12. No Somos Novios

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Lunes, 5:30 am.

Mi escandalosa alarma estaba sonando anunciando que ya era hora de levantarme, así que eso hice.

Tomé mi ropa y entré al baño para darme una ducha rápida. Salí quince minutos después con una toalla enredada en mi cabello para que absorbiera el agua que se encontraba en él.

—¡Camila! —me gritó Freddy, espero que no se haya terminado el papel de baño. Salí de mi habitación para buscar de dónde provenían los gritos de mi hermano.

—¿Freddy? —pregunté bajando los escalones. —¿En dónde estás? —volví a preguntar buscándolo con la mirada.

—En la cocina. —dijo una vez que llegué a la planta de abajo.

—¿Qué sucede? —le pregunté cuando llegué su lado.

—¿Puedes ir con Jos y pedirle un poco de azúcar? La necesito para mi café. —me pidió sin mirarme.

—No. —respondí, no quería ver a Jos, aunque si no fuera por él probablemente Alonso y yo nunca hubiéramos encontrado la gasolinera.

—Anda. —insistió Freddy haciendo berrinche.

—No Freddy, ve tú si tanto quieres tu azúcar, debo seguir arreglándome. —le dije y salí de la cocina.

—¡Camiiiii! —siguió insistiendo Freddy, bufé y me di media vuelta, espero no arrepentirme de esto.

—Bien, ya vuelvo. —le dije y salí de casa hacia la casa de Jos, una vez que estuve frente a su puerta toqué.

—Hola, Cam. —saludó un Jos recién levantado, ¿¡Dios mío, por qué me haces esto!? Aún recién levantado se ve muy guapo.

—¿Te acabas de despertar? —le pregunté, aunque era obvio, estaba despeinado, traía una camiseta deportiva y un short.

—Sí, ¿qué hora es? —preguntó frotando sus ojos.

—Seis con diez de la mañana. —le contesté intentando no admirarlo tanto.

—Ah. —se quejó. —Pensé que era más tarde. —me dijo con los ojos entrecerrados, esos hermosos ojos me estaban mirando.

—Sí, bueno... —dije tartamudeando. —Freddy me mandó a pedirte un poco de azúcar.

—Claro, sí, pasa. —dijo haciéndose a un lado para dejarme pasar, y eso hice. —Siéntate. —me dijo señalando su sofá mientras él caminaba a la cocina.

Mientras Jos iba a buscar el azúcar que Freddy me había pedido hice lo que Jos me dijo, me senté en su sofá, ya había entrado a su casa antes pero nunca me cansaba de ver sus fotos, especialmente si eran de él cuando era solo un pequeño niño, esas mejillas y esos hermosos ojos que sin duda alguna sigue teniendo, todo él desde pequeño es perfecto.

—Toma, Cam. —dijo Jos llegando a la sala y extendiendome una taza con azúcar dentro.

—Muchas gracias. —dije levantándome y tomando la taza, lo mire y sonreí para después comenzar a caminar hacia la puerta.

—Camila. —me llamó Jos, enseguida giré a verlo.

—¿Qué sucede? —le pregunté, él me miró y se rascó la nuca.

—Si quieres... Puedo llevarte a la escuela. —me dijo tartamudeando, eso es algo nuevo en Jos.

—N-no, gracias. —le respondí. —No podría dejar a Freddy solo, pero... ¿Cómo me llevarías? —le pregunté recordando que no tenía auto.

—Tengo un auto nuevo, ¿no lo viste el viernes? —preguntó y comencé a recordar, la verdad no sabía que ese auto era de él.

—Oh, no sabía que era tuyo.

Dos Chicos, Una Decisión #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora