Capítulo 47.

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Capítulo 47.

Estaba mareada por la ansiedad que me provocaba estar fuera del centro de rehabilitación, y es que sentía que era el único lugar que podía evitar mi consumo tal vez desmedido si me encontraba demasiado tiempo sola y fuera de allí. Tenía miedo.
Tenía miedo de mí misma.

Necesitaba distraerme el mayor tiempo posible para que las drogas no comenzaran a invadir mi mente, como ya estaban haciendo de a poco, y la única manera que estaba a mi alcance era entrenar.
Al entrar al lugar las luces me cegaron un par de segundos, y mi ansiedad aumentó, obligándome a caminar al que continuaba siendo mi casillero, recargando mi frente y uno de mis brazos contra él. No sabía qué hacer.

Alexa: Miren quién volvió. -dijo tras de mí, soltando una risa con suficiencia. Mientras yo sentía cómo me desvanecía contra mi casillero.- Dos asaltos, tres minutos cada uno.

-Sólo vine a entrenar.

Aclaré, volteándome con cuidado, encontrándola a unos pasos de mí con sus brazos cruzados por sobre su pecho.
Lo último que necesitaba en estos momentos era a ella.

Alexa: Vamos, luces fatal.

-No quiero problemas contigo.

Casi rogué, y ella sólo pudo soltar una risa, caminando hacia mí para empujarme con fuerza contra mi casillero. Estrellando mi espalda y quitando la ansiedad de mi cuerpo, convirtiéndola en enojo.

La empujé con ambas manos, sólo queriendo quitar la sonrisa de su rostro.
Me volteé hacia a mi casillero, abriéndolo y sacando las vendas para mis manos. Dejando mi teléfono allí, junto con el resto de mis cosas.
Qué tan malo podía ser esto.

Comencé a vendar mis temblorosas manos, viendo de reojo como Alexa subía al cuadrilátero, recargándose en una de las esquinas, mientras reía con uno de sus amigos.
Allí me di cuenta que sólo estaba ella y sus amigos, nadie más. Pero cuando pude arrepentirme, ya estaba subiendo al cuadrilátero con ella.

El primer golpe no tardó en llegar a mi rostro, desconcertándome por estar esperando algún tipo de aviso de comienzo.
Volteó mi cara hacia un lado, de inmediato sintiendo un hilo de sangre caer por el borde de mi labio. Obligándome a alejarme un poco para evitar que me volviera a golpear.

Sonreía con aires de superioridad, yo sabiendo lo mucho que disfrutaba golpearme. Por mi parte, disfrutaba quitarle esa sonrisa del rostro a golpes.
Con el dorso de mi mano quité los rastros de sangre de mi labio, ensuciando ligeramente mis vendas.

Ella se acercó otra vez dando otro golpe en el mismo lugar de mi boca, acompañado de una patada que no vi venir, pero que llegó con fuerza al costado izquierdo de mi abdomen. Logrando que apretara mis dientes por el dolor.

-Sólo con puños, imbécil.

Ella rió y volvió a darme una patada, esta vez en todo mi estómago. Lanzándome con fuerza hacia atrás, yo cayendo al suelo ya con el corazón descontrolado de rabia.
Mi respiración se aceleró al notar que toda regla posible no la estaba tomando en consideración. Por lo cual, yo tampoco lo haría. Sin embargo, no iba a patearla, tanto porque yo no peleaba así, como por estar con zapatos, al igual que ella, pero al parecer no le importaba que pudiera matarme con eso.

Me levanté y esperé que ella volviera a acercarse. Sabiendo que su punto débil era siempre su exceso de confianza.
Cuando lo hizo, ya antes de que volviera a golpearme, mi puño derecho se estrellaba una y otra vez contra su rostro, permitiéndome abalanzarme sobre ella, cayendo las dos al suelo sin poder detener los golpes que le proporcionaba con enojo.
Ella intentaba detenerme, pero mis golpes la marearon, haciéndome sentir increíble.

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