CAPÍTULO 20:

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Iván.

El lunes nada más despertarme fui al despacho de don Carlos que me esperaba en su despacho.

-Hola, -saludé a su secretaría, -¿está don Carlos?-

-Acaba de salir a ver a una alumna a la enfermería. Puedes encontrarle ahí.- Me contestó con una enorme sonrisa.

-Gracias.- Dije sonriendo y salí por la puerta.

Llegué a la enfermería y me encontré de frente con don Carlos.

-Buenos días, don Carlos.- Le saludé.

-Iván.- Dijo serio.

A la cabeza me vinieron imágenes de Ana en mis brazos cuando la llevaba por los pasillos, yo dormido en las sillas que teníamos detrás...

-¿Cómo esta Ana?- le pregunté.

-Bien. Solo fue un golpe. Fuerte, pero solo un golpe. Hoy asistirá a clase.-

Al acabar de hablar salió Ana por la puerta. Llevaba el uniforme y una coleta.

-¿Cómo estás?- le pregunté.

-¿De verdad te importa?- respondió con los brazos cruzados sobre su pecho.

-Sí.- Contesté asintiendo.

Claro que me importa.

-Estoy genial, gracias.- Contestó educadamente.

Don Carlos carraspeó.

-Me encanta que os llevéis tan bien, porque ya sé cuál será tu castigo...- dijo mirándome pasándonos un brazo por detrás a cada uno.

-¿Estás castigado?- preguntó Ana.

La miré con una ceja arqueada y las palmas de las manos hacia arriba.

-¿Y ese corte?- me preguntó señalándome el labio.

-¿De verdad te importa?- la pregunté.

Puso los ojos en blanco.

Don Carlos volvió a carraspear.

-Tu castigo, -dijo,-deberás acompañar a Ana durante todo el día.

-No.- Dijimos los dos a la vez frenando.

-Sí.- Dijo el director.

Ana y yo nos quedamos mirándonos, aparté la mirada y caminé hacia el director.

-Eso no es un castigo.- Le dije.

-No, en todo caso, el castigo sería para mí. –Dijo ella.- Y no he hecho nada.- Se quejó.

-¿Cómo que el castigo sería para ti? Don Carlos, oblígueme a lo que sea, menos a pasar todo un día con ella. Por favor.-

-¿Pero tú eres tonto?- preguntó ella- Te quejarás.-

-Ana, no insultes,- dijo el director señalándola, -y tú, Iván, no digas eso. Si os veo a alguno de los dos sin el otro al lado, tendréis un problema. Me voy, no os separéis.- Nos advirtió.

Caminó por el pasillo y desapareció al cruzar la esquina. Parecía disfrutar con lo que acababa de hacer, y yo no entendía del todo la finalidad del castigo.

-Cuéntame por qué te han castigado.- Me dijo Ana caminando.

-Porque me cogió la policía.- Dije encogiéndome de hombros.

Llamó al ascensor. Y me quedé mirándola con las cejas juntas.

-Me ha dejado don Carlos.- Dijo señalando el ascensor.–¿Me vas a contar lo de tu corte o no?- Dijo entrando en el ascensor.

Guárdame el secreto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora