Cerré el pestillo de la puerta como si en verdad eso ayudara a mantenerme protegida ante el alcancé de Declan.
Retrocedí un par de pasos tropezando en el sillón, sentándome con lentitud, observando fijamente el picaporte. Eso era todo.
Había pasado el resto del camino analizando todo, nunca llegue a la respuesta de la pregunta que rebotaba una y otra vez en mi cabeza. ¿Cómo me había metido en todo esto? Tape mi cara con ambas manos omitiendo las lágrimas de rabia en el interior de mis pupilas, no veía nada más que hacer, me rehusaba rotundamente cooperar para un delincuente, no quería tampoco iniciar algún tipo de vínculo con su enemigo, también delincuente. Me pregunte una y otra vez, como fue que en tan solo un par de semanas todo cambiara tan gráficamente. Tenía que hacerlo. No podía tomarme a la ligera la amenaza de Declan de ir por nosotras si yo no le ayudaba ¿Pero que ganaba yo? Si aceptaba automáticamente aceptaba mi propio destino, nadie aseguraba que todo saldría bien para mí. Declan lograra lo que quiere y posiblemente yo terminare en un gran lió mucho peor de el que vine. En todos lados era yo la que saldría perdiendo.
Mi línea de visión se enfocó en un solo artefacto de la sala, sobre la mesa, a un costado de la lámpara, el teléfono. Jamás había tenido ese sentimiento de temor y odio hacia un objeto, no luego de que Declan me sacara el número de casa y avisara a que llamaría en las próximas cuarenta y ocho horas para ratificar mi respuesta, era absurdo porque nadie más que él sabía que aceptaría aunque en el fondo me retorciera de negación. Me deshice de las zapatillas deportivas y las lance hacia la pared perdiendo el control de mi misma. Una de ellas se estrelló contra un cuadro de pintura perteneciente a Kayla, me olvide el hecho de que en cuanto llegara y lo sepa me matara y volví a descargar mi ira contra la silla más cercana arrojándola hacia el otro lado de habitación sin conseguir que se rompiera por lo menos. Ahora me encontraba caminando, acercándome a uno de los floreros más absurdos que consideraba y opte que era el mejor momento de deshacerme de el.
Owen apareció desde el pasillo y se lanzó para frenarme. Mal momento, porque también me desquite con él golpeándole en la mandíbula.
--Demonios, ¿Qué fue eso?- Siseo llevándose la mano hacia la zona golpeada, le había propinado mi mejor golpe y no estaba arrepentida. Cogí un cepillo y no dude en lanzárselo.--¿Quieres parar? ¡Para Harper! – lo esquivo con facilidad.
--¡Salte! –Abrí la puerta agitada.
Owen se limitó a mirarme con incredulidad.
Camine de vuelta a la sala cogiendo ahora el mando del televisor, note como amplio la mirada y corrió directamente a arrebatármelo.
--¿Pero, qué haces? ¡Dámelo! No permitiré que te desquites con la única cosa que me mantiene amarrado a este lugar. --Alargo uno de sus brazos moviéndolos ágilmente consiguiendo arrebatármelo.
--¡Solo lárgate maldita sea!
--¡No lo haré!
Intente empujarlo al suelo, fui yo quien termino ahí y Owen no dudo en sujetarme las muñecas al mismo tiempo en que yo me sacudía inútilmente por liberarme.
--¿Quieres estarte quieta?
--¡Suéltame!
--No hasta que controles tu ataque asesino.
Deje caer la cabeza de a golpe al suelo.--Suéltame.
--¿Mejor?
Asentí de malagana. El quito su peso de encima y se dispuso a mirarme cauteloso. Lo primero que hice al ponerme de pie fue mirarle con recelo.
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PREDOMINIO (Detenida)
Teen Fiction"El infierno puede ser divertido si te encuentras con el demonio correcto" ¿Quien menciono que podrás sobrevivir a ello?