Me siento nerviosa mientras camino a través de la mansión llena de gente en busca de Karate Kid. Lo encuentro en la barra, hablando con una hermosa princesa rubia, y mi corazón se hunde, pero él se vuelve, sonríe y nos presenta.
—Chris, ésta es Penny. Compartimos el mismo agente —explica.
—Hola —digo—. ¿Eres actriz?
—Y camarera —responde ella con una sonrisa—. Tengo que ganarme la vida de alguna manera, ¿verdad? —Le sonríe a Joseph y le da una mirada significativa—. Os dejo.
—Encantada de conocerte —le digo a su espalda que se aleja. Me giro hacia Joseph y tomo un sorbo de mi bebida. No tengo ni idea de qué tiene ese sabroso ponche de naranja, pero me está haciendo sentir cálida y borracha, así que está haciendo algo bien.
Me inclino contra la barra y lo miro, con su traje de algodón blanco y un pañuelo atado en la frente. No puedo evitar sonreír.
—Sabes, te pareces mucho a Ralph... ¿cuál es su nombre? Macho o algo así.
—Macchio —contesta él con una sonrisa—. Espero que mi cabello sea mejor que el suyo.
—Oh, lo es —le aseguro—. Y tus músculos también son mejores. —Incapaz de contenerme, y ciertamente ayudada por ese pequeño y atrevido ponche, me inclino y aprieto uno de sus bíceps. Lo flexiona en broma antes de reírse.
—Whoa —digo apartando la mano y preguntándome no por primera vez cómo luce su pecho. Tengo la malvada urgencia de deslizar mis manos por dentro de su disfraz. Despacio, chica. Tomo un largo trago de mi bebida y me obligo a apartar la mirada de sus ojos oscuros, que todavía logran brillar a pesar de que son tan oscuros como la noche.
Luces blancas al otro lado de la habitación llaman mi atención y miro alrededor para encontrarme a Dana y a Zayn parados allí. Zayn está hablando animadamente con un tipo que reconozco de algún lugar u otro y Dana acaba de echar la cabeza hacia atrás y ríe, mientras se aferra al brazo de otro hombre. Entierra el rostro en su hombro, todavía riendo. Eso es coquetear un poco, pienso para mí misma. Miro a Zayn para ver si reacciona. No lo hace. Debe de estar acostumbrado. Quizá es por eso que ella le gusta: no es pegajosa. Es una manera de decirlo, de todos modos.
Vuelvo a mirar a Joseph. Me está mirando intensamente.
Luciérnaga Blanca comienza a moverse, así que me vuelvo para mirar a Dana mientras es guiada, riendo, fuera de la habitación. Más gente comienza a seguirlos.
—¿Qué pasa? —le pregunto a Joseph.
—No lo sé.
—¡Hora de los Disfraces! —grita alguien detrás de nosotros.
—La competencia —le digo a Joseph.
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Baby Be Mine
Romance"No es mi hijo, ¿verdad?" Ésa es la pregunta a la que más le temo. Verás, tengo un secreto. Mi novio no es el padre de mi hijo, sino una de las personas más famosas que haya vivido jamás. Y él ni siquiera lo sabe. Una vez asistente personal d...