Así era la realidad.

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Había empezado a amar más a Arlo.

Incluso, pasamos más tiempo juntos y fue cuando más me atreví a saltarme las clases pese a la advertencia de mi padre. Era diferente, su amor era diferente. Pero aún así lo amaba. Tenía que amar algo que había causado. Y no sólo eso, este nuevo Arlo me había llegado a enamorar más.

Un día decidí hablar con mi padre para que hablase con la dichosa tía de Arlo. Arlo empezó a vivir con ella, y mirar por la ventana para verlo a él, era un vago recuerdo.

Los días pasaron y ellos pudieron hablar. Lo bueno fue que ambos quedaron en buenos términos. Iba a darle algún mérito por esto en un futuro.

Ambos quedaron en que querían lo mejor para nosotros. Que querían que continúe. Que Arlo parecía ser un mejor muchacho y otras cosas más que preferí ignorar.

Pero, era algo bueno. Al menos podíamos hablarnos pese a la restricción. Mi padre empezó a pasar un poco más de tiempo con nosotros, al principio fue incómodo pero fue algo que valió la pena.

Al menos, Arlo se había portado bien con el.

Si, el trato de Arlo era más distante. A veces se perdía todo un día y me mantenía al pendiente de saber donde estaba él. A veces el simplemente parecía pasar de mi.

Incluso, tuvimos peleas.

Peleas que me tienen dolida aun. En todas ellas Arlo terminó... Conmigo. Si, lo hizo varias veces. Pero fui yo quien le suplicó por un perdón.

¿Eso está bien?

Mi mente se había emputado conmigo literalmente por lo tonta que empezaba a ser. Que remedio me quedaba... ¿Qué?

Arlo no era el mismo maldita sea. ¿Cuántas veces lo he repetido en mi mente? Tonta tonta. Loella tonta.

Pero, las cosas tomaron mejor curso al pasar 5 meses juntos. Incluso, nos dio la curiosidad de probar nuestros cuerpos otra vez. La intensidad que se hacía presente, me hacía olvidar esas cosas. Esas cosas por las que me estaba haciendo masoquista. Amante de mi propio dolor, me até a un compromiso sin desearlo, pero algo de mi lo quería.

Tener sexo a ocultas también era algo... Romántico. Esta bien, no lo voy a negar. Me dejé llevar. Es decir ambos. ¿Qué más quedaba?

Había leído que muchas parejas arreglaban conflictos solo teniendo relaciones. Me imaginé en ese aspecto y me sentí del montón.

Faltaba algo en mí.

Era un día más, presa de mis ilusiones y de él. Él tenía la llave, y yo estaba sin candado. ¿Realmente le importaba?

Incluso picaramente he pensado en cuantas veces lo habíamos hecho. Comprobé que hasta ahora habían sido 9.

Pero esos detalles no importan cuando es amor de verdad lo que sientes... ¿O me equivoco? Espero no hacerlo.

Cartas a mi soledad [Terminado] #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora