Capítulo 43.

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Capítulo 43.

*POV Camila*.

Sentí mis pulsaciones en mi cuello y en mi cabeza, y es que estaba tan asustada.
Quería entrar y poder encontrarme con mi novia. Con la hermosa y tierna chica de ojos verde esmeralda, brillantes y preciosos... la chica que era preocupada, dedicada, cariñosa y sincera. La que me hacía reír todo el tiempo.

Quería entrar allí y poder ver a la persona de la que me había enamorado. Pero eso no pasó.
Cuando entré al departamento, me la encontré sentada en una esquina, mirando un punto fijo de la habitación.

Su cama estaba como si no hubiera dormido allí hace días, pero todo lo demás estaba hecho un desastre.
Había cosas tiradas en el suelo, algunas rotas, y pequeñas manchas de sangre en las paredes.

Cerré la puerta tras de mí, y me acerqué a la cama, sentándome en la esquina de esta para poder verla mejor.
Allí pude ver que tenía su frasco de pastillas entre sus manos temblorosa, haciéndolas chocar entre sí ligeramente.

Me miró, pero sin poder dejar su mirada demasiado tiempo, y es que se le perdía. Se le desviaba la mirada y tal vez ni siquiera era consciente de ello.

Lauren: Es.. estás hermosa.

Su voz estaba cansada, sus ojos ya no volvían a brillar, y ya no trasmitía nada. Ella ya no estaba.

-¿Hace cuánto fue la última vez que consumiste?

Lauren: No lo recuerdo. -susurró, desconcertada, mientras miraba sus manos.- Diez minutos tal vez.

-¿Y hace cuánto no duermes?

Lauren: No lo recuerdo.

-¿Has comido?

Negó, volviendo a mirarme.
Me levanté caminando a la cocina, mordiendo mi labio para no comenzar a llorar.
No sabía cómo mi novia había acabado así de hundida.

Estuve unos momentos preparando algo para que comiera, mientras la miraba de reojo, pero ella ni siquiera se movía de esa esquina. Quizás no podía hacerlo.
Me acerqué a ella lentamente, arrodillándome para poder darle de comer, pero ella no se movió.
Dejé el plato de pasta que había hecho a un lado, y la miré.

-¿Me las puedes entregar? -apunté el frasco de pastillas, y parece que eso la alteró, demostrándome una total y completa dependencia.- Para que puedas comer, ¿Si?, todo estará bien.

Asintió, y me las entregó con algo de ansiedad en ella.
Las dejé un poco alejadas, y me senté a su lado, esperando que comiera, pero no quiso hacerlo.

-Hey.. vamos. Sólo un poco.

Volvió a asentir, comiendo lentamente con algo de dificultad por el temblor de sus manos.
Podía escuchar lo fuerte de su respiración, lo irregular y rápida que estaba. Pero no lograba imaginarme las sensaciones que debía estar sintiendo producto de las drogas que tenía en el cuerpo.

En un momento dejó el plato de comida a un lado, y tomó el frasco de pastillas. Sacando un poco de polvo, dejándolo sobre el dorso de su mano e inhalándolo.
Nunca la había visto hacer algo así, y era tan difícil poder asimilarlo, por más que lo acababa de hacer frente a mis ojos.

Pero no dije nada, sólo dejé que las lágrimas cayeran por mi rostro porque ya había resuelto la problemática de venir a este lugar. Necesitaba saber si ella realmente entendía lo que pasaba, si existía alguna intención de querer mejorar.
Nada.

-Qué te hiciste...

Susurré para mis adentros, y ella alzó la mirada, mirándome fijamente.
Sentí miedo. Nunca debí haber sentido miedo de ella, pero lo sentí. Porque no la conocía.

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