Capítulo 29

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Lewis Enterprises no era una compañía que escatimara en gastos en cuanto a la comodidad de sus clientes se tratase, y menos si el director de la empresa estaba implicado en dicha situación de comodidad. En este caso, el avión privado de Lucas Lewis era el lujo personificado. Paredes recubiertas de madera en un tono oscuro, grandes sillones de cuero blanco, y un olor que invita a cualquiera a llegar a acuerdo a bordo.

Dakota se sentó en un sillón de cuero blanco, frente a Lucas, separados por una mesa de madera cuadrada. Lucas la miraba serio y con una leve sonrisa dibujada en su cara. ¿Qué le hacía tanta gracia? ¿Cómo podía estar tan tranquilo después de lo que ha pasado en los últimos días? Parece como si lo hubiera olvidado todo, y eso la enerva. No es que ella sea de corazón sensible, que lo es, sino que ha sido ella la que lo ha sufrido todo. Ha sido el títere que ha jugado en sus manos. Sin embargo, si piensa que ese títere sigue atado por la cuerda, está muy equivocado. Este viaje no va a ser la excusa para ignorar lo que pasó y continuar tal y como lo dejaron en el barco. En este viaje, Dakota Moore va a poner las cartas sobre la mesa, porque, aunque no lo parezca, o Lucas no quiera acordarse, ella también ha sido millonaria y sabe los truquitos que se utilizan para embaucar a las personas.

- ¿A qué estás dando tantas vueltas? –Lucas se ha acomodado en el sillón, apoya su brazo en el brazo del asiento y sitúa su mejilla sobre su puño cerrado. Penetrando con su mirada dulce todo su ser.

«¿Que en qué pienso Lucas Lewis? Pienso en hundirte sentimental y económicamente. Ese es mi mayor objetivo. Y lo conseguiré, créeme. Pero antes tengo que deshacerme de ese nosequé que me atrae de ti».

- Señor Lewis, no le he dado permiso para tutearme –corrige sus últimas palabras, dispuesta a mostrar desde el principio que no va a ver ninguna tregua entre ellos

Lucas arquea una ceja, un gesto bastante frecuente en él en los últimos días y que ha sido una total influencia de ella. Sonríe y adopta una postura más correcta en el asiento sin perder la sonrisa antes de decir:

- ¿Lo dices en serio?

- Muy en serio –la firmeza en sus palabras caen encima de la mesa como un bloque de cemento –Y pienso en que debería estar repasando los puntos claves de Kendall. Y ahora si no le importa, me voy a poner a trabajar, que para ESO es para lo que he venido.

Gira su cuerpo en el asiento, cogiendo del suelo su bolso, del que saca una carpeta con cientos de folios de Kendall que se ha dedicado a analizar uno por uno. Desde cuentas bancarias, hasta el número de consumidores que tiene, pasando por su sistema de producción. Las debilidades de la empresa las conoce como si se tratase información sobre sí misma.

A continuación, saca sus amados auriculares, los conecta al móvil y pone música. El viaje duraba 4 horas, tenía tiempo de sobra para releerse Kendall, aburrirse, dormir y volver a estar perfecta para bajar del avión.

Y eso es lo que hizo, por ese orden. Releyó el informe de Kendall, apuntando nueva información de la que no se había percatado antes en su libreta personal y dejó de ejercitar su cerebro cuando el disco de Justin Timberlake llegó a su fin.

Lucas la había imitado. Primero comenzó el viaje leyendo un periódico y después lo sustituyó por su portátil. Él no necesitaba dar más vuelta a la información de su enemigo, puesto que la conocía toda a la perfección.

Dakota se concentró tanto en todo lo que estaba haciendo que no podía oír las llamadas de Lucas, por lo que este, ante cualquier duda o cualquier petición, le tendía un post-it con algún mensaje.

Lucas regresó de su visita al baño con una bandeja y la azafata le seguía con otra más llena de bebidas. Dakota, recogió sus papeles y los metió en el bolso, momento que fue aprovechado para dejar las bandejas sobre la mesa. Lucas retomó su sitio y dijo mientras destapaba las bandejas:

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