Nuevo Comienzo

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Habían pasado dos meses desde la muerte de mis padres, la aldea estaba recuperándose poco a poco, el Tercer Hokage volvió a tomar el mando, mi hermano estaba creciendo sano y salvo en el hospital de la aldea y yo... Yo vivía en el barrio Uchiha, con Fugaku-sama para ser precisa, ordenes del Hokage, eran muy amables pero sus miradas escupían lastima. Las odiaba.

Me había alejado de todos, solo salía de mi habitación para ir a ver a Naruto, apenas comía nada, tenia pesadillas que me impedían dormir. Mi vida era un desastre.

Quería volver a ver a mis padres, quería tener la estruendosa risa de mamá, la sonrisa nerviosa de papá... Quería volver a mi casa, quería dejar de soñar con ellos siendo atravesados por el Kyubi, quiero no pensar en que toda la aldea odia a mi hermano por ser un Jinchuriki... ¿Por qué dolía tanto? Mi pecho siempre dolía, el nudo en mi garganta jamás se iba a pesar de que bebiera mucha agua. No había ido a entrenar, no había visto a Itachi aunque vivíamos en la misma casa, a Shisui ni a Hiro-sensei; claro que habían venido a verme pero yo los rechazaba o fingía no estar en casa. No quería ver a nadie, solo quería ver a mi madre gritándome por escabullirme con galletas y a mi padre sonriendo nervioso sabiendo que sería regañado por ayudarme en mis travesuras ¿Era mucho pedir? ¡¿Tanto costaba que me regresarán a mis padres?!

-¿___-chan? Te traje un poco de comida-oí murmurar a Mikoto, no conteste- Cariño, se que estás mal pero...

-¡Deja de hacer berrinches!oí gruñir a Fugaku-Tus padres murieron , sí, es una tragedia pero eres un shinobi, levántate y sigue adelante

-¡Fugaku!-regaño su mujer

Abrí la puerta dejando ver mi terrible estado. Mi piel estaba prácticamente pegada a los huesos, tenía ojeras, lagrimas secas, mis ojos ardían, estaban rojos y seguramente hinchados. Mikoto cubrió su boca al verme y Fugaku palideció.

-Gracias-tome la comida y volví a encerrarme

Comencé a comer sin ganas, masticando con pereza; al terminar me recosté dispuesta a dormir pero algo me dijo que debía ir a ver a mi hermano. Salí por la ventana y me escabullí hasta la habitación de los infantes, camine hasta mi hermano y lo tome en brazos.

-Hola Naruto-una sonrisa sincera creció en mi rostro-¿Cómo estás, mi amor? Perdóname que no viniera en unos días pero no he estado bien... extraño a nuestros padres-mordí mi labio dejando correr las lagrimas-Estoy siendo una pésima hermana, lo siento cariño-lo estruje contra mi pecho- Saldremos de esta, lo prometo-mi hermanito despertó llorando-No, no mi amor, no llores-besé su frente y el pequeño rubio dejo de llorar- Yo voy a criarte, te protegeré así como le prometí a mamá y papá... ¡Nadie te lastimará y quien lo intente morirá!-levante levemente la mirada con la furia en mis ojos- Es una promesa, Naruto.

-Una promesa muy seria para una niña, ¿no crees, ___-chan?-mire al hombre-¡Hola!

-¿Qué quiere, Hiro-sensei?-respondí acostando a mi hermano quien comenzó a llorar en cuanto lo solté-No me iré amor, aquí estoy.

-Te ayudaré-lo mire sin entender-¿Quieres ser fuerte, no?-asentí-Te entrenaré especialmente a ti

-¿Cuál es el truco?

-No hay truco pero creo que lo necesitas, tu apariencia parece la de un vagabundo-me sonroje- Te ayudaré a ser fuerte para que protejas a Naruto-kun.

-Vale, acepto-caminé con él 

Hiro-sensei me ayudo a entrenar durante tres años, había progresado mucho en el taijutsu, nunca fue mi fuerte en realidad. Shisui e Itachi también me ayudaron mucho haciendo a nuestro equipo mucho más fuerte. Ya teníamos misiones nivel C y solo una B, había sido muy divertido y fácil. 

El Legado del Cuarto Hokage {Itachi y tú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora