Soy taaaan perfecta

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Despierto; otra vez mi hermano llorando a las seis de la mañana. En días como hoy, es una suerte porque me levanta de la cama y hace que no tenga sueño en un periquete. Salgo de mi habitación y entro en la suya, le encuentro llorando amargamente abrazado a su peluche de Mickey Mouse; sonrío con ternura, es el mejor monstruo que podría haberse colado en mi vida, me siento en su cama y le acojo en mi regazo; se abraza con fuerza a mí.
- Nana, hay una luz que no me deja dormir- confiesa aún llorando; acaricio sus rizos castaños.
- ¿Dónde está esa luz?- pregunto; él señala su cabeza y me mira a los ojos.
- Sácala de mis sueños, Nana- me pide atemorizado; beso su cabeza con dulzura y le abrazo, él apoya su cabeza en mi pecho y comienza a respirar algo más tranquilo; sonrío.
- Había una vez un niño que volaba- empiezo a relatar mientras le acuno entre mis brazos, es la única forma de sacar esa luz de su mente- El niño, sabía que podía volar alto alto pero no lo intentaba nunca, el niño tenía miedo...- continuo narrado; de pronto escucho su leve y profunda respiración- Dulces sueños, mi pequeño monstruo de las galletas- le susurro al oído antes de besarle por última vez en la frente y arroparlo con la manta. Salgo de su cuarto en silencio.
Entro en mi habitación y comienzo a prepararme para ir a las clases, sobre las ocho menos cuarto mi primo Cameron aparecerá por el patio y comenzará a tirar piedras a mi ventana con la intención de que baje y salgamos en dirección al instituto.
La primera piedra hace su sonora presencia a las ocho menos veinte; recojo todos los libros del escritorio y los meto en la maleta sin orden ni cuidado, "Oh, soy taaaan perfecta" pienso riendo al recordar qué es lo que opinan mis compañeros de clase; bajo las escaleras en tropel y, a mitad de camino, subo de nuevo a por mi estuche, "En serio, me encanto, soy genial" digo mentalmente; esta vez me siento en la barandilla de las escaleras y me deslizo por ella hasta llegar al suelo; corro a por algo de merendar y salgo de allí cerrando lo más suave posible. Cameron sonríe y agita mi flequillo rizado como si yo fuese un niño de siete años, le miro con el ceño fruncido, sabe lo poco que me gusta eso, paro frente a su coche y me peino con los dedos.
- ¿Ya está lista su Majestad Nina?- pregunta entre risas y haciendo una leve reverencia ante mí; resoplo sin que lo note, llevo mis manos al final de la falda y le imito asintiendo. Sonríe- ¿Qué tal peque?- añade empezando a caminar en dirección sur por mi calle, le sigo.
- Mmmmm... bien, supongo- contesto algo mentirosa.
- ¿Por qué supones?- insiste.
- Estoy triste, Cam- confieso sincera; da una patada a una piedra y me mira con interés- Dan... Dan quiere a otra persona- continúo, mirando el suelo; él suspira y le imito.
- Es difícil Nina; eres su mejor amiga y ella no lo ve de otra forma, además, ¿acaso sabe lo que sientes?- comenta pasivo; niego con la cabeza- Tienes que decírselo, tal vez pase algo que no esperas- me aconseja con una sonrisa de medio lado; seguimos caminando tranquilamente en silencio- ¿En qué piensas ahora?- pregunta curioso; sonrío, nunca dejará de hacerlo.
- En ella; ahora mismo está sentada junto a la persona que le gusta; seguro que, con él, lo pasa mejor que conmigo- suspiro negativa; rodea con su brazo mis hombros y me mira con una sonrisa.
- Es imposible que, con él, lo pase mejor que contigo;- comenta- es imposible porque, ni siquiera yo, me lo paso mejor con mi novia, quitando algunas cosillas que... ¡Dios!- suelta de pronto; la sirena de la entrada a clases suena a lo lejos, Cam mira la hora en su reloj de muñeca y su expresión cambia a la velocidad de la luz- ¿¡Cómo podemos ir tarde!?, ¡si hemos salido de tu casa a menos cuarto!- se asombra mientras echamos a correr.

Llego con tiempo de sobra para entrar y coger algunas cosas en la taquilla. La cierro y, automáticamente, mis ojos buscan a Dana entre la multitud; pasados diez minutos, sigo sin verla. Veo a mi primo Cam comer a besos el cuello de su novia, la rodea por la cintura con los brazos y, ella a él, por encima de los hombros; me muerdo el labio inferior mentalizando la escena y cambiado a los protagonistas, en mi surrealista cabeza, ella es Dana y yo ocupo el lugar de mi primo, suspiro desanimada; el golpe que me da un alto chico pelirrojo hace salga de mis pensamientos, le miro algo furiosa.
- Lo siento, no te he visto- intenta disculparse; decido no contestar y me marcho de su lado buscando a Dana.
"¿Ese era el chico nuevo?; ¿qué tiene que Mitch adore?; nada de ésto tiene sentido, una se declara lesbiana y ¡hala!, todo el mundo es gay o bi; ¿¡pero qué te he hecho mundo, qué te he hecho!?" pienso por el camino...

Cosas Que PasanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora