Daniel.
Esa mañana me desperté pronto con Jorge y Marco para salir a correr.
En el desayuno vi a Ana, María, y sus amigos bastante raros. Rodrigo y Sergio hablaban en susurros mirando a la puerta, Ana miraba a su vaso de leche dándole vueltas sin ganas, María me miraba con una expresión difícil de adivinar, Paula conversaba con Adrián, el resto no estaba.
-¿Qué miras?- preguntó Jorge siguiendo mi mirada.
-Ahora vengo, tengo que hablar con Ana.- Dije levantándome.
Ana no me vio ir hacia ellos y cuando la puse una mano en el hombro se sobresaltó.
-¿Qué habéis hecho?- pregunté a toda la mesa lo suficientemente alto para que solo me escucharan ellos.
-Nada.- Contestó Rodrigo.
-Llevo años viéndoos, se nota cuando habéis hecho algo o lo acabáis de hacer. En defensa no nos enseñan a disimular...- Todos me sostenían la mirada con una expresión indescifrable. -¿No me lo vais a decir? ¿Ana?-
-Nada, no te preocupes.-
-¡Sois unos cabrones!- Entró gritando Rafael. Tenía el pelo azul celeste. Todo el comedor se reía a carcajadas, pero él se lo dijo a la mesa en la que estaba sentada mi hermana.
-¿Nada?- pregunté susurrando a Ana. –Veamos como salís de esta solitos.-
-Que no hemos sido nosotros, te lo juro.- Me susurró agarrándome de la manga.
La creí.
-¿Qué es lo que habéis hecho?- Insistí viendo como Rafael se iba acercando rápidamente.
-Beber un poco, nada más.-
Asentí con la cabeza.
-Habéis sido vosotros, malditos...- Gruñó Rafael amenazando a toda la mesa. –No soportáis que Sofía esté conmigo, la queréis solo para vosotros. Pues os jodéis, porque la tengo enamorada.-
-No lo dudo...- dijo Rodrigo. –Con ese color de pelo eres todo un icono de la moda, enamorarías a cualquiera.- Sergio se rió por lo bajo y chocaron las manos.
Rafael se abalanzó sobre el cogiéndole de la camisa, Rodrigo se levantó justo en ese momento, al igual que toda la mesa, que estaban dispuestos a tener otra pelea.
-No tienes ninguna prueba porque no hemos sido nosotros. – Dijo Adrián.
-Cállate empollón.-
-Prefiero ser un empollón a un gañán.- Varios de los presentes habían abierto la boca para defenderle pero no les dio tiempo.
-¿A quién llamas tú gañán?- Soltó a Rodrigo y se acercó a Adrián.
-¿De verdad crees que puedes con siete personas?- preguntó Paula.
-¿De verdad crees que soy tan idiota como para estar solo?-
Alrededor de la mesa estaban sus amigos, ridículo. Marco y Jorge se habían acercado y estaban dentro sin darse cuenta.
Siempre acaban metidos en mis peleas.
-Eres un cobarde.- Dijo Ana, que ya estaba tardando en hablar.
-No es cobardía, niña. Es sensatez.- le contestó.
-Piérdete.- Le ordenó Sergio. –No puedes asegurar que hayamos sido nosotros, pero cuando lo hagas, quiero ver las pruebas.-
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Guárdame el secreto.
Ficção Adolescente-Tardaría más yo en enamorarme de ti que tú de mí.- Dije acercándome a ella. Estábamos a pocos centímetros uno del otro. -¿Quieres apostar?- me contestó retándome. -Te apuesto veinte euros a que en dos semanas te tengo comiendo de la palma de mi ma...