CAPÍTULO 9:

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Iván.

-Despierta, Iván- escuché la voz de Adrián, abrí los ojos y le vi vistiéndose en su cama.

-¿Pero qué haces?-

-¿Prepararme para ir a clase?-

Qué pereza...

Me levanté despacio, me dolía un poco la espalda.

-¿Tienes agujetas?- preguntó.

-Creo que sí, un poco. ¿Tú?- Adrián asintió mientras se ponía de pie. Todavía no se había puesto la camiseta y observé en su abdomen una marca roja.

-¿Qué clase de entrenamiento es ese?- preguntó. ¿Y por qué no van todos los alumnos?

-¿Es de lo de ayer?- pregunté señalándole el abdomen ignorando su pregunta.

Negó con la cabeza.

-¿De qué es?-

-De la semana pasada- se colocó la camisa y el jersey rápidamente.- Un grupo de tíos fueron diciendo cosas de ti, y como soy idiota, me metí con ellos. Fue un cuatro contra uno.-

Me levanté de golpe.

-Tú eres idiota.-

-Tú lo dijiste, hay que defender a la familia, ¿no? Pues ya esta.- Me apartó de su lado para hacer la cama.- Tú has dado la cara muchas veces por mí, cuando me llamaban friki o empollón... ya me tocaba a mí.- Dijo sonriente.

-Tú eres idiota.- Repetí haciendo una pausa entre cada palabra.

Decidí cambiar de tema.

-Creo que es una clase de defensa personal, eso me dijo mamá.- Empecé a ponerme el uniforme, era bastante más elegante que el de mi anterior colegio. –Irán solo los idiotas que necesiten defender a su hermano...- Conseguí hacerle reír.

-Buena respuesta.- Se giró a mirarme.- ¿Hoy empieza el castigo por lo de ayer?-

-Joder...- se me había olvidado, -¿Porqué te metiste en la pelea?- pregunté interesado.

-Por dos razones: la primera, eres mi hermano; la segunda, porque siempre que peleamos juntos ganamos, y quería partirle la cara a ese gilipollas.- Contestó Adrián.

-Eso son tres razones.- Le corregí. Se encogió de hombros.

En el desayuno Paula nos hizo un gesto para que nos sentáramos con ellos.

-Buenos días, princesa.- Le susurré a Ana en el oído. Tiró la taza con cacao que se esparció por toda la mesa.

-¡Joder!- gritó, todos nos reímos a carcajadas. –¿Algún día dejarás de ser tan estúpido?- Me preguntó mientras limpiaba la mesa.

-¿Algún día dejarás de ser tan estirada?- Le pregunté mientras me sentaba.

-Cuando yo sea estirada, tú serás un galán.-

-Gracias por lo que toca.- La vi suspirar y apretar los puños. –No te enfades, princesa. No es tú culpa destrozar todos los momentos románticos...-

Me miró a los ojos, enfadada, se levantó y se fue.

-Vamos, Ana. No te enfades...- le dijeron sus amigos. Pero hizo caso omiso.

-Tranquilo, tiene un mal día.- Dijo Sergio que seguía riendo.

-Pues el día solo acaba de empezar...-

No la vi en las clases de la mañana. Al preguntarles a sus amigos por ella con la excusa de pedirla perdón cambiaron de tema.

Ana.

Guárdame el secreto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora