Capitulo Treinta y siete.

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Coldplay retumbaba por toda mi habitacion. Había pasado una semana desde el encuentro con Elliot. Kendall y él iban mejor de lo que pude haber pensado.

La canción de Yellow se habia detenido, alguien estaba marcandome.

—¿Diga?

—Aliss, es Matt.

Demonios.

—Hola, ¿cómo has estado?

—Muy bien, gracias.

Un silencio se inundo en la llamada.

—Eh, bueno, esto no es fácil pero eh, me preguntaba si quisieras ir a la boda de mi hermano como mi pareja.

Vaya, eso no me lo esperaba.

—Uhm, supongo que si. No hay problema.

—¿Segura? es decir, si no quieres lo entendere.

—No.

—¿No?

—Es decir, sí, si quiero ir.

Un suspiro se escucho del otro lado de la llamada.

—Paso por ti el sábado para ir a la misa, ¿te parece?

—Perfecto.

—Te veo el sábado.

—Hasta entonces.

Tendría una cita con Matt y conoceria a su familia.

TENDRÍA UNA CITA CON MATT Y CONOCERIA A SU FAMILIA.

De acuerdo, no entres en pánico.

No se qué vestir, no se cómo me maquillaré, demonios.

Tenía que marcar a mi último recurso.

—Evaaaaan.

—Tranquila, son las doce de la tarde y tu ya estas gritando.

—Tengo una cita con Matt y necesito de tu ayuda.

—O sea que me tomas por el amigo gay.

—Por dios tu eres el único que sabe de mujeres y moda.

—Sé de moda pero nada de mujeres. Simplemente me acuesto con ellas que es diferente.

Auch.

—Te recuerdo que estas hablando con una.

—Tu eres diferente.

—Como sea, pero gracias de todas maneras.

—Aliss, lo siento ¿si?, pero esa es la verdad.

—Tambien lo siento.

Y colgué.

Tenía que pensar con la cabeza fría, debía haber alguien que pueda ayudarme.

Salí a caminar y tambien por un café. Tenía que relajarme por un rato, se acercaban las vacaciones y yo aun seguia tensa.

*****

Había olvidado lo bien que se sentía tomar un café. Hasta que él apareció. ¿Realmente tenía que estar siempre ahí? A donde yo fuera él tenía que encontrarme. Gire los ojos.

—Vaya, pero si es nada más y nada menos que Alisson Rude.

Brad entraba triunfante a la cafeteria.

—El gran Brad Gómez dando sus entradas triunfales. —Hablé sarcástica.

—Eso era lo que más te encantaba de mi. —Se acercó.

—Já. Sigue soñando.

—¿Ya no me extrañas?

Rodé los ojos. —Jamás lo hice.

Me giré para pedir mi café.

—Tus gemidos me decian otra cosa.

Me ruboricé de la vergüenza, esa era una completa mentira.
Estaba apunto de contestarle cuando Evan apareció.

—Eso no lo creo. Ella es más virgen que la virgen María.

—Vaya, gracias.

—¿Y tú eres?—Brad le preguntó con un tono de fastidio.

—Alguien que no debería importante.—Alzó los hombros para luego acercarse hasta Brad.—A menos que de verdad, pero de verdad quisieras conocerme, cosa que no te lo recomiendo.—Le guiñó un ojo.

—Evan, deberiamos irnos. —Le dije despues de que me entregaran mi pedido.

—Nos veremos después, cara bonita. —Brad se despidió a sabiendas de que en sus palabras existía una amenaza.

Saliendo de la tienda no pude resistirme a regañarlo; —¿En qué rayos estabas pensando?

Me miró serio. —¿Así me agradeces?

Puse los ojos en blanco y seguí caminando ignorándolo completamente.

—Aliss, te estaba comiendo viva.

—Lo tenía todo bajo control.

—Demasiado. —Habló sarcástico.

—Además, —añadí— ¿qué hacías ahí?

—Fui a una cita, pero te vi y la deje botada.

Mis mejillas se tornaron un como rojo, pero no por vergüenza sino por enojo.

—Lárgate. Ahora.

Hablé fuerte. No iba a dejar que un hombre tratara así a una mujer, no Señor.
Me fui de ahí con paso firme.

¡Aléjate de mi!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora