Daniel.
¿Cómo le dices a tu hermana pequeña que el hombre que lleva cuidándonos diez años, es vuestro abuelo? Y que no tenías ni idea. Y que tu madre se enfadó con él porque se fue a un viaje y dejó a su familia sola durante tres años. Y que encima, ese hombre nunca os ha dicho nada. Y que posiblemente sea por eso que nunca nos había sacado del internado, porque somos sus... nietos.
Me puse la chaqueta del traje y terminé de quitarme la corbata. El mismo señor que antes nos abrió la puerta para salir del coche, nos la abrió para entrar.
El chófer arrancó cuando los tres nos habíamos acomodado.
-¿Te importa explicarme de qué coño va todo esto?- preguntó Ana seria. Sabía que era capaz de leer a las personas, de saber qué estaban pensando, y a mí el primero así que evité su mirada pero no sirvió de nada. -¿Daniel?-
Miré a Iván señalándole al conductor.
-Ha firmado un contrato de fidelidad, no puede decir nada de lo que escuche en este coche, ¿no es así, amigo?- preguntó al chófer sonriente.
-Cierto, señorito Iván.-
Iván se acomodó en su asiento.
-Y yo no diré nada...- dijo.
-Es sobre ...- Ana me miraba un poco separada del asiento, por el hueco me miraba Iván.- Don Carlos...es nuestro abuelo-
-¿Lo has oído?- preguntó mi hermana con los ojos abiertos.
-¿Lo sabías?- le reproché.
-¿Qué? No.- Negó con la cabeza.- Me lo ha dicho... ¿Jonás?-
-A mí también...- dije razonándolo.
Es increíble lo que una mirada puede llegar a transmitir. Ana me agarró la mano entrelazando sus dedos con los míos y apretando fuerte. Sentí como me tranquilizaba, abrí la ventana y una fría brisa me golpeó las mejillas. Inspiré todo ese aire y cerré otra vez la ventana. Iván miraba por la ventana al lado contrario al que miraba yo. Y vi a Ana.
Me quedé mirando a mi niña pequeña, mi princesita. Tenía apoyada la cabeza en mi hombro y los ojos cerrados. Su mano no soltaba la mía por lo que supuse que estaba despierta. Parte de su pelo le tapaba la cara, no me moví para no molestarla, pero Iván acercó su mano lentamente y le apartó el pelo.
Se lo agradecí con una sola mirada.
La mano de Ana empezaba a aflojarse, pero no estaba dormida, solo quería que lo pensara.
-No diré nada, puedes estar tranquilo.- Dijo Iván sincero.
-Gracias, por todo.-
-No he hecho nada.- Concluyó.
-Yo creo que sí...- Sonreí y me devolvió la sonrisa.
-¿De verdad no teníais ni idea?-
-Todavía estoy recapacitándolo. Todo es muy raro.- Suspiré. Iván no apartaba su mirada, parecía interesarle. – No creo que mi madre fuera capaz de esconder algo así. Es decir, sabíamos que no estaba muerto ni nada de eso, pero no decirnos, ni presentarnos a nuestro abuelo... aunque no estoy seguro de que sea cierto. - Él miró a sus zapatos pero luego me devolvió la mirada.
-¿Por qué se supone que os lo ocultó?-
-Según Jonás, mi abuelo se fue de viaje, a Ana no se lo ha querido decir, pero cree que es porque le fue infiel a mi abuela y mi madre nunca se lo perdonó. Todo ocurrió poco después de que naciera Ana.- Los músculos de la mandíbula de Iván se tensaron, respiró hondo.
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Guárdame el secreto.
Jugendliteratur-Tardaría más yo en enamorarme de ti que tú de mí.- Dije acercándome a ella. Estábamos a pocos centímetros uno del otro. -¿Quieres apostar?- me contestó retándome. -Te apuesto veinte euros a que en dos semanas te tengo comiendo de la palma de mi ma...