Capítulo 31.

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Capítulo 31.

Sinu: Camila, no puedes ausentarte tantos días a la escuela. Lo acordamos.

Gruñí por tercera vez, colocando mi rostro contra el sofá de la habitación de hospital, y es que mi madre no me estaba permitiendo quedarme más tiempo en esta ciudad, a pesar de las circunstancias.

-Mamá, solo es una semana más, por favor. -levanté mi mirada, viendo como Lauren jugaba con sus manos, y las mantas de la cama, esperando que terminara la llamada.- Ella.. no está bien.

Escuché como mi madre soltaba un suspiro, tal vez ya entendiendo en la situación en la que me encontraba después de ya casi quince minutos de completa negación.

Sinu: De acuerdo. Lo hablaré con tu padre. -gruñó, aún sin estar de acuerdo, pero desistiendo.- Cuídate mucho, y cuídala a ella.

-Lo haré. -suspiré, levantándome del sofá, acercándome a paso lento a mi novia.- Lo estoy haciendo. Hasta luego.

Corté, recibiendo una sonrisa de la ojiverde, y se me hizo imposible no desviar mi mirada a su lastimado brazo, el que ya se encontraba algo morado en ciertas zonas por los constantes pinchazos con medicamentos que había recibido.

-Come un poco, ¿Si? -acaricié su mejilla con cuidando, y ella negó, dejando caer su cabeza sobre su almohada en señal de que definitivamente no lo iba hacer, a lo que yo me crucé de brazos.- Por favor.

Ella suspiró, y con una leve sonrisa comió un poco, haciéndome un espacio en su cama para que me sentara a su lado.
Sí, tal vez lo último que esperaba de venir aquí era estar con ella en un hospital. Sin embargo, ella se encontraba bien dentro de lo posible, estábamos bien, así ya era suficiente para mí.
Ella ya estaba en condiciones de salir de este lugar, luego de un par de días y de varias molestias y enojos, debidos a las limitaciones de visitas que le había proporcionado su psicólogo.

*POV Lauren*.

Camila: Esto es tan.. grande. -rió, mirando los altos edificios de esta gran ciudad que nos estaban rodeando. Los veía con una gran sonrisa, y yo solo pude acariciar su mano.- Son tan altos.

Ella dio un par de vueltas para obtener una vista completa de todo, pareciendo una niña pequeña. Se veía hermosa, y no sabía cómo era posible que haya estado lejos de ella por tanto tiempo.
Se detuvo ya al haber apreciado en dónde nos encontrábamos, y simplemente me miró, sin borrar su sonrisa.

Camila: ¿Qué?

Negué, y me acerqué a besarla unos segundos. Era muy bonita, y ni siquiera lo sabía.
Al alejarme de ella, tomé su mano, y caminamos un poco más hasta llegar a mi pizzería favorita. Habíamos caminado por horas, y es que ella quería conocer lo más posible de Nueva York antes de irse, lo que obviamente sería imposible. Ni siquiera yo conozco gran parte de Nueva York.

No había mucha fila, solo unas cuantas personas, pero Camila realmente parecía desesperada por comer lo más pronto posible.

Camila: ¡Tengo hambre! -gritó, y me sorprendió tanto a mí, como a ella misma.- Lo siento.

Besé su cabeza, y la abracé. Cerrando mis ojos unos momentos. Sintiendo su ligero aroma invadirme, dándome una fuerte sensación de querer estar de esa forma por horas.
Suspiré cuando ella se alejó y me miró fijamente. Con preocupación tal vez, como llevaba haciendo desde que desperté en el hospital.
Ella temía de lo que pudiera estar pasando por mi mente, y lo entendía. Sin embargo, era agobiante y me avergonzaba.

Camila: ¿Estás bien?

-Lo estoy. Los medicamentos me dan un poco de sueño, y estoy cansada porque mi novia no había dejado de caminar por horas y horas.

Next To Me. «Camren»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora