Esa frase la escuché más seguido. Mi madre cada vez, una nueva excusa por crear alguna pelea. Cosas ridículas ya me había cansado.
Ah, pero todo era culpa de Arlo. Por más que haya intentado matarme, le defiendo si. Porque el no tiene nada que ver con mis problemas en casa.
Que por Arlo esto, que por Arlo esto otro. Que Arlo, Arlo, Arlo.
¿Qué no me puedes dejar en paz?
Debía callar. No puedo decirle lo molesta que estoy. Desde que salí del hospital, creía que habrían cuidados hasta que realmente me síntese mejor. Pero no.
Me valía. Empezó a molestarme la idea de que me digan, porque es menor de edad. Que porque no ha vivido. Es joven, inexperta.
Tantas cosas que pueden caer directamente en tu cabeza y te hacen despertar. Estúpidos adultos con su idea de superioridad. Ellos también fueron jóvenes y tontos. Pero ellos no quieren que cometas sus mismos errores y al fin y al cabo su recelo no les sirve de nada. O haces lo que no quieren o lo haces peor.
Escuché decir eso de mi madre varias veces, comparandome con mis hermanas, nótese casadas. Ambas hijas del señor, el mundo entero de mi madre y su más grande orgullo. Las que nunca mataron una mosca.
Pero tampoco soy tonta. Ni olvido fácilmente.
Ahora, ver por la ventana de mi habitación y ver la mansión me trae únicamente buenos recuerdos, que me hacen olvidar con facilidad que pasaba. Decidí que por la noche saldría a ver de nuevo la mansión yo sola.
Al caer la noche, asegurandome de que mis padres durmieron salí a ocultas por la ventana. Caminé hasta llegar al patio trasero y trepe apenas la ventana de la habitación de Arlo. Sus cosas seguían ahí, ordenadas como siempre. Me recoste en su cama y empecé a sentir el perfume que el a veces llevaba y me embriague de ese olor.
- Loella.
Me senté de golpe y vi a Arlo parado en la puerta.
- ¿Qué haces en mi cama?
No quería responder.
- Perdón.
El se acercó hacia mi y se sentó al borde de mi cama, manteniendo esa distancia que el creaba. La misma que había creado cuando el me dejaba plantada.
- No Arlo.
El me miró triste. Y se alejó en cuanto yo gateaba hacía el. Le miré y apenas quise tocarle el se paró. Casi me caigo por intentar seguirle el paso, pero me sentía exhausta. Mi corazón estaba débil y Arlo ya sabía eso.
- Arlo... No hagas las cosas más difíciles de lo que ya son. Date cuenta.
El me miró y se acercó un poco. Mantuvo su posición en lo que yo me paraba para estar a su frente. Miré sus ojos, débiles. Antes su mirada penetrava todo de mi, poniéndome nerviosa.
No era el. ¿Cuántas facetas tiene?
- No lo haré Loella.
Logré tocar su rostro con ambas manos, y le abracé. Era tan fácil de olvidar a veces para mi, porque recordé que el también era el único que podía lastimarme. Pero el pasó del significado.
- Te amo.
Arlo sonrió y me abrazó. Me levanto como el solía hacerlo y me abrazó con fuerza. No podía respirar pero no me importaba, esos abrazos son los que siempre amé.
Olfateaba su perfume una vez más. Ese olor me traía loca. Arlo me hizo recostar en la cama suavemente mientras me miraba y me sonreía. El posó sus manos en mis piernas y las abrió.
Le miré pícara. Como de una cosa pasamos a otra...
Arlo empezó a besarme con intensidad, mientras el se deshacía de mi polera y yo le quitaba la chamarra. Pronto ambos nos contemplamos desnudos una vez más y nos sonreímos como siempre. El me miró y mientras casi lo empezábamos a hacer me susurro al oído.
- Loella, esta vez si te voy a proteger. No haré la misma locura... No. Esta vez te protégere más que a mi propia vida. Te amo.
Asentí, y con esto Arlo comenzó con lo suyo.
- Vamos 10 veces haciendo esto.
El me sonrió mientras tomaba una pausa al extenuante vaivén de movimientos. Yo respiraba agitadamente, y el tocaba mi pecho de vez en cuando, y me miraba.
- Tu corazón.
Asentí.
- ¿Te dijeron que tienes?
Negué con la cabeza. Arlo se recostó a mi lado, y un frío recorrió mi cuerpo. Pronto sentí el abrazo de Arlo. Me di la vuelta y Arlo me tapó con las sábanas.
- ¿Recuerdas nuestra primera vez? - Me dijo emocionado.
- Lo recuerdo siempre.
- ¿Y te dolió?
Me reí.
- Obvio que si. Pero luego tu viste, pude caminar.
- Tu jugabas que te dejaría coja, ¿Verdad?
Asentí. Sentí la respiración de Arlo en mi cabeza, esa sensación húmeda que dejaba, la sentía.
- Te amo.
- Yo también te amo Arlo.
Antes de quedar dormida, me di cuenta que Arlo se había dormido. Así desnudo y tal cual me le quedé mirando mientras me vestía para volver a casa. Sonreí.
Le dejé una nota.
Arlo, la próxima vez que nos veamos espero sea pronto. Lo espero de verdad.
No olvides que te amo. Y por más de que hayas intentado matarme pues, es mi culpa... Tu me dijiste que habías matado, ahora si te creo realmente.
Te amo. No sé que más decir.
No he vivido más que 16 años. Pero siento que he vivido más de la cuenta.
Tape a Arlo y me fui. Bajé con cuidado hasta llegar al patio, y me metí rápidamente por la ventana de mi cuarto. Me metí en la cama y me dormí.
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Cartas a mi soledad [Terminado] #Wattys2016
Teen Fiction¿Qué es peor? Un psicópata a tu lado... O amarlo intensamente. "No necesitas mezclar la tristeza y el amor, cuando un hombre tiene un poco de ambas." Porque... Incluso darlo todo puede ser peligroso.