CAPÍTULO 11:

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Daniel.

-Buenos días.- Me dijo María dándome un beso.

-Buenos son...- le di otro beso.

-Qué guapo estás hoy...-

¿Qué coño está pasando?

-¿Qué quieres?- le pregunté con las cejas muy juntas.

-Que vengas a una fiesta esta noche conmigo...- suspiré.- También vendrá Ana.-

-¿Has convencido a mi hermana para que vaya a una fiesta de niños ricos?-

-Más o menos... bueno, en realidad...- se mordió el labio.- Me tienes que ayudar a convencerla.- Dijo deprisa.

-Y una mierda.-

-Por favor, quiero que vengas... - Me miró con los ojos fijos en los míos y el labio inferior mordido.- Así no me emparejarán con nadie...-

Esa frase fue una punzada en el estómago.

-Si voy,- dio unas palmaditas, contenta, -que no es seguro, -sus cejas se entrecerraron y yo abrí los ojos. –No me dejarás solo ni un segundo-.

-Prometido.- Dijo.

-Y...- Continué. Se tocaba el pelo, nerviosa.- Tendrás que decirle a tus padres que estás conmigo, y que no voy solo como amigo.-

-¿En serio?- preguntó seria.

-Ese es el trato.-

-¿Por qué os gusta tanto a los Montesinos hacer tratos?-

-Será cosa de familia...-

-Prometido también.- Dijo sonriendo. Me acerqué a darla un beso pero puso la mejilla. Se fue corriendo con la falda y su larga melena rubia volando detrás de ella.

-Y no me voy a poner pajarita.- Grité

Ana.

La noche era muy oscura y el coche paró delante de una enorme mansión, la casa de María en la que había pasado algunos veranos. Parecía muy distinta.

-Recordadme cómo me habéis convencido para venir aquí...- pregunté mirando esa enorme mansión.

-Vamos, te encantará.- Dijo María sonriente. Llevaba un vestido rosa pastel largo, unos tacones plateados y el pelo recogido en un moño trenzado.

-Lo dudo...- Ne quejé. Dani se rió.-¿Y tú de qué te ríes? Un hermano no debería hacer sufrir a su hermana...-

-¿Sufrir? A ver qué hermano lleva a su hermana a una fiesta de ricos...- Dijo. Le di un golpe con la cadera en su traje negro, llevaba una corbata que le había elegido María, pese a sus quejas.

-Además, vas guapísima. Seguro que hoy ligas.- Dijo María guiñándome un ojo.

Más que guapa, iba arreglada, mucho más que de costumbre. Llevaba un vestido corto, negro, con falda de vuelo y ajustado por la parte de arriba. Me marcaba la figura, además de parecer más alta gracias a los tacones de María, negros también.

Había una enorme fila de coches negros y limusinas de las que bajaban señoras vestidas con sus mejores galas y señores con traje y corbata.

Patético.

Iván.

-¿Por qué no te has puesto pajarita?-

-He venido, no tientes más a la suerte, mamá.- El coche paró delante de una enorme mansión.

Guárdame el secreto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora