Nuestra locura.

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Los días pasaron, mientras Arlo se había mudado solo a la mansión al lado de mi casa. Todas las noches salia por mi ventana para ir a la suya y charlar. Me empezaba a gustar esa idea rebelde de salir por la noche a ver las estrellas.

Le conté a Arlo todo lo que sabía de mi misma. Irónico. Nunca lo había hecho, y tampoco descubro todo de mi.

Le conté que me gustaba leer y escribir a veces. Que me gustaba coleccionar plumas. Plumas que caían a veces en mi camino, pequeñas y suaves. Tantas cosas, y cosas que el ocultaba de si mismo.

No pude saber mucho de él.

Él me evadió varias veces cuando le preguntaba sobre su familia o su pasado. Se limitó a contarme sobre sus gustos y nada más.

Una noche en especial, el tocó mi ventana a eso de las 12. Justo en el día de mi cumpleaños.

Me desperté malhumorada. Y miré hacia la ventana. Arlo me sonrió y me hizo señas para que le siga.

Había perdido mucho tiempo pensando en el tiempo que llevo conociendo a este muchacho.

Al salir, encontré un camino de hojas que llevaban al patio trasero de la mansión. Al entrar, una mesa con dos sillas y una vela. Sonreí y sentí como Arlo me abrazó por detrás. Toqué sus manos, estaban frías pero las seguí tocando, palpaba con mis dedos sus brazos hasta sentir el confort de saber que me quería.

Algo raro ocurría en mi.

Arlo me hizo sentar. Me sonrió, y sacó una barra de chocolate y me la dio. Sonreí aún más. Arlo recorrió la silla de él hasta al lado de la mía y se sentó. Me abrazó.

¿Qué éramos?

- Arlo,?¿Hace cuanto que nos conocemos?

- Casi dos semanas.

Podía jurar que eran más.

- ¿En serio?

El asintió. Me miró con seriedad esta vez. Me perdí en su mirada...

- Loella, quizás sea muy precoz. Pero... ¿Quieres entablar una relación seria conmigo?

Sentí sonreír aquel instante. Le miré y me quedé callada un momento. Sólo cerré los ojos y asentí.

Arlo me abrazó.

- Pero Arlo... Nos conocemos poco...

- Pero me gustas. Algo de ti me llamó mucho la atención sabes, sonará a cliché pero no eres como las demás. Tu sonrisa, tu mirada... Todo de ti.

- Arlo... Entonces... Probemos como nos va. Déjame pensarlo... ¿Si?

- Vale.

Sin dejar de abrazarme, Arlo suspiro. Sentí un escalofrío en mi cuello cuando el hizo eso. Le abracé yo también y le sonreí a la nada.

Era una locura. Locura que quería ser parte de mi, y yo quería explorar todo lo que sería de mi también. Algo había cambiado.

Arlo levantó la cabeza y me dio un beso en la frente.

- Ve a dormir. Espero la respuesta a mañana.

Sonreí. Y le miré. Ambos nos levantamos y el me acompañó el pequeño camino hasta mi ventana.

Le diría que si.

Cartas a mi soledad [Terminado] #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora