Iván.
El lunes nada más despertarme fui al despacho de don Carlos que me esperaba en su despacho.
-Hola, -saludé a su secretaría, -¿está don Carlos?-
-Acaba de salir a ver a una alumna a la enfermería. Puedes encontrarle ahí.- Me contestó con una enorme sonrisa.
-Gracias.- Dije sonriendo y salí por la puerta.
Llegué a la enfermería y me encontré de frente con don Carlos.
-Buenos días, don Carlos.- Le saludé.
-Iván.- Dijo serio.
A la cabeza me vinieron imágenes de Ana en mis brazos cuando la llevaba por los pasillos, yo dormido en las sillas que teníamos detrás...
-¿Cómo esta Ana?- le pregunté.
-Bien. Solo fue un golpe. Fuerte, pero solo un golpe. Hoy asistirá a clase.-
Al acabar de hablar salió Ana por la puerta. Llevaba el uniforme y una coleta.
-¿Cómo estás?- le pregunté.
-¿De verdad te importa?- respondió con los brazos cruzados sobre su pecho.
-Sí.- Contesté asintiendo.
Claro que me importa.
-Estoy genial, gracias.- Contestó educadamente.
Don Carlos carraspeó.
-Me encanta que os llevéis tan bien, porque ya sé cuál será tu castigo...- dijo mirándome pasándonos un brazo por detrás a cada uno.
-¿Estás castigado?- preguntó Ana.
La miré con una ceja arqueada y las palmas de las manos hacia arriba.
-¿Y ese corte?- me preguntó señalándome el labio.
-¿De verdad te importa?- la pregunté.
Puso los ojos en blanco.
Don Carlos volvió a carraspear.
-Tu castigo, -dijo,-deberás acompañar a Ana durante todo el día.
-No.- Dijimos los dos a la vez frenando.
-Sí.- Dijo el director.
Ana y yo nos quedamos mirándonos, aparté la mirada y caminé hacia el director.
-Eso no es un castigo.- Le dije.
-No, en todo caso, el castigo sería para mí. –Dijo ella.- Y no he hecho nada.- Se quejó.
-¿Cómo que el castigo sería para ti? Don Carlos, oblígueme a lo que sea, menos a pasar todo un día con ella. Por favor.-
-¿Pero tú eres tonto?- preguntó ella- Te quejarás.-
-Ana, no insultes,- dijo el director señalándola, -y tú, Iván, no digas eso. Si os veo a alguno de los dos sin el otro al lado, tendréis un problema. Me voy, no os separéis.- Nos advirtió.
Caminó por el pasillo y desapareció al cruzar la esquina. Parecía disfrutar con lo que acababa de hacer, y yo no entendía del todo la finalidad del castigo.
-Cuéntame por qué te han castigado.- Me dijo Ana caminando.
-Porque me cogió la policía.- Dije encogiéndome de hombros.
Llamó al ascensor. Y me quedé mirándola con las cejas juntas.
-Me ha dejado don Carlos.- Dijo señalando el ascensor.–¿Me vas a contar lo de tu corte o no?- Dijo entrando en el ascensor.
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Guárdame el secreto.
Teen Fiction-Tardaría más yo en enamorarme de ti que tú de mí.- Dije acercándome a ella. Estábamos a pocos centímetros uno del otro. -¿Quieres apostar?- me contestó retándome. -Te apuesto veinte euros a que en dos semanas te tengo comiendo de la palma de mi ma...