Una noche.

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Loella y yo caminamos en el bosque. Tratando de buscar cobijo, ya eran las 6 y hacía mucho frío. Le miré, y ella tiritaba de frío. Pero, pensé durante todo el trayecto que en algún momento íbamos a volver.

Quería persuadir a Loella, no porque me metan a la cárcel, sino porque si las cosas se ponían rudas... Sería difícil y doloroso para ella.

Quería persuadirla. Así quizás su padre me acepte. Aunque me mataría, salía con Loella sin su consentimiento. Es decir, arruine la relación con mi "suegro".

Llevé a Loella hasta el río de la otra vez. Esta vez si pudimos llegar. Pero, el clima no ayudaba. Loella me miraba de rato en rato y nuestras miradas ocasionalmente se cruzaban.

Caminamos al borde del río, Loella caminaba justo por la orilla. Le cambié de lugar, y le hice caminar por el lado más seguro. Loella me miró.

Seguimos caminando, tenía la esperanza de que encontraríamos una cabaña abandonada.

Y tuvimos suerte. Era una pequeña cabaña, algo deteriorada, pero era útil para nosotros.

Entramos y vimos sábanas viejas, pero ninguna cama. La cabaña era más un centro de control, pero no sé de que. Loella acomodó algunos colchones que encontramos tras una puerta. El espacio era muy reducido.

Le ayudé a tender la cama y luego nos quitamos los zapatos. Nos metimos a la cama y Loella se apoyó en mi brazo, y la abracé.

- Arlo, es nuestra primera noche juntos.

Notaba algo de emoción en sus palabras. Es como que no quería tocar su realidad... Vivir lo que estamos haciendo ahora.

- Si, me siento feliz ¿Sabes?

Loella me miró. Ya era casi de noche.

La bese en los labios, y ella apoyó sus manos sobre mi cabeza. Impulsos venían a mi, de volver a hacerlo con ella.

Me puse encima de ella y sentía como me excitaba. Loella y yo empezamos a besarnos más intensamente.

No quería que la noche termine. Sólo ella y yo, en un aloe intenso de nuestros cuerpos. Sentía como la adrenalina por el sexo recorría mi cuerpo, haciéndome más salvaje, más torpe. Pero Loella no reclamaba, sólo gemia. Me excitaba más, cada vez más ver el rostro de Loella.

Era un momento en que nuestros cuerpos eran uno. Amaba sentir y pensar eso, saber que ella era mi ideal, saber que había conocido a Loella.

Entonces, fue la segunda vez que lo hacíamos.

Cartas a mi soledad [Terminado] #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora