- Empezando por el principio, tengo que decir, en mi defensa, que nada de lo que salga de la boca de ese tío de ahí cuenta como evidencia.
- ¿Está diciendo, señorita Blood, que nada de lo que diga el testigo será cierto?
- En efecto señora jueza.
- Es decir, que el juramento que acaba de hacer...
- Totalmente falso, señora jueza.
- ¿Y usted señorita Blood?
- ¿Yo?; ah no, yo soy sincera.
- Está bien; aclarado ésto, ¿qué tal sí el testigo nos cuenta los hechos?
- Por supuesto- acepta tranquilamente; le fulmino con la mirada y él sonríe travieso.
¡Agh! Le odio tanto... Es tan propenso a hacerme odiarle que acabaré por... bah, no adelantaré nada. El caso es que, ese tío que va a testificar contra mí dentro de pocos segundos frente al juzgado del Instituto, no es más que el chico que se sienta detrás de mí en la mayoría de las clases; un chico que pertenece al equipo de fútbol, es el presidente de la junta del alumnado, saca buenas notas, tiene el pelo perfecto, es guapo, es alto, todas sueñan con ser su novia.... Lo de siempre. Por cierto, se llama Jasper.
- ¿Podría contarme acerca de los hechos ocurridos la noche del día 31 de Octubre?- pregunta la jueza.
- Encantado señora jueza. Aquella noche, la señorita Blood,- dice mirándome fijamente; me muerdo la lengua- se tomó un par de copas... Y digamos que se le fue de las manos; salió del recinto, cogió el coche del Director White, le hizo un puente y... lo estrelló contra la fachada del polideportivo mientras sacaba la cabeza por la ventana y gritaba: "¡Muerte a los penes!, ¡Muerte a todos los chicos del universo!, ¡Morid, sois todos idiotas!" etcétera, etcétera refiriéndose a todo este tema de que los chicos somos unos... capullos literales, por decirlo suavemente- concluye satisfecho y con una sonrisita triunfadora; le miro y él a mí, sus ojos ambarinos consiguen despistarme un segundo, pero vuelvo a concentrarme.
- Te odio Jasper Wild, te odio- susurro entre dientes mientras él lee mis labios sin apartar la sonrisa; pongo los ojos en blanco.
- ¿Me cuenta su versión de los hechos, señorita Blood?- pregunta por fin la jueza; asiento enseñándole una leve sonrisa dulce.
- Como dije antes: miente. Lo que pasó aquella noche sólo fue que, el Director White, me pidió que por favor le cambiase el coche de sitio y, yo, como buena alumna, le hice caso y monté en su coche para llevar a cabo mi recado; como podrá ver en el vídeo de evidencia, abro el coche con la llave; ¿cómo cree que las conseguí, pidiéndolas?
- Okay, está bien. ¿Le dio las llaves usted Director White?
- Sí, yo se las di pidiéndole que hiciera ese recado- contesta mirándome libidinoso; resoplo.
- El número de después tampoco es cierto; como va a ver en la evidencia, intento parar el coche cuando un gato atraviesa la calle de repente, el volante se descontrola y acabo estrellada contra la fechada y maldiciendo a la madre del gato como era debido por aquel entonces- aclaro intentando quitarme de encima la babosa mirada del director.
- Muy bien, veamos la evidencia.Estoy atacada de los nervios, ¿habrá podido Mitch editar el vídeo a tiempo para que sea verdad lo que he dicho?
Suspiro aliviada cuando veo que la jueza se está tragando la treta del gato y su madre, miro de reojo a Jasper; ¿porqué nos llevamos tan mal ahora? Echo de menos cuando nos escapábamos de casa por las tardes sólo para perdernos juntos en el bosque que hay frente a nuestro vecindario, él era mi mejor amigo y, yo, su mejor amiga, pero por entonces sólo éramos unos críos de diez años que se habían encariñado.Vuelvo la mirada hacia el frente, el video acaba de terminar; la jueza me mira seriamente a los ojos.
- Te voy a sancionar con una multa de doscientos dólares por estrellar el coche contra la fachada y... vas a estar vigilada lo que queda de trimestre por si pasa algo más, ¿entendido?- sentencia con tranquilidad; asiento contenta, al fin y al cabo, no es tanto.
-¿Quién estará pendiente de mí, señora jueza?- preguntó curiosa.
- Jasper, a partir de ahora, no puedes perderla de vista ni si quiera fuera de clases, tiene abierto un expediente- le dice solemnemente; nos miramos con algo de terror en los ojos, ahora somos demasiado diferentes, esto sí que era liarla. Salimos del despacho del Director White uno al lado del otro, probablemente, yo voy algo más adelantada a sus pasos tranquilos. Siento en la nuca que me mira fijamente, giro sobre mis talones y le miro a los ojos. Sonríe.
- Veo que aún sabes mentir tan bien como hace seis años- dice cuando está cerca; sonrío y comienzo a caminar a su lado, con las manos en los bolsillos de la sudadera.
- Alguien me enseñó bastante bien, con sus propias mentiras- indico dándole un golpe bajo; me mira.
- Ya no soy así- replica; sonrío mirando al suelo.
- No, ahora sólo eres imbécil;- respondo- en vez de imbécil y mentiroso como entonces- comento seria; suspira, mete las manos en los bolsillos de su pantalón y camina mirando al suelo mientras vamos cruzando los jardines del Instituto. Llegamos al parking y nos miramos a los ojos.
- ¿Quieres... te llevo?- me pregunta algo cortado.
- ¿Estás seguro?- susurro impresionada por su ofrecimiento.
- Eres mi vecina y... ya no puedo dejarte sola- insiste sonrojado, llevándose una mano a la nuca.
- Mmm... Vale, está bien- acepto con una media sonrisa.
- Genial, es...
- El descapotable rojo- acabo su frase; me mira asombrado y sonrío orgullosa.
Abre el coche y entramos.
- ¿Cómo te va con Mindy?- pregunto para evitar silencios incómodos.
- Mmm... voy a cortar con ella, pero no lo cuentes- responde.
-¿Porqué, ha pasado algo?
- No soy feliz; simplemente no puedo estar con ella sin que no tenga ataques de celos.
- Om... Pues... lo siento, supongo.
- No es nada; sólo no lo cuentes, ¿vale?
- Claro, una tumba.
- Gracias.
- De nada.
- ¿Cómo vas tú?
- Sigo viva.
- Me sirve- sonríe; nos miramos a los ojos unos largos segundos y se detiene frente a mi casa, salgo del coche.
- Gracias por acercarme.
- Nada. Sigue viva, ¿vale?
- Vale- digo entre risas.
- Ven a casa mañana a las siete y media.
- ¿Me llevas?
- Tienes que seguir viva, al menos hasta que llegue el verano.
- Está bien. Adiós.
- Adiós, Dana.
Le miro fijamente y se marcha en dirección este por mi calle.
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Cosas Que Pasan
Novela JuvenilUn grupo de cinco amigos, escapan de su pequeño pueblo y se refugian en el bosque de las afueras en un granero. Unos días más tarde de su llegada; dos de ellos vuelven al pueblo con la intención de conseguir suficientes provisiones para unos días má...