Parte 15. El Destino

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Becca y yo salimos al jardín para ver otra vez la palanca. Nos la estuvimos mirando un rato, y al final decidimos tirar de ella. Entonces, rápidamente, me puse a pensar sobre todo lo que había pasado. Al entrar al Restaurante, y al ver a Becca, noté más fuerza, como más confianza. No sé si a ella le habría pasado lo mismo, pero, al verla, me pareció haberla visto en algún otro sitio antes... 

Ella, dándose cuenta de que estaba pensando en algo, rompió mis pensamientos y dijo:

-¿Tiramos de la palanca, ó nos vamos a quedar aquí mirando lo roja que es?

Cogí la palanca con las dos manos, y ella hizo lo mismo. Y tiramos de ella. Seguidamente, nos giramos cada una a nuestro Restaurante para fijarnos si la gente, nuestros familiares, ya estaban en movimiento. Pero no. 

Ella y yo nos miramos, e hicimos cara de preocupación. ¿Cómo podía ser? Me fijé en que la palanca se estaba desintegrando... Puse cara de signo de exclamación o algo, porque Becca se dio cuenta y me preguntó:

-¿Estás bien?

Le señalé con mi dedo índice a la palanca. Bueno, o lo que quedaba de ella. Nos quedamos mirando cómo se deshacía, trocito a trocito. Cuando ya acabó, me quedé un poco en estado de shock, porque, no sé si fue mi imaginación o qué, pero vi salir a una niña de nuestra edad delante de nuestras embobadas caras. Casi susurrándole, pregunté a Becca:

-Bec, no sé si es mi imaginación, ¿pero tú también estás viendo a una niña delante nuestro? 

Ella asintió, igual de descolocada. Entonces, la niña empezó a hablarnos:

-Hola. Soy Sally. Espero no haberos asustado demasiado, porque os veo un poco confundidas. No os preocupéis. 

-¿Q-quién eres? -Tuvo el valor de preguntar Becca.

-Soy el Destino.

-¿Qué dices?

-Sí. Vosotras dos no os habéis encontrado por casualidad. Os habéis encontrado porque algo tenéis que hacer.

-¿Eh?

-Lo siento, pero no estoy para rollos -empezó a quejarse Becca-. Yo lo único que quiero saber es por qué estúpida razón todo el Mundo ha parado de hacer lo que estaba haciendo, y nosotras no. ¡Yo quiero comer! ¡Tengo hambreeee! ¿¿Es que no lo entiendes?? Somos personas, es de noche, tenemos hambre, porque queremos comer, y nos queremos ir a casa pronto, antes de que se haga la una. ¡Sencillo!

-Si queréis volver a vuestra vida normal, me tendréis que escuchar.

-Ufff... -Resopló Becca.

-¿Y qué es? -Pregunté yo.

-Vosotras habéis tenido un pasado que no conocéis, y un futuro que no sabéis. Habéis sido repletas de engaños y mentiras.

-JA. JA. Y JA. ¿Quieres que me crea éso? Perdona, pero mi pasado ha sido muy bonito, y está repleto de RECUERDOS, no de engaños -se rebeló mi amiga.

-No. Creedme, esto no es una broma. Vosotras estáis unidas por un vínculo muy grande, aunque no lo creáis. Desde ahora, ya no veréis una palanca para ir al Mundo Mágico. 

-¿Ah, no? ¿Y qué veremos?

-Cada día tendréis que tener este collar colgado al cuello. Por la mañana, por el mediodía, por la tarde, y por la noche.

-¿Por?

-Cuando tengáis que volver al Mundo Mágico...

-¿Donde está Pinky? -Pregunté.

-Sí, donde está Pinky -repitió la niña-. ...este collar os avisará que tenéis que volver. 

-¿Y si es por la noche? -Pregunté.

-¿Y si es por la mañana, cuando estamos en el Insti, ó nos acabamos de despertar, también? 

-Sí, es verdad. Imagínate que estamos en un examen o algo parecido...

-¿Y si estamos de vacaciones?

-¿Y si estoy comiendo con mi madre? Siempre que vuelvo del Insti me voy a casa y como con ella. Imagínate que le tengo que decir que no puedo porque tengo que ir a hacer una visita a un Mundo Mágico. ¿Qué cara crees que pondrá? -Pregunté, un poco enfadada.

-Todo eso no pasará.

-¿Por qué?

-Porque en esos momentos no os llamarán. Os lo digo en serio. Los fantasmas como yo no podemos mentir... Ahora, por favor, coged estos collares, y haced caso de lo que os he dicho. ¡Adiós!

-¡Espera! 

Y volvió.

-Tengo unas amigas que también son hadas, como nosotras, y, bueno, le hemos prometido a Pinky que la ayudaremos en una misión que nos ha asignado...

-No te preocupes. Mañana recibirán una carta diciendo que tú ya no podrás ir al portal con ellas. Osea, que ellas seguirán viendo la palanca en los sitios que siempre la habéis visto. Y seguirán siendo hadas y todo, no te preocupes.

-Vale, gracias.

-Ahora me tengo que ir... Adiós, y prometedme que me haréis caso.

Y se fue, dejando un rastro de luz blanca. De golpe, todas las personas que estaban alrededor nuestro se empezaron a mover... Las dos nos miramos y sonreímos. Nos dimos los números de teléfono para poder hablar, y nos despedimos con un abrazo.

-Acuérdate de mi nombre: ¡Lia Horta! 

Y me volví al Restaurante. Mis familiares me miraron como si no hubiera pasado nada. Sonreí para mí misma.

    



El Portal Mágico 1: Un Lugar Llamado "Mundo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora