Ana.
-¡Ana!- gritó en un susurro detrás de mí.
Oír su voz revolucionó todo mi sistema nervioso, y no pude evitar la sonrisa de mi cara.
Me giré y le vi justo delante de mí.
-Iván.-Saludé sonriente.
Él también sonreía.
-Bueno y... ¿ahora qué?- preguntó.
-¿Cómo que ahora qué?
Sentí cómo mi corazón se aceleraba, y más cuando le vi mirarme los labios.
Deseaba ese beso tanto como yo.
-Pues... ya sabes...
-No sé...- Dije recorriendo todo el espacio que nos separaba.
Sin dudarlo, se lanzó y posó sus labios en los míos.
Le besé como si no hubiera mañana, llevaba deseándolo demasiado tiempo.
Se me escapó una sonrisa, y él la imitó, y volvió a besarme.
Un beso dulce, sensual, sincero, eléctrico... indescriptible.
Me acordé de una canción que me encantaba, "Besos que esconder", ese sí era un beso digno de esconder, un beso que era nuestro, de nadie más.
Me encantaba cómo besaba, me encantaba cómo me miraba, me encantaba cómo sonreía, me encantaba cómo me cuidaba... Ese niño me encantaba, y ya no podía negarlo.
Al separarnos, nos miramos tímidos.
-Bueno, yo...- Empezó a decir.
-Sí, yo también. Luego nos vemos. Dije alejándome.
Asintió.
Me giré y comencé a andar, pero al mirar para atrás, él seguía quieto, mirándome.
Al verme, se giró rascándose la nuca y caminó hacia el otro lado.
Qué bien besaba.
Mientras recordaba su beso, me crucé con Dani.
-Ya ni saludas...- le dije.
-Perdona, enana.- Dijo levantando la cabeza del libro.
-¿Examen?
-Mañana...- Dijo con gesto de fastidio.
-Te saldrá bien, como siempre...-
-Eso espero...- Dijo sonriendo. –Oye, he estado hablando con don... el abuelo, de lo que haré después de selectividad, porque no puedo seguir aquí, claro está.- Dijo atropelladamente.
-¿Y dónde vas a ir?- pregunté mirándolo a los ojos, preocupada.
Nunca lo habíamos pensado.
-Me ha dicho que puedo quedarme a vivir en casa, la nuestra. Él pagará mis estudios y todo lo que necesite, pero viviré solo.-
-¿En casa? ¿Dónde estuvo María escondida?- pregunté con las cejas levantadas.
-Sí... ya está superado, además, habría más seguridad, y si tú quieres, cambiamos algunos muebles, eliminamos todo lo que quede del tiempo que estuvo ahí María... la haremos nuestra.- Dijo con una ilusión alucinante.
-¿Nuestra?- pregunté con miedo a la respuesta.
-Sí, bueno... - Se acarició la parte de atrás del cuello y miró al suelo. Luego me miró a los ojos. -¿Te quieres venir a vivir conmigo, Ana?-
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Guárdame el secreto.
Teen Fiction-Tardaría más yo en enamorarme de ti que tú de mí.- Dije acercándome a ella. Estábamos a pocos centímetros uno del otro. -¿Quieres apostar?- me contestó retándome. -Te apuesto veinte euros a que en dos semanas te tengo comiendo de la palma de mi ma...