Un día entero.

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A la mañana siguiente ambos seguíamos en la cabaña.

Era increíble, escapar con Arlo... No podía describir lo que sentía. Pero, estoy segura que el sentía cierta alegría como yo. Al fin y al cabo, estábamos haciendo esto juntos.

Nunca llegué a entender mis propios miedos, mi padre... Las responsabilidades, la vida misma. Aprendí tanto, crecí y me mantuve en cierto régimen de madurez que regía lo que yo era.

Era.

Arlo me miró, sonriente. Seguíamos con nuestras poleras negras, pero estábamos desnudos por debajo. Me reí un poco al pensar que habíamos tenido relaciones, pese a él riesgo que conllevaba.

Me sentía estúpida. Es algo que debería evitar, pero no negare que tener mi primera vez con Arlo, a esta edad... Fue algo que nunca esperé. Imaginé la cantidad enorme de madres solteras por hacer lo mismo que yo...

Imaginar que podía pasarme, me ponía un poco enojada, me sentía realmente tonta. Pero, por otra parte veía lo lindo que sería ser mamá. Pero con Arlo.

Esos pensamientos rondaban en mi mente, cuando pensé también que sería de nosotros. ¿Trabajo? ¿Casa? ¿Dinero?

¿Qué haríamos?

Si yo estaba embarazada, ¿Cómo saldríamos adelante? Ni si quiera tengo la edad para trabajar de mesera aunque sea. La impotencia, era un sebtieniento que conlleve todo el tiempo que vino.

Arlo me tocó el brazo, como haciéndome ver de mis pensamientos. Sonreí, nunca me enfoque tanto en cosas así.

- ¿En que pensabas?

- En nuestra vida. Que haríamos, que pasaría si estuviese embarazada.

- No creo que lo estés Loella. Pero te he soñado así, embarazada. En sí... Sentía que este tiempo habían dos en vez de uno.

- ¡No me hagas asustar!

- Tu empezaste, tranquila. Igual estoy aquí, prometo que no te dejaré. Ni al bebé.

Quería creer que no estaba... Bueno, despeje mi mente.

- Hablemos de otra cosa. ¿Te parece? - Sugerí.

Arlo asintió, y yo me apoyé en su pecho.

- Loella... En algún momento debes volver a casa.

Negué con la cabeza.

- Prometeme que no me llevarás de vuelta.

- Loella... Te amo.

No iba a negar que la idea era... Una cosa de tontos. ¿No?

Arlo miró la hora, daban las 9. Se levantó, y se puso los pantalones y yo igual. Levanté mi mochila y Arlo me la quitó y el se colgó mi mochila. Apagué el celular y hasta le quite el chip.

Mi padre estaría buscandome.

Salimos de la cabaña, casi extrañando lo que habíamos hecho la noche anterior, le robé un beso. Arlo correspondió, debo decir muy "animado". Le alejé suavemente con mis brazos y lo abracé.

Quería pensar que estábamos casados.

Caminamos con dirección al pueblo siguiente, de modo que nos de tiempo de pensar las cosas y veríamos algo de comer.

Contamos el dinero y no teníamos mucho. Pero sí lo suficiente para comer algo. Caminar por el bosque, me resultó relajante, y olvidé rápidamente lo que estábamos haciendo. Estar con Arlo era el equivalente a olvidar las cosas, a olvidar mi realidad.

Creo que eso es amor de verdad.

Era un día juntos, sin restricciones de tiempo ni nada. Tomados de la mano, y mirarnos como tontos.

Muy cliché para mi gusto. Pero amaba esa sensación que generaba el en mi.

Al llegar al pueblo, nos acercamos a un restaurante pequeño y pedimos algo de comer. El comió un sándwich y yo un pastel de chocolate.

Nuestras conversaciones se limitaron a pequeños te amo que estremecían mi cuerpo entero.

Estaba feliz.

Cartas a mi soledad [Terminado] #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora