17. "Haré Todo Para Enamorarte"

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Alonso me seguía guiando, caminamos por todo el parque hasta un punto en el que ya casi no se veían personas alrededor.

Llegamos a un lugar lejos del parque, había un pequeño río frente a nosotros pero lo que me llamó la atención fue la decoración que había, era una pequeña mesa y dos sillas, nuestro alrededor estaba decorado con muchas luces, había luces en el árbol y todo se veía muy... ¿Romántico?

—¿Qué te parece? —preguntó Alonso por detrás susurrándome al oído, lo que provocó que mi piel se erizara.

—Es... Muy lindo. —le respondí sin dejar de admirar todo, giré a mirarlo y tenía una sonrisa dibujada en su rostro, una muy linda sonrisa.

—Me gusta que te guste. —dijo sonriendo y yo reí. —Ven. —me tomó de la mano y caminamos hasta la mesa, hizo la silla para atrás para que me sentará lo cual hice y me ayudó a acomodarla.

—¿Tú hiciste todo esto? —le pregunté volviendo a admirar todo lo que nos rodeaba.

—Así es. —respondió orgulloso mientras se sentaba.

—Es impresionante. —le dije sonriendo y él volvió a sonreír.

—No es por presumir pero... —dijo y se inclinó hasta mi lugar ya que estaba frente a mi, pero entonces entendí: estaba quitándole la tapa al plato que estaba frente a mi. —También hice la comida. —dijo al mismo tiempo que tenía frente a mi un plato con espagueti, que por cierto huele delicioso.

—Vaya. —le dije sorprendida, él solo comenzó a reír.

—Pruébalo. —me animó sonriendo.

—De acuerdo. —dije y reí un poco antes de enredar un poco de espagueti en mi tenedor para después llevarlo hasta mi boca. —Oh por Dios. —dije una vez que pase la comida. —Esto esta muy bueno. —le dije sorprendida, y es verdad, estaba delicioso.

—Gracias. —dijo y sonrió, ambos comenzamos a comer mientras yo seguía alagando la comida que Alonso había preparado.

—La chica que te tenga va a ser muy suertuda. —le mencioné una vez que terminamos de comer, noté cómo Alonso se removió incómodo en su silla. —¿Sucede algo? —le pregunté al notar su comportamiento, no quería arruinar la cena con palabras inapropiadas.

—Cam... Debo decirte algo. —me dijo incómodo.

—Pues... Dime. —respondí confundida, Alonso soltó un suspiro.

—No pensaba decírtelo ahora pero... No sé. —me dijo pasando su mano por su alborotado cabello.

—¿Es malo? —pregunté curiosa, se veía nervioso así que debo suponer que es algo malo.

—No, nada de eso. —dijo y soltó una pequeña risa. —Es sólo que... Te contaré una historia. —me dijo sonriendo, y yo asentí.

Él tomó aire y volvió a suspirar, miró hacia todos lados y volteó a verme.

—A mi me gusta una chica... —comenzó y sonrió. —La primera vez que la vi, te seré honesto, no me llevé una buena impresión de ella. —continuó diciendo sin borrar la sonrisa de su rostro. —Pero... después la conocí, me di cuenta que es una chica muy linda, no sólo físicamente, puedo jurar que también lo es sentimentalmente, salí con ella aunque la primera vez que salimos fue un desastre. —dijo y comenzó a reír lo cuál yo también hice ya que me recordó a la primera vez que... Salí con él.

No puede ser que esté hablando de mi, ¿o sí?

—Cam, ¿quieres saber quién es esa chica? —¿que si quiero saber? un momento ¿realmente quiero saber?

—Claro. —le respondí casi en un susurro, él se levantó de la silla y caminó hasta llegar a mi lado, suspiró y se agachó.

—Eres tú Cam. —me dijo mirándome a los ojos.

—¿Yo? —No Camila, le habla a la otra chica que está detrás de ti y de pura casualidad se llama como tú, ¡no seas estúpida obvio te lo dice a ti!

—Sí, me gustas Camila, desde que te tire el desayuno y hablamos, sentía que tenía que estar contigo, que eras la indicada. —dijo tomándome las manos, no sabía qué hacer o decir.

—Alonso yo... —no sabía qué decirle. —Lo lamento. —le dije y él me miró confundido.

—¿Lo lamentas? Cam... No sé si tú me quieras, pero si de algo estoy seguro es que estoy dispuesto a hacer todo para enamorarte. —me dijo seguro de sí mismo y dio un beso en mis manos. Después de esto se puso de pie. —Es hora de irnos. —me dijo sonriendo, y tenía razón, el tiempo se paso volando, llegamos a las tres con treinta al parque y ya eran cerca de las siete en punto, sólo asentí con la cabeza y me levanté.

—¿Qué sucederá con todo esto? —le pregunte curiosa, él sonrió.

—Luego vendré a quitarlo. —dijo encogiéndose de hombros. —No es como si alguien pasara muy seguido por aquí. —dijo mirándome a los ojos y yo sonreí.

(...)

—Gracias por todo, Alonso. —le dije una vez que ya me encontraba a unos metros de la puerta de mi casa, pensé que el trayecto de regreso sería incómodo, pero no fue así, de alguna manera me sentía bien al saber que le gustaba a alguien.

—Haría todo por ti. —dijo sonriendo y, en ese momento, pude jurar que me ruboricé, gracias al cielo era de noche.

¿Debería abrazarlo? Sí, ¿por qué no? Me acerqué a él y lo abracé, se sorprendió pero al final me regresó el abrazo.

—Te veo el lunes, Cam. —dijo una vez que nos separamos.

—De acuerdo. —dije sonriendo y él me dio un beso en la mejilla para después entrar a su auto e irse.

Antes de entrar a casa volví a imaginar todo lo que sucedió esta tarde, Alonso diciéndome que le gustaba, la sorpresa que me preparó y la deliciosa comida; suspiré y caminé a la entrada de mi casa y una vez que llegué abrí la puerta para encontrame con una desagradable escena: Rebecca.

Iugh.

—Hola. —saludé sin emoción.

—¡Cami! ¡Hola! —dijo Rebecca levantándose del sofá en el que estaba junto a Jos para darme un beso en cada mejilla, y yo por supuesto hice una mueca de asco.

—Iré a mi habitación, adiós. —dije y subí las escaleras para encerrarme en mi habitación.

Me aventé a mi cama y me puse a pensar.

Alonso. Le gusto. Linda sonrisa. Hermosa mirada. Excelente cocinero. Detallista. Caballeroso. Guapo.

Oh Dios.

Suspiré al recordar todo lo que había pasado, de nuevo, se me hace imposible sacarlo de mi mente.

—¡Josi! ¡Hazme caso! —escuché que gritaron, era Rebecca. —¡No me ignores así! —volvió a gritar pero se escuchaba diferente, parecía que estaba ¿llorando? —¡De acuerdo, me iré! —dijo y después escuché cómo cerraron la puerta, así que bajé para ver qué sucedía.

Llegué a la sala y vi a un Jos en un aparente estado de shock, me alarmé y caminé rápido a él.

—¿¡Jos!? —le grité alterada, él seguía igual, ¿qué hago?

¿Recurrir a medidas drásticas o esperar a que salga del trance?

Medidas drásticas.

Tomé impulso y le di una bofetada en la mejilla derecha, aunque salió del shock me siento arrepentida

—Lo lamento. —le dije apenada. —¿Qué sucede Jos? —pregunté curiosa.

—Rebecca... —tartamudeó.

—¿Qué ocurre con ella? —volví a preguntarle.

—Ella... —dijo sin mirarme, su mirada se fijaba al frente.

—¿Ella qué, Jos? ¡Demonios, habla! —le dije un poco más desesperada.

—Está embarazada....

¿¡QUÉ!?

Dos Chicos, Una Decisión #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora