38. Eres lo más sagrado

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 Desde lejos ambos podemos observar como salen de el edificio Andrea y Amelía, ambas van platicando animadamente mientras empujan un carrito de bebé, siento como mi hermano se pone ansioso y como no estarlo si la mujer que ama y su hijo están a unos cuantos metro de él pero no se puede acercar, eso es lo más jodido de todo.

- Tranquilo, falta poco para tenerlas de vuelta con nosotros - o eso espero.

El solo asiente y se concentra en las fotos que el detective nos mando esa mima mañana, recuerdo la reacción de el cuando las saco del sobre donde se encontraban, casi tengo que amarrarlo a la cama para que no saliera corriendo a golpear a el hombre que abraza y besa a Andrea en las fotos, al parecer es el doctor que la atendió cuando dio a luz a mi precioso sobrino, es en niño realmente hermoso, se parece a su padre y eso en cierta forma hace que Sebastian se sienta orgulloso. Arranco el auto y comenzamos a seguirlas pero sin ser demasiado obvios en la misión, entran a un supermercado y compran muchas cosas, parece que van a un picnic.

Continuamos observando cuando de pronto vemos como dos tipos se acercan a ellas y las besan en los labios, a ambas. Entonces los reconozco, son esos malditos hijos de perra que quieren quitárnoslas, mis nudillos se vuelven blancos por la presión que ejerzo sobre ellos mientras que mi hermano aplasta las fotografías hasta volverlas una bola de papel inservible, siento algo romperse dentro de mi la ver como Lía, MI LÍA vuelve a besar a ese perro en los labios y le dedica una sonrisa, la sonrisa por la cual to mataría a quien se atreva a acabar con ella. Ahora los cuatro comienzan a caminar en dirección opuesta a la de nosotros mientras bromean, siento ganas de aplastar la cara de ese maldito hij...

- ¡¡Arranca que se van!! - grita Sebastian y yo reacciono y acelero atrayendo a atención de ellos, pasamos de ellos y volteamos, ellas nos miran, nosotras las miramos y seguimos nuestro camino.

Ahora ya saben que no pueden escapar, no de nuevo...

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Imposible... no pueden ser ellos, Dios por favor no lo permitas, no ahora que estaba por olvidarle. Mi corazón esta acelerado y mi respiración es anormal, siento que me falta el aire, miro a Andy y veo en sus ojos en deje de temor pero a la vez un sentimiento de ¿alegría? no, debe ser mi imaginación, ella no puede estar feliz al saber que nos han encontrado... simplemente no puede, no debe.

- ... y justamente por eso hay tantas muertes anuales - se queja Leandro, su mano vuelve a posarse sobre la mía y siento como me quema su tacto y por instinto alejo mi mano de la suya bajo su mirada confundida.

- No me siento muy bien Leandro, creo que sera mejor que me valla - me disculpo y comienzo a caminar dejando atrás de mi a tres personas confundidas y bastante preocupadas pero por ahora no me interesa, lo único que quiero es desaparecer de este mundo de mierda, coy tan sumida en mis pensamientos que no logro reaccionar cuando veo a un auto dirigirse a mi a toda velocidad, puedo ver mi vida delante de mi, ¿moriré? La respuesta es no la sentir un peso sobre mi seguido de un dolor punzante en la cabeza y mi pierna, abro los ojos y me encuentro con dos pozos azules y profundos, los ojos que más ame y amo en esta vida. Se quita de encima de mi y me ayuda a levantarme, sus ojos me vuelven a hipnotizar y me vuelven su esclava... de nuevo.

- ¿Estas bien preciosa?, ¿Te duele algo?, ¿Vamos la hospital? - su serie de preguntas no deja que pueda responder y solo niego con la cabeza. Sus brazos fuertes se enredan en mi cintura y me pegan más a su cuerpo causando que las imágenes en donde nos amamos y entregamos mutuamente vuelvan a mi mente y dejen una oleada de placer recorriendo de mi cabeza a los pies, su aliento huele a menta y tabaco, una mezcla adictiva para mis sentidos, todo el sigue siendo mi adicción y me odio en esos momentos por dejarme llevar de nuevo por los recuerdos.

- Te he extrañado tanto Lía, te amo - dice antes de besarme tan apasionadamente y como solo el sabe hacerlo, levanto mis brazos y me aferro a su cuello acercándolo más a mi, su lengua y la mía se mueven y se acoplan la una a la otra como dos piezas de rompecabezas hechas a la medida, nuestros labios encajan a la perfección. Suelto un gemido al sentir una de sus manos en mi muslo, acariciando suavemente pero dejando un camino de fuego a su paso.

- E- estamos en el parque... - sus labios me callan - por favor... nos pueden ver - siento un frío horrendo al no sentir su cálido aliento en mi boca, el me lleva a un callejón cercano y vuelve a besarme más apasionadamente que la vez anterior, todo es tan perfecto hasta que recuerdo el como he llegado hasta aquí.

- ¡¡Suéltame Elliot!! - alejo sus manos de mi cuerpo.

- ¿Por que? - pregunta confundido.

- Y te atreves a  preguntarlo cínico desgraciado, te odio con toda mi alma - bien sabes que eso no es cierto Lía, responde mis consciencia a la cual ignoro olímpicamente.

- Se que soy un maldito hijo de puta pero todo tiene una explicación Lía, lo juro y si me dejas decirte el porque de las cosas se que cambiaras de opinión. Te ame, te amo y siempre te amare, recuerdalo. Eres lo más hermoso y sagrado que tengo y juro por dios que te recuperare aunque me cueste la vida entera - contesta antes de irse dejándome con mi cabeza llena de dudas , miro la tarjeta en mis manos y por un segundo quiero romperla pero al final desisto y la guardo en mi bolso.

Se supone que te estaba olvidando... ¿Por qué regresaste?

Siento mis ojos humedecerse avisando que se acerca un sonoro llanto, y tal como lo predije así sucedió, comencé a llorar  tan fuerte que me sorprendió que nadie me escuchara. 

¿No se suponía que ya no tenía lagrimas?...




"Bad Girl" La venganza a penas comienza...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora