María.
-¿Ha sonado la puerta?- preguntó Ana.
Paré a escuchar.
-Creo que no.-
Se tapó la boca con un dedo para que me callara.
Sonaron unos golpes.
-¿Quién es?- preguntó.
Nadie contestó.
Me acerqué a abrir la puerta.
No había nadie.
-Espera, no cierres.- Dijo Ana corriendo hacia mí.
-¿Qué te pasa?-
Se agachó y recogió un ramo de rosas del suelo.
Me miró y me las colocó en la mano.
-No quiero saber qué pone en esa carta...- Dijo saliendo por la puerta.-Te veo abajo.-
Asentí.
Rosas rojas.
Mis flores preferidas.
No soy original con las cartas, ni lo seré nunca.
La sonrisa me delata al verte caminar por el pasillo.
Y siento decirte, que la curva de tu sonrisa, es la única que me importa.
No quiero estar así contigo, siento no haber hablado contigo, no haber confiado en ti.
Creo que te quiero María.
Dani
.Ocho rosas rojas.
El ocho de agosto me dijo que estaba enamorado de mí y nos dimos nuestro primer beso.
Estaba enamorada de él. Lo admitían la sonrisa que tenía al leer la carta y las lágrimas que caían por mis mejillas.
-Quizás yo también le quiero...- susurré contenta.
Ana.
-Que bonitas las flores, me han gustado mucho.- Dije a Dani susurrando.
-Qué tonta eres, Ana.- Dijo riendo.
-Hola.- Saludé a los otros dos chicos.
-Hola.- Dijo Marco sonriendo.
Jorge solo levantó la cabeza.
-¿Cómo las has conseguido?- pregunté intrigada.
-Jorge.- Dijo Daniel señalándole.
Al ser nombrado levantó la vista, y me sonrió.
-¿Han gustado?- preguntó Daniel.
-¿A María? Supongo que sí. Ahora te dirá.- Dije señalándola.
Estaba entrando por la puerta y la saludé con la mano para que viniera hacia nosotros.
-Te quejarás de novio, guapa.- Dijo Jorge al verla llegar.
María miró a Dani y le señaló la puerta.
-Se te ha olvidado el libro de química.- Dijo tendiéndome el libro.
-Gracias...- Dije sin saber qué decir.
Apretó los labios y se fue a la mesa en la que estaban los demás.
-¿Qué acaba de pasar?- preguntó Jorge.
-¿Dani...?-
-Gracias por las flores.- Dijo a Jorge con un golpe en el hombro.
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Guárdame el secreto.
Teen Fiction-Tardaría más yo en enamorarme de ti que tú de mí.- Dije acercándome a ella. Estábamos a pocos centímetros uno del otro. -¿Quieres apostar?- me contestó retándome. -Te apuesto veinte euros a que en dos semanas te tengo comiendo de la palma de mi ma...
