Capitulo 1.

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Capitulo 1.

*POV Lauren.*

Llegué a mi casa, sintiéndome tan cansada, puesto que hoy la escuela no ha estado muy bien.

Entré, sin intenciones de emitir algún ruido, para que mis tíos no notaran que ya había llegado a casa. Odiaba que comenzaran con esos ataques de preguntas de cómo me fue el día de hoy.
Subí a mi habitación, en pasos silenciosos, y finalmente entré a mi habitación, cerrando de manera inmediata la puerta con seguro. Sin querer que entraran.

Dejé mi bolso en la esquina de mi cama y tomé mi ordenador, encendiéndolo con rapidez, oprimiendo aquel botón de la esquina de arriba.
Me recosté en mi cama, y situé la computadora sobre mis piernas, esperando que la pantalla se iluminara. Mientras eso ocurría arreglé mi cabello con las yemas de mis dedos, el cual estaba bastante desordenado, pero sabía que a ella no le importaba.
A penas la pantalla se encendió, en el medio de ésta apareció una foto de la persona más hermosa del mundo. Ella me había enviado una solicitud para poder hablar por video llamada.

Sonreí para mi misma un segundo, sintiendo como mis mejillas comenzaban a arder, sintiéndome estúpida por estar sonrojada sin siquiera haber escuchado su voz.
Hace ya un año y me dio que lo lleva haciendo.

Apreté la opción para contestar su video llamada y su rostro apareció en toda mi pantalla, acelerando mis latidos de golpe.
Ella sonreía ampliamente. Llevaba una gorra de lana color negro, y sus labios y ojos se veían hermosos.

-Hola, Camz.

Le sonreí mucho más, si es que esa posibilidad existía. Miré sus ojos cafés chocolates, los que consideraba mi perdición.

Camila: Hola, Lolo. -saludó con su mano.- Te extrañaba.

Hizo un mohín y sentí como me derretía ante tanta ternura.
No hablábamos hace ya tres días, ni siquiera por mensaje. Ese es el mayor récord para nosotras.
Al parecer ella había estado castigada por algo, lo que ahora averiguaría.

-Yo también te extrañaba, bonita. -le guiñé un ojo y ella rió con una carcajada. Siempre reía de esa manera cuando le coqueteaba, porque ella lo veía como broma. Pero yo no.- ¿Qué había pasado? -me crucé de brazos, frunciendo el ceño queriendo actuar enojada.- ¿Qué hiciste, Karla Camila?.

Camila: Como sabes.. -miró hacia otro lado con una ligera sonrisa. Permitiéndome observarla mucho mejor y sin timidez.- Mi madre me había dicho muchas veces que no podía llevar a chicos a mi habitación. Mucho menos a un novio.

Diablos.

-¿Shawn?.

Pregunté tratando de ocultar la tristeza que sentía, con la pequeña esperanza de que fuera una broma o algo.
Ella asintió con timidez y mi corazón dolió, pensando en cuando tendré el valor de decirle cuanto la amo, cuan enamorada estoy de ella.

Camila: En mi defensa no hicimos nada.

Oh, claro, por supuesto.

-Pero tu madre no cree eso.

Forcé una sonrisa.
Siempre fingía mis sonrisas cuando ella hablaba de su novio, y es que no podía estar feliz por ella y por Shawn. Porque yo quería estar con ella. Quería estar en el lugar de Shawn para poder besarla, abrazarla, decirle lo hermosa que se ve.
Muchas veces ella me preguntaba lo que debía hacer para que todo esté mejor entre ellos, y yo la ayudaba. No puedo ser alguien que no le de ayuda, porque ella la necesitaba, y yo se la daba porque me considera su amiga. Eramos amigas. Solo eso.

Camila me gusta hace unos ocho meses aproximadamente. Algunas personas dicen que si te gusta una persona por más de cuatro meses, te has enamorado. Pero no lo creo así. La amaba ya antes de conocerla.
Al principio solo pensé que era una estupidez, y me regañaba a mi misma diciéndome que era imposible que alguien me gustara cuando aquella persona se encontraba a 1.832 kilómetros de aquí y ni siquiera la conocía en persona. Ella en Miami, y yo en Nueva York.
Pero aquí me tienen, hablando con ella sobre su tonto novio, mientras observo sus ojos fijamente.

Llegué al punto de que me da igual si mi corazón se destroza con cada palabra que diga sobre lo que siente por él, o cuanto lo ama, yo solo quiero verla con detenimiento, apreciando su belleza.

Camila: ¡Lauren!. -gritó, y noté que me había distraído por mucho tiempo.- ¿Te encuentras bien?.

Observé mejor la pantalla, en su rostro había curiosidad. Yo asentí con mi típica sonrisa.
Un golpe se escuchó desde la primera planta. Se había quebrado un vaso, lo habían quebrado, y justo después, los gritos comenzaron.
Cerré mis ojos y miré hacia abajo, soltando un suspiro de cansancio.

-Lo siento... -hablé sin siquiera mirarla.- Creo que ya debo irme.

Levanté mi cabeza y la observé.
Noté la tristeza en su mirada, pero aceptó mientras yo tragaba en seco.
Ella alzó su mano, en señal de despedida y lanzó un beso por el aire. El cual hice que lo había atrapado, y lo llevé a mi corazón. Ella sonrió y negó con su cabeza.

Camila: Adios, Lolo. Mucha suerte. -estaba a punto de cortar la video llamada, pero ella soltó las palabras que mas me encantaban.- Te quiero.

Yo quedé con las palabras en mi boca, como siempre, hasta que la pantalla se colocó negra, indicando que ella ya se había ido.

-Yo... yo también te quiero, y más que eso.

Susurré mirando la pantalla fijamente, preguntándome cuando tendría el valor de decir lo que sentía por ella.
Me sentía tan estúpida, pero asustada a la vez. A ella le gustaban los chicos, y si llegara a decirle lo que sentía se acababa todo.

Me levanté de la cama y salí de mi habitación, bajando a la primera planta, viendo como mis tíos discutían a gritos.
Preferí salir rápidamente, sin siquiera que ellos notaran mi presencia.

Respiré profundo al salir mientras que la fría brisa de Nueva York golpeara mi rostro.
Coloqué mis manos en mis bolsillos, asegurándome de tener mi celular, cigarros y llaves, los que sujeté con firmeza, por si llegaban a asaltarme, lo que era bastante probable a esta hora.

No quise salir en mi moto, y mucho menos subirme a un taxi. Era mejor caminar, eso me daba mas tiempo de pensar sin ninguna molestia a excepción del ruido de la ciudad. Prefería las bocinas de los autos, las sirenas de los policías y ambulancias, era mejor que los gritos de casa.

Luego de caminar por varios minutos llegué a casa de mi mejor amiga.
Ni siquiera toqué la puerta, solo con ayuda de un basurero subí al tejado, y fui directo hacia la ventana de su habitación, golpeando tres veces.

-¿Puedo dormir aquí esta noche?

Lucy: ¿Muchos gritos? -asentí, sonriéndole y entrando a su habitación.- ¿Azul o blanco?

Dijo sacando de su armario dos pijamas, solo le sonreí, ella sabiendo que me gustaba mas el blanco.
Ella me hizo un lado en su cama y se volvió a dormir, tal como estaba cuando llegué.
Miré las fotos pegadas en una de sus paredes, siempre cuando venías las veía, es que en la mayoría de ellas salía con Camila, y ella se veía hermosa.
Cogí mi celular y le mandé un último mensaje.

-"Buenas noches, Camz."

Sin esperar a que me contestara, me dormí.


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