29. El Lago

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Cuando Alonso y yo regresamos a la cabaña el auto de Alan estaba estacionado frente a ella, lo que obviamente significaba que él ya se encontraba aquí.

Una vez adentro de ella nos encontramos a un Jos dormido en el regazo de Rebecca mientras ella le acariciaba el cabello, a un Bryan enfocado viendo la televisión y a Freddy platicando animadamente con Alan.

—¡Prima! —gritó Alan levantándose del sofá causando que Jos se despertara y cayera al suelo, él volteó a ver a Rebecca quien le sonrió inocentemente.

—Hola. —le dije acercándome a él para envolverlo en un cálido abrazo.

—¿Qué tal? ¿Cómo has estado? —preguntó una vez que nos separamos

—Bien, gracias. —le dije sonriendo. —¿Y tú? —le pregunté regresando junto a Alonso.

—Excelente, veo que también vino mi primo. —dijo refiriéndose a Alonso.

—Sí, con la única diferencia que ahora podría decirse que sí somos primos. —dijo Alonso pasando su brazo sobre mis hombros.

—¡Genial! —gritó Alan, giré a ver la reacción de Jos, él solo rodó los ojos. —Tienen mi bendición. —dijo abrazando a Alonso.

—Gracias. —dijo Alonso sonriendo.

—Tienen la de él, pero la que importa es la mía. —dijo Freddy interponiéndose entre Alonso y yo.

—No seas amargado, primo. —le dijo Alan quien se cruzó de brazos.

—Como sea. —dijo Freddy apartándome de Alonso y me sentó en el sofá sentándose él junto a mi. —Salgamos a algún lado.

—¡No! Aquí hay muchos bichos y animales asquerosos. —se quejó Rebecca, Jos soltó un suspiro.

—Cariño, no te va a pasar nada. —le dijo Jos a Rebecca tomándola de la mano, ya quisiera yo estar en el lugar de ella.

Me levanté del sofá para posicionarme de nuevo junto a Alonso.

—Aquí cerca hay un lago, podríamos ir y hacer un pequeño picnic. —dijo Alan sentándose donde estaba yo anteriormente.

—Me agrada la idea. —dijo Alonso abrazándome por la cintura.

—¡Tus manos donde pueda verlas Villalpando! —gritó Freddy a Alonso, al menos se sabe su apellido, Alonso alejó sus manos de mi asustado y pude ver a Jos sonriendo burlón.

—Pues vamos. —dijo Jos levantándose del sofá.

—No Josi, no quiero ir. —se volvió a quejar Rebecca, Jos la tomó de la mano y la levantó con cuidado.

—Vamos, no te pasará nada y, además, debes caminar porque cuando este pequeño crezca no podrás más, ni siquiera usarás tacones. —le dijo Jos acariciando su panza, Rebecca se veía nerviosa pero sonrió.

—Bien. —fue lo único que dijo y entrelazó su mano con la de Jos.

—Pues ya está, vámonos. —dijo Bryan caminando hacia la salida. —¿No vienen? —preguntó.

—Aún no preparamos nada para llevar. —le dije y él asintió.

—De acuerdo, entonces preparen lo que sea y... Nos vamos. —dijo y regresó al sofá a sentarse.

(...)

Una vez que preparamos todo y ya lo teníamos guardado en una pequeña canasta llena de jugos de fruta, botellas de agua natural y unos cuantos sándwiches para comer salimos caminando hacia el famoso lago del que Alan nos contó.

Dos Chicos, Una Decisión #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora