¿Qué me estás haciendo, Charlie?

Capítulo 42: No quiero.

Danielle.

-Gracias, Emma.

Hice una mueca de dolor mientras ella terminaba de curar el profundo corte que Charlie había hecho en mi brazo.

-No, gracias a ti, Dani -Emma suspiró-. De no ser por ti quizá no hubiera escuchado a Lottie gritar. Creo que no debí poner la música a todo volumen.

-Hey, no te culpes. No sabías que esto pasaría -le sonreí de forma tranquilizadora, colocando una mano en su hombro-. Lo que importa ahora es que Charlie esté bien, ¿vale?

Asintió.

- ¿Qué crees que haya causado ese ataque? -preguntó, sus ojos se abrieron con pánico.

Las dos giramos hacía la castaña, quien ahora dormía en su cama con una expresión más tranquila en su rostro. Nos habíamos encargado de limpiar y vendar las heridas que se hizo en la mano, y creo que si no hubiese llegado en aquel momento, la cosa se habría puesto bastante fea con esas tijeras.

-No lo sé -admití, mirando a la chica que tanto amaba, estirando un brazo para poder tocar su mejilla y acariciarla. Se veía tan débil, me partía el corazón-. ¿Sabes que estaba haciendo antes de eso?

-Dormía -respondió Emma de inmediato.

- ¿Una pesadilla, puede ser? Estaba gritando algo así como «no quiero sentirlo» cuando la encontré, creo que... -cerré los ojos.

- ¿Qué crees?

Consideré unos segundos si era correcto decirle a Emma que el padre de Charlie abusaba de ella, pero recordé cuando ella me lo confesó; dijo que nunca había tenido el valor de decírselo a su familia. Entonces creí que esa era su tarea.

-Nada...

Después de eso, Emma fue a preparar algo de té para tranquilizarse. Yo me quedé en la habitación de Charlie, sentada a su lado y tomando su mano buena entre las mías. La acariciaba, y le depositaba uno que otro beso.

Joder, la extrañaba y mucho. Verla ahí frente a mí sólo me hacía sentir como idiota por no haber venido antes para hablar. Tenía tanto miedo de pensar que esto podría acabar que no quise ni acercarme. Y ahora me arrepentía.

Cuando despertó estaba confundida, y se quejaba por el dolor. Yo seguía en el mismo lugar a su lado, sin embargo no se dio cuenta de mi presencia hasta que la ayudé a sentarse.

- ¿Qué mierda...?

Se sobresaltó cuando por fin me vio, y yo le sonreí, indicándole que todo estaba bien.

-Hey, hermosa chica durmiente -acaricié su mejilla con delicadeza, y ella parecía incapaz de comprender qué hacía ahí.

- ¿Dani? ¿Hace cuánto estás ahí?

-Una hora, tal vez dos... No es importante -susurré. Casi sin querer me había acercado mucho a ella, a tal punto que nuestros rostros estaban apenas a centímetros de distancia.

En realidad parecía haber pasado más que eso, comenzaba a oscurecer y la habitación apenas estaba iluminada con la poca luz de día que quedaba.

-Y-ya veo... -aun así parecía nerviosa.

Admito que cuando la encontré en el baño me asusté bastante; no estaba preparada para semejante escena. Pero en ese momento, sus ojos oscuros al contrario que hace un rato, estaban en calma; lo que me dejaba saber que ahora ella estaba bien.

-Tú... ¿No te acuerdas de nada? -pregunté, temerosa.

-No... -contestó, frunciendo el ceño-. ¿Por qué, pasó algo?