Quien cuida de mí

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Después de correr rápidamente para llegar a Sasori me percaté de que cerca de donde me encontraba estaba Neji peleando contra mi jutsu de trampa, si me veía se crearía un caos pues mi clon estaba con Kankuro. Utilice un jutsu de transformación tomando la forma de una joven de piel pálida, cabello castaño hasta la cintura y ojos verde olivo, mi atuendo era el de siempre claro que no se veía gracias a la túnica de los Akatsuki, la cinta de mi aldea era la de Amegakure.

Me detuve mirando al castaño quien se percató de mi presencia y me miró atentamente. Antes de que dijera algo seguí mi camino para buscar a Sasori.

-Lo siento Neji, pero aun debo tenerlos entretenidos...

Cuando llegué a donde se suponía que estaba Sasori me sorprendió ver a Sakura peleando contra el pelirrojo, pude ver que saco una jeringa y se la entregó a la vieja a su lado <¿Un antídoto? > Tenía sentido llevar uno encima si su enemigo era Sasori pero ¿Quién preparó el antídoto? Sakura era lista y hábil pero la creía incapaz de hacer un antídoto tan complejo, entonces recordé que mi clon estaba en Suna, seguramente ella se lo había dado.

Me sorprendió ver a Sasori fuera de Hiruko ya que no solía andar así pero como le había dicho a él Sakura y la anciana no eran unas kunoichis a las que se debía subestimar. Había decidido permanecer oculta observando la pelea, Sasori era realmente talentoso pero... < Si tan solo conocieran lo amable que eres... >. Sasori me había demostrado muchas veces que pese a ser una marioneta tenía su corazón, uno raro pero corazón al final.

~Flashback~

Llevaba casi un año como miembro de los Akatsuki y en ese poco tiempo había adoptado la costumbre de que todos los sábados en la noche me quedaba en el estudio de marionetas de Sasori viéndolo trabajar, a veces leía novelas de romance, incluso había leído "Icha Icha" y había terminado por disfrutarlo. Me gustaba estar en compañía del marionetista, solía usar de pretexto que le llevaría café solo para poder estar en un lugar donde el ruido y desorden de Tobi y Deidara no llegaban, Sasori me hacía sentir bien el estar con él.

El estudio de Sasori era amplio y tenía un agradable olor, la iluminación era escasa pero le agradaba pues daba un toque muy cálido. Sasori trabajaba en su nueva marioneta con agilidad y elegancia, su semblante serio que en aquel momento estaba tan concentrado en aplicar el veneno a cada pieza < Es fascinante... > Me encontraba sentada en un pequeño sofá largo color rojo, era viejo y olía como todo en aquel lugar con un toque de café; dejé el libro que estaba leyendo en la pequeña mesita que Sasori había acomodado con una lámpara únicamente para que pudiera leer mientras estaba con él, tomé la taza de café de la misma mesita y bebí un poco sin quitarle la vista de encima. Me puse de pie dejando mi bebida y caminé hasta estar detrás de él, con la vista fija en sus manos trabajar me pare detrás de él, sin darme cuenta una de mis manos estaba apoyada en su hombro mientras la otra se enredaba entre los suaves cabellos del pelirrojo dando un suave masaje.

-Lo siento..-me detuve al ver que mis acciones detuvieron las del pelirrojo

-No te detengas...-susurro

Continué acariciando su pelo hasta notar que había cerrado los ojos, estiré la mano desocupada hasta una pequeña pieza de su marioneta, tenía una textura suave y me gustaba, era un trabajo perfecto el que hacía Sasori con sus marionetas. Sentí como apretaba algo accidentalmente y una pequeña cuchilla envenenada se disparó contando mi dedo de forma profunda, me alejé de un brinco chillando < ¡Mierda, mierda, mierda! > Comencé a buscar apresuradamente algo con que detener el sangrado hasta que me percaté de que Sasori había atrapado mi dedo entre sus manos y se encontraba chupandolo para retirar el veneno, me sonroje de inmediato.

El Legado del Cuarto Hokage {Itachi y tú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora