De nuevo, la odiosa escuela. Millones de miradas caían sobre mi, y mi padre que iba de guarura con su arcabuz.
Mierda, odiaba sentirme mirada y rodeada así. Mi mente me reprochó varias veces esto, son solo consecuencias de tus actos. Mi conciencia era mi propia madre.
Las preguntas se hicieron infinitas. ¿Qué pasó? ¿Estabas embarazada? ¿Te rapto?
No, no. Quería gritar en sus caras que valga mierda lo que pensaran. Quería estar en paz.
Habían pasado 3 días. Exactamente escapamos un martes. Jueves nos encontraron. Viernes me "obligaron" a hacer un cateo visual, que constaba que les indique a todos los lugares a los que fui. Cosas que prefiero olvidar.
Era lunes. Al salir al receso corto, después de todo lo que tenía que soportar. No era poco las miradas sino también los comentarios.
Arlo estaba parado en frente mío. El estaba hablando con unos chicos que el decía eran sus amigos, y me miró. Vestía con una chompita de lana negra y se le veía pálido.
Quería correr.
Pero recordé lo que había pasado antes.
Loella, Arlo no debe hablarte. En la audiencia que se dio el juez determinó eso. No debe acercarse a ti. Ni hablarte por ningún medio. ¿vale? El juez dijo eso después de que el dijera que te amaba y que no podía estar sin ti. Pero el también dijo que se había dejado llevar por ti.
Mi padre me había comentado eso. Tenía miedo. ¿Y si nos ven juntos?
Me aseguré de que no haya nadie más que solo desconocidos para mi. Mis amigas, eran sólo dos. Pero fieles a mi prometieron cuidar mi secreto. Hasta ahora dudo de sus palabras, pero siento que realmente me protegieron.
Abracé a Arlo. Si, lo abracé. El lo hizo pero sentí temblar sus brazos. Donde estábamos era un pequeño patio, y caminando un poco más hacia las aulas de talleres, había un pasillo un poco oculto. Le jale ahí sin decir nada.
Cuando ambos estábamos seguros, le abracé y el esta vez me correspondió con fuerza. Le besé y le miré.
- ¿Estas bien?
- ¿Qué dijo tu padre de mi?
Ese no era mi Arlo.
- Nada Arlo... Mi a-amor... Yo...
- Loella no digas nada. Estoy mal... ¿No lo ves? Pasé en celdas... ¡Me golpearon! No sabes la rabia que tengo ahora.
Unas lágrimas cayeron por sus mejillas. Yo también lloré.
- Pero Arlo... Lo siento... Es mi culpa todo esto. Toda esta mierda... Todo.
El negó y me miró con... Una mirada. Una mirada que nunca antes había visto en el. ¿Era Arlo de verdad? Es decir. Si era. Pero... El no es así de torpe conmigo.
Fue cuando me di cuenta que las cosas, no serían iguales.
- ¿Me amas? - Pregunté.
- Te sigo amando.
La frialdad en sus palabras me hacía dudar.
Estaba pendiente saber si el realmente era mi amor.- Te amo Arlo. Te amo... Tengo miedo de ahora en adelante. La gente, la vida. ¿Cómo vamos a hablar?
El me sonrió. Una calidez invadió mi interior diciéndome que el estaba ahí dentro de ese capullo que se había formado. Algo también me decía que debía terminar ahí las cosas.
Pero quise aferrarme. Era el con quien yo quería estar. Eso es lo que quería yo. Había leído mucho y me había convencido también que no debía aferrarme a él sólo por haber tenido sexo. Cuando en mi corazón y en mi mente habían razones más grandes para creer que él si era para mi.
Las cosas serian jodidamente duras. Mi corazón ya lo sabia. Mi mente también. Pero yo no estaba preparada aún para lo que se venía.
No.
No quiero que las cosas sean así.
No quiero que Arlo se aleje de mi.
No más.
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Cartas a mi soledad [Terminado] #Wattys2016
Roman pour Adolescents¿Qué es peor? Un psicópata a tu lado... O amarlo intensamente. "No necesitas mezclar la tristeza y el amor, cuando un hombre tiene un poco de ambas." Porque... Incluso darlo todo puede ser peligroso.