Capitulo-36

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Era de esperanzarse, que como mal acostumbrados nos tienen las películas y los libros de romance esperáramos que las cosas sucedierecen tal y como en ellos se plantean. Pongo mi caso como ejemplo.

En una película cliché la chica que esta estúpidamente enamorada del chico equivocado (vale eso no lo niego, si lo vivo en propia carne) duerme en los brazos de su chico perfecto tras una discusión la noche anterior sobre quien dormirá en la cama y quien en el suelo. Es muy obvio que la chica se tiente el corazón y le pida que duerman juntos. Ambos lo hacen y así felizmente duermen la pareja futura del final feliz y esperado.

Un sonido raro, similar a alguien ahogándose me despierta de mi ensueño. Tome el primer cojín que estuvo a mi alcance y se lo lance en la boca en un deseo de que cobre vida y lo ahogue de verdad para ponerle fin a sus ronquidos.

"Ojala te ahogues con tu propia saliva Declan"

Como si entendiera mis pensamientos, se mueve entre las sabanas estirando las piernas hasta el borde de la cama.

"Vamos, un poco más"

Murmuro ansiada por oír el estruendoso ruido que hará si cae de la cama. En lugar de eso da la vuelta y abraza su almohada como un niño abrazando su oso de peluche. Gruñí en lo alto. Recordando amargamente nuestra "discusión antes de dormir"

-Por pura caballerosidad, no, yo diría obligación moral....puedes dormir en mi cama. Ah, con una condición-me señala con una mirada acusadora-te lavaras los pies antes de ponerle un solo dedo a mis colchas sedosas.

-¿Insinúas que me apestan los pies?-abro la boca indignada.

El me echa una mirada de pies a cabeza tratando de disimular que su objetivo principal eran mis pies antes de asentir firmemente.

-No es que lo afirme pero siempre me tomo ciertas precauciones-ladea la cabeza.

-No te preocupes-cruzo mis brazos en mi regazo mostrando mi independencia inexistente-Tus colchas no se ensuciaran por mi suciedad en absoluto.

-¿Cómo está eso?

-No pienso dormir en ellas, me pegaras los piojos.-el suelta una carcajada y se apoya en la cabecera de su cama.

-¿Segura?

Asiento insegura.

El asiente satisfecho.

-Sabía que lo entenderías.

-¿Qué?

-El sillón es demasiado pequeño-señala con una mueca-Tu eres mucho más corta y delgada que yo, es cosa del destino que duerma en mi cama. Linda noche Harper.-dice guiñando un ojo y apagando el interruptor dejándome en completa oscuridad. Mi cuerpo se tambalea cuando varios cojines aterrizan en mi cara seguida de varias mantas.

-¡Maldito salvaje!-mascullo histérica. Recojo las mantas y me tiro al sillón. Antes de cerrar los parpados escucho su risilla fastidiosa.

-Maldito salvaje- murmuro entre siseos observándolo dormir plácidamente. Su cabello alborotado le caía suavemente por encima de sus ojos, sus facciones se ven mucho más finas y cautivadoras cuando no hay señal de un ceño fruncido estropeando semejanza belleza dios griega. Casi se me escapa un suspiro al verle tan jodidamente atractivo y pasivo dormido.

Me levanto finalmente estirando mis huesos y músculos entumecidos. La noche me la pase del asco. Mis pies apenas y cabían en esa cosa horrorosa. Caí dos veces en la noche, hizo un frio del infierno y podría jurar que una cucaracha pasó a darme las buenas noches. Estuve a un pelo de pedirle a Declan que me hiciera espacio, pero mi orgullo me encadeno al sillón el resto de la noche.

PREDOMINIO (Detenida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora