Daniel.
-Buenos días.- Me dijo María dándome un beso.
-Buenos son...- le di otro beso.
-Qué guapo estás hoy...-
¿Qué coño está pasando?
-¿Qué quieres?- le pregunté con las cejas muy juntas.
-Que vengas a una fiesta esta noche conmigo...- suspiré.- También vendrá Ana.-
-¿Has convencido a mi hermana para que vaya a una fiesta de niños ricos?-
-Más o menos... bueno, en realidad...- se mordió el labio.- Me tienes que ayudar a convencerla.- Dijo deprisa.
-Y una mierda.-
-Por favor, quiero que vengas... - Me miró con los ojos fijos en los míos y el labio inferior mordido.- Así no me emparejarán con nadie...-
Esa frase fue una punzada en el estómago.
-Si voy,- dio unas palmaditas, contenta, -que no es seguro, -sus cejas se entrecerraron y yo abrí los ojos. –No me dejarás solo ni un segundo-.
-Prometido.- Dijo.
-Y...- Continué. Se tocaba el pelo, nerviosa.- Tendrás que decirle a tus padres que estás conmigo, y que no voy solo como amigo.-
-¿En serio?- preguntó seria.
-Ese es el trato.-
-¿Por qué os gusta tanto a los Montesinos hacer tratos?-
-Será cosa de familia...-
-Prometido también.- Dijo sonriendo. Me acerqué a darla un beso pero puso la mejilla. Se fue corriendo con la falda y su larga melena rubia volando detrás de ella.
-Y no me voy a poner pajarita.- Grité
Ana.
La noche era muy oscura y el coche paró delante de una enorme mansión, la casa de María en la que había pasado algunos veranos. Parecía muy distinta.
-Recordadme cómo me habéis convencido para venir aquí...- pregunté mirando esa enorme mansión.
-Vamos, te encantará.- Dijo María sonriente. Llevaba un vestido rosa pastel largo, unos tacones plateados y el pelo recogido en un moño trenzado.
-Lo dudo...- Ne quejé. Dani se rió.-¿Y tú de qué te ríes? Un hermano no debería hacer sufrir a su hermana...-
-¿Sufrir? A ver qué hermano lleva a su hermana a una fiesta de ricos...- Dijo. Le di un golpe con la cadera en su traje negro, llevaba una corbata que le había elegido María, pese a sus quejas.
-Además, vas guapísima. Seguro que hoy ligas.- Dijo María guiñándome un ojo.
Más que guapa, iba arreglada, mucho más que de costumbre. Llevaba un vestido corto, negro, con falda de vuelo y ajustado por la parte de arriba. Me marcaba la figura, además de parecer más alta gracias a los tacones de María, negros también.
Había una enorme fila de coches negros y limusinas de las que bajaban señoras vestidas con sus mejores galas y señores con traje y corbata.
Patético.
Iván.
-¿Por qué no te has puesto pajarita?-
-He venido, no tientes más a la suerte, mamá.- El coche paró delante de una enorme mansión.
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Guárdame el secreto.
Teen Fiction-Tardaría más yo en enamorarme de ti que tú de mí.- Dije acercándome a ella. Estábamos a pocos centímetros uno del otro. -¿Quieres apostar?- me contestó retándome. -Te apuesto veinte euros a que en dos semanas te tengo comiendo de la palma de mi ma...