Mitch Pov.
No sé qué me ha traído a pasear tres manzanas más lejos de la casa de mi padre escapando en bicicleta, realmente no me importa, sólo sé que huyo de él... Puede que me esconda en aquella casa del árbol que me construyó cuando aún estaba con mamá, cuando aún vivíamos en esa casa acogedora donde me crié como un niño normal, sin ataques de ira repentinos, sin ser un superdotado y sin olvidar mis reacciones confusas venidas de la nada tan rápidamente como las creaba... En efecto mis pedaleos frenéticos me llevan hasta aquella casa; tiro la bici en algún lado cercano al tronco del árbol, no tiene importancia; subo por las escaleras de cuerda y me acurruco en una esquina lejana a la entrada, es mejor que nadie sepa que estoy aquí; cierro los ojos para suprimir las lágrimas.
Oigo a alguien subir energéticamente por la escalera; una sensación de vulnerabilidad me recorre por dentro y se me erizan los pelos de la nuca...; la trampilla de entrada se abre y un flequillo alborotado y pelirrojo asoma por ella; retrocedo algo más, pegándome a la madera de la pared; comienzan a verse unos ojos grandes, azules y curiosos, rastreando cada centímetro de la estancia tras unas gafas con montura de pasta negra; se clavan en mí, esos ojos desconocidos me miran fijamente y alzan las cejas con asombro; poco a poco, descubro al chico que aún me mira al acercarse, sonríe, sonríe mucho... ¿porqué son tan grandes sus pupilas?
- Hola- dice sentándose a mi lado derecho; le miro, es imposible apartar la vista de sus ojos pero es necesario, temo que me roben el alma- Soy Theo Thunder, ¿y tú?- añade con una gran sonrisa; soy incapaz de hablar, cada vez que pronuncia una palabra dirigida hacia mí algo se apodera de mi cuerpo y hace que me quede en blanco...
- Y entonces viene una patata y baila zukulento para nosotros...- se escapa de entre mis labios, inconscientemente; él me mira extrañado y siento cómo la vergüenza me invade, "Tierra trágame, lo merezco" pienso bajando la cabeza; escucho su risa repentina y le miro aún en estado avergonzado.
- Estás loco, tío; me gustas, mucho- susurra entre risas; "¿Debo tomarme eso en serio?, ¿¡qué ha sido eso que acabo de sentir por culpa de sus palabras!?, ¿qué me está pasando?, ¿porqué me va el corazón a mil por hora?, ¿porqué siento cosquillas en el estómago?, ¿porqué quiero besarle?... ¿¡quiero besarle!?... Dios... sí, sí que quiero... ¡pero no le conozco!, soy sumamente idiota... ¡Espera!, ¿ésto me hace gay?, ¿soy gay?, ¿me gustan los tíos?; claaaro, ahora entiendo porqué nunca me enamoré de una chica; ¿y porqué no quiero que Dana hable con Jasper?, ¿tengo celos?, ¿celos de Dana?; ¡oh, no puede ser, eso no está bien!" hablo conmigo mentalmente; para cuando me doy cuenta, Theo está sentado frente a mí y me mira distraído mientras converso en mi cabeza. Sonríe - Creo que las conversaciones son de dos personas, no de uno consigo mismo- murmura tranquilo cuando ve que le presto atención a su presencia; sonrío acalorado y siento su mano entre mi pelo, recuerdo cuando mi madre lo hacía hasta que me dormía entre sus brazos a los siete años; miro sus ojos fijamente, me encanta- Aún no me has dicho tu nombre- comenta bajando su mano por mi rostro con una dulce caricia y deteniéndola cerca de mi oreja; sonrío, ahora mismo tengo anestiados los sentidos, la mente en blanco.
- Em.... Mitch... Mitch Woodgate... Creo- balbuceo entre dientes; él me sonríe de nuevo.
- Está bien; como no estás seguro de tu nombre, te llamaré Patata, ¿vale?- susurra a modo de secreto; asiento tímidamente y recibo una última caricia de sus dedos- ¿Qué hacías aquí escondido?- pregunta curioso; veo su mano apoyada en el suelo y comienzo a extrañarla ligeramente.
- Esconderme- contesto bajando la vista. Sonríe con ironía.
- ¿De quién?- continúa investigando; le miro.
- No me gusta hablar de él- musito serio; siento de nuevo su mano en mi pelo.
- Entonces no hablaremos de él. ¿Huyes?- susurra; asiento- ¿Sueles venir aquí?- insiste.
- Esta casa era mía, luego, mis padres se separaron y, ahora, vivo a tres manzanas de aquí; sólo tengo buenos recuerdos de cuando vivíamos todos juntos y merendábamos aquí arriba, por eso vengo- confieso triste; nos miramos fijamente a los ojos y sonríe.
- Me acabo de mudar aquí, puedes venir cuando quieras; avisa y no estarás sólo- ofrece tranquilo mientras continúa jugando con mi pelo entre sus dedos; un escalofrío me recorre la espalda y, asustado, quita automáticamente su mano de mi cabeza- Lo siento, yo...- se disculpa avergonzado, mirando hacia el suelo.
- No... por favor... a mí... me gusta que lo hagas- admito cortado; me mira a los ojos en silencio, durante unos segundos que se me hacen eternos y, entonces, sonríe, sonríe de manera traviesa y a la vez calmada... Quiero comerme a besos esa sonrisa...
- En serio, estás loco- murmura llevando de nuevo su mano a mi pelo; cierro los ojos, sentir sus dedos me tranquiliza, aún así el corazón me late a mil por hora cada vez que nos miramos; ya no importa que pueda robarme el alma mediante su mirada, pasaría horas sólo mirándole, horas enteras callado por sólo mirarle...
- ¿Thunder?- pregunto en un estado de tranquilidad desconocido, aún con los ojos cerrados; siento que se acerca a mí un poco más.
- ¿Sí?- susurra cerca de mi oído; sonrío atontado.
- ¿Puedo venir a estudiar algunos días?- insisto; suspira pasivo.
- Esperaba que dijeses eso- admite; la felicidad me invade por completo y, él, lo sabe, puede notarlo. Han pasado unos minutos, no hemos vuelto ha hablar; estamos bien callados, él juega con mi pelo y, yo, imagino con los ojos cerrados cómo sería besarle...
- Patata- susurra; sonrío, me encanta ese mote, es... cariñoso- Patata, ¿te gustaría ayudarme con mi habitación?; me refiero a subir, desembalar cajas y luego organizarlo todo; ¿quieres ayudarme?- comenta; abro los ojos y miro los suyos, asiento con una sonrisa alegre- Vamos, no quiero que llegues demasiado tarde y te castiguen- dice entonces, dejando de acariciarme y levantándose del suelo de la cabaña con dirección a la trampilla de salida; suspiro y le sigo.
Bajamos y encuentra mi bici tirada en medio del camino; tan sólo me mira un segundo y, luego, sonríe sin darle mucha importancia. Entramos a la casa.
- Mi habitación era la más grande, tenía un techado de cristal que me dejaba mirar las estrellas cuando no podía dormir- susurro con una indirecta; me sonríe.
- Esa es mi nueva habitación- me informa alegre; sonrío y subimos las escaleras rápidamente, entramos. No está muy cambiada, el techo aún es de cristal y las paredes aún son azules... por lo demás... hay algunas cajas sueltas, muchas estanterías, algunos muebles, la cama y tres lámparas de suelo. Le miró impresionado y suelta una corta carcajada.
- La mayoría son libros; no te preocupes por lo otro, es menos de lo que crees- reconoce risueño; asiento y empezamos con la instalación.Me quito la camiseta; no creo que le importe pero todo es culpa del ajetreo de subir y bajar muebles, mover o no moverlos; se queda un rato mirándome, como si mi cuerpo fuese de otro mundo y, sin que me lo espere, me imita.
- Pensé que nunca lo harías y tendría que dejarme puesta la mía- sonríe despreocupado; sonrío y me toco el pelo confuso, le miro discretamente y sigo a lo mío, pensando.Nos tiramos a la cama agotados, mirándonos el uno al otro; el sudor perla su frente pero él sonríe feliz, como si no hubiese costado esfuerzo; le devuelvo esa sonrisa y siento sus dedos entre mi pelo otra vez, nunca me cansaré de que lo haga...
- Te acompañaré a casa dentro de poco- suspira soltando mi pelo y bajando su mano; le sigo el recorrido, se ha detenido junto a la mía, casi se rozan, es extraño, quiero tocarla; vuelvo mirar sus ojos azules.
- Thunder... yo...- tartamudeo con la intención de decir algo; me mira atento y se pasa la lengua por los labios lentamente- em... yo...- intento seguir; sonríe.
- No digas nada, todo está bien- susurra interrumpiéndome; me muerdo el labio inferior de forma inconsciente y, entonces, siento sus dedos entrelazándose a los míos con discreción; algo me recorre de arriba abajo, una especie de felicidad extraña que jamás había sentido antes; tengo miedo, en mi mente comienzan a brotar preguntas preocupantes y, sin embargo, él parece tan calmado, tan tranquilo..., como si no le importase el resto del mundo- ¿Quieres marcharte ya?- pregunta un poco triste.
- No; estoy bien aquí, contigo, así como estamos ahora- contesto en un susurro; él sonríe alegre y sus ojos se iluminan, cierro los míos para relajarme, aún tengo desbocado el corazón... Siento sus dedos enredados en mi pelo y sonrío, creo que nunca antes me habian hecho sonreír tantas veces.
- ¿Porqué sonríes?- me dice al oído; su cuerpo y el mío ahora están más cercanos, aún no suelta mis dedos...
- Sonrío por tu culpa- admito; "Eso ha sido idota" pienso de pronto, se ríe.
- ¿Por mi culpa?, llevas sonriendo así media tarde- comenta riendo; me encojo de hombros.
- Siempre ha sido tu culpa, eres malo- murmuro travieso; vuelvo a escuchar su risa.
- Me gusta que sonrías, que sonrías así, de la nada- reconoce tímido; abro los ojos y le miro fijamente.
- Mis sonrisas no vienen de la nada, las creas tú- confieso aparentemente tranquilo; "Oh Dios, ¿¡qué acaba de pasar!?, Dios vaya pupilas, ¡son inmensas!" digo en mi cabeza, sus pupilas han crecido en un segundo y él se muerde el labio con bastante fuerza, como si eso pudiera evitar algo- ¿Thunder, pasa algo?- pregunto preocupado; sus ojos se abren mucho y los clava en los míos, sigo mirándole con preocupación- Thunder, ¿en qué piensas?- insisto chasqueando los dedos frente a su rostro; vuelve en sí por fin, agita su cabeza y me mira de nuevo.
- Yo...- mira su reloj de pared- Será mejor que te acompañe ya a tu casa- corta de repente; algo en mi se funde en tristeza, aún así, los dos nos levantamos, él me pasa la camiseta, se pone la suya y salimos de allí casi corriendo.
Cojo mi bici y camino con ella al lado; él no ha vuelto ha hablar en ese rato y... me gusta hablar con él.
- ¿He hecho algo mal?- pregunto desanimado; me mira.
- No, ha sido más bien... mi culpa- reconoce tranquilo.
- ¿Porqué, qué has hecho?- insisto algo perdido.
- Yo nada, mi mente sí- responde mirando el suelo.
- ¿Quieres hablarlo?- me intereso mirándole; niega con la cabeza- Está bien, entonces no hablaremos de ello- soluciono repitiendo una de sus frases; sonríe.
- Estás loco, tío- dice entre risas; sonrío y me detengo frente a una puerta- ¿Es aquí?- pregunta; asiento y sonríe- Hasta mañana entonces- susurra acariciando mi mejilla por última vez en el día.
- Hasta mañana- suspiro triste al ver cómo se aleja...
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Cosas Que Pasan
Novela JuvenilUn grupo de cinco amigos, escapan de su pequeño pueblo y se refugian en el bosque de las afueras en un granero. Unos días más tarde de su llegada; dos de ellos vuelven al pueblo con la intención de conseguir suficientes provisiones para unos días má...