cosas en el mundo de los zorros.

Kurama: "Lo siento, pero no hay tiempo para esto"

Himeko: Tienes razón, por favor Yukiko, trae ayuda.

Yukiko: Sí.

La blanca zorrita escapó rápidamente. Tsuyoshi vio como su hermana había terminado el trabajo, sus miradas se cruzaron, y en un instante supieron el qué hacer. El ángel dejó de marear al enemigo, y se puso delante de él mirándole fijamente a los ojos, utilizando una técnica más poderosa que el Sharingan. Al tenerlo dentro de su genjutsu se alejó de él, Himeko utilizó un jutsu parecido al Katon y al Shuiton, pero de su boca lo que salía era gélido hielo, que rodeaba el cuerpo de Teyawar.

Tsuyoshi torturaba su mente reiteradas veces, haciéndole pasar su peor pesadilla. Su cuerpo estaba inmóvil, y su mente no era consciente.

Himeko: Creo que estamos salvados, pero es mejor no quitarle el ojo de encima.

Tsuyoshi: (asiente).

Himeko hizo varias posturas con sus manos, y pronunciando varias palabras en voz baja. Fue hacia el bloque de hielo que retenía a Teyawar, posó su mano sobre la fría superficie, terminando un jutsu de sellado.

Tsuyoshi: ¿Funcionará?

Himeko: Eso espero.

Paso un rato, y todo seguía igual, pero estar en aquel tétrico, oscuro y lúgubre lugar y cerca de aquel que los torturó y experimentó con ellos durante años, no era muy agradable. Por sus mentes varias veces pasó la idea de marcharse e irse corriendo, pero tenían miedo que el genjutsu a larga distancia dejara de funcionar, o que al descuidarse y darse la media vuelta corriendo, Teyawar escapara, y los atacará por sorpresa, sin ninguna oportunidad de contraatacar.

El comienzo y el final (yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora