Secuestrados

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Mitch pov.

Lloro en silencio; las lágrimas resbalan por mis mejillas y caen sobre la piel de Thunder. Estamos en un sitio oscuro; he mirado la hora en su reloj, son las doce de la mañana pero parece ser de noche; tengo su cabeza apoyada en mi pecho, está inconsciente, algo así como dormido; soy incapaz de dejar de llorar, duele demasiado pasar por esto, duele demasiado tener que verle medio muerto y duele demasiado que sea la única persona a la que quiero en este mundo y vaya a morir... Le quiero conmigo, esto es difícil; sus ojos azules duermen, su tez ha palidecido, sus labios ya no son rojos y su respiración es lenta y costosa; acaricio una de sus mejillas, me encanta acriciarle...
- Thunder, todo va a estar bien, ¿me oyes?- susurro a su oído; suspiro, no reacciona. Cojo su mano, no puedo evitar las lagrimas; está sentado en mi regazo y yo en el suelo de lo que parece una especie de sótano o cueva con paredes y puerta de barrotes- Shhh... Tranquilo, escucha el sonido de mi corazón; va rápido, ¿verdad?,- comento acunándole con suavidad- es por tu culpa- añado con una pequeña sonrisa- Sí, mi amor, todo es tu culpa- murmuro levantando su rostro hacia mí y acercándome a su boca lentamente hasta besarla con dulzura- Te quiero. Saldremos de aquí- prometo en un suspiro; siento su mano apretando la mía débilmente y le miro, abre un poco sus ojos para mirarme.
- ¿Me has llamado "mi amor", Patata?- pregunta travieso; suelto una pequeña risa y le acaricio.
- Es lo que eres: mi amor- confieso sonriente.
- ¿Dónde estamos?, ¿qué pasa?- susurra con la voz ronca; miro a mi alrededor.
- Nos han secuestrado, te han dado con un bate en la cabeza y estabas inconsciente- relato haciendo un breve resumen; se lleva la mano a la cabeza, se toca con suavidad, pone una mueca de dolor y, al regresar la mano, tiene las yemas cubiertas en su sangre; las mira extrañado, se marea y se desvanece en mis brazos- Thunder, no. Despierta. Vamos, despierta, cuéntame historias de la granja- digo intentando que abra de nuevo los ojos- Por favor, Thunder, hazlo por mí; no te mueras. Te quiero. Vamos, vuelve conmigo, no me dejes solo- suplico volviendo a romper en lágrimas, abrazándole- Eres la única cosa buena que me ha pasado, te necesito- lloro junto a su oído, desconsolado.

Aquí las horas pasan, solo pasan y se burlan de ser eternas, de tenernos encerrados en su lentitud. Thunder despierta y me mira asustado, sonrío como si nada.
- Hola de nuevo- saludo fingiendo calma con una sonrisa.
- ¿Qué ha pasado?, ¿dónde estamos?- pregunta perdido; una lágrima resbala de mi ojos y cae en su camisa, me mira fijamente- ¿Qué es lo que he olvidado?- insiste con el miedo llameando en su mirada.
- Por suerte, todo- sentencio acariciándole con ternura.
- Lo último que recuerdo es a nosotros, en mi habitación, con el pestillo echado, tumbados en la cama, haciendo lo que más te gusta hacer cuando estamos juntos- susurra con una media sonrisa al recordarlo; sonrío levemente.
- Besándonos- añado rodeando su cuerpo con mis brazos para que no caiga.
- No tengo fuerzas, ¿qué ha pasado?- repite secándome las lágrimas.
- Íbamos a entrar en el granero cuando alguien te ha golpeado la cabeza con un bate y te has caído al suelo inconsciente, corrí hacia ti pero el señor que te había dado amenazó con acabar de matarte si yo no entraba en su furgoneta; le dije que no te dejaría ahí y te cogió en brazos y te metió conmigo en la furgoneta- confieso tristemente; me acaricia.
- Tranquilo, no pasa nada- murmura para consolarme- Tenemos que averiguar que quiere ese hombre y cómo saldremos de aquí, todo va a salir bien- añade tranquilo; asiento y trago saliva.
- No quiero que te pase nada- confieso mirándole a los ojos.
- No me va ha pasar nada, vamos a salir como sea y, después, me pondré bien- dice confiado y con una media sonrisa; suspiro, asiento y se acerca para besarme, realmente necesito su boca en la mía, haciendo su efecto anestésico... Apoyo mi frente en la suya y me acaricia la mejilla con cariño.
- Os traigo la comida- informa la voz de una niña pequeña; miramos hacia el otro lado de las rejas, una niña de unos diez años, rubia y con un camisón de flores, sostiene sonríente dos bandejas con comida y agua; Thunder y yo nos miramos, le ayudo a sentarse bien apoyado en la pared y me levanto a por lo que la niña nos ofrece.
- Muchas gracias- susurro, seguro de que la niña está aquí sin permiso; ella ladea la cabeza y me mira detenidamente- ¿Pasa algo?- pregunto interesado; mira en todas direcciones asustada.
- ¡Adiós, no debía estar aquí, será mejor que me marche!- susurra atemorizada antes de salir corriendo; me siento extrañado junto a Thunder y dejo una de las bandejas en su regazo.

Cosas Que PasanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora