Iván.
Llegué justo a la puerta de Ana.
No sabía si llamar o no llamar y salir de ahí, opté por la primera.
-¿Qué?- preguntó una débil voz desde el interior.
-Soy... Iván.- Dije mientras abría la puerta.
Al entrar la vi sentada en el suelo detrás de su cama. Tenía los ojos vidriosos y un poco rojos.
-¿Sabes una cosa?- Dijo sin mirarme.- Tengo un problema contigo, a veces, creo que puedo confiar en ti, otras, no te soporto.-
-Sí, a mí me pasa algo parecido.- Dije sentándome a su lado.
Tenía una cajita pequeña con una Torre Eiffel dibujada.
Me quedé mirándola y ella se dio cuenta.
-Son los únicos recuerdos que me quedan de mis padres.- Dijo al darse cuenta de que estaba mirando la caja. –Sé que sueno trágica e insoportable, pero sigo sin ser capaz de hablar de ellos.
-No suenas trágica e insoportable, ¿y por qué los tienes en una caja?-
-¿Dónde quieres que los tenga?- Preguntó arqueando una ceja, por primera vez, parecía realmente perdida.
-Pues no sé... en sitios donde puedas verlos, en las paredes, la mesa... ¿Qué son?-
Abrió la caja y la puso entremedias de los dos.
Eran fotos y papeles.
Sacó una de las fotos. Eran ella, su hermano y sus padres.
Ana estaba en los brazos de su madre, y Dani en los hombros de su padre. Parecían muy felices.
-Esta es la última foto que nos hicimos.-
Se me hizo un nudo en la garganta. Eran tan pequeños...
-Y esta la primera.- Dijo sonriendo.
Ella era recién nacida, su madre estaba tumbada en la cama con un vestido blanco, su padre sonriente, abrazando a su madre, Dani sujetaba al bebé sentado al lado de su madre.
-Son fotos preciosas...- Dije.
Apretó los labios para luego humedecérselos.
-No las voy a colgar en la pared.- Dijo.
-¿Por qué no?-
-Porque es lo único mío que tengo, y no quiero compartirlo. Seré egoísta, pero, no lo voy a hacer.-
-Y si es tuyo, ¿por qué me las has enseñado a mí?- pregunté.
Me miro a los ojos fijamente.
-No lo sé.- Negó con la cabeza.- Supongo que porque ya te he confiado un secreto y no se lo has dicho a nadie.-
-¿Qué secreto?-
-El de mi abuelo.-
María.
Sabía que Ana estaba en la habitación y pensé en ir con ella.
Al llegar la escuché hablando con Iván y decidí no entrar.
-Que tu abuelo sea don Carlos no es algo difícil de esconder...- Dijo Iván.
¿Cómo?
Era mi mejor amiga y había preferido contárselo a Iván, al que acababa de conocer, que a mí.
Sentí un gran hueco en el estómago, e incluso ganas de devolver. Respiré despacio cerrando los ojos.
-No, enserio. Gracias por no contárselo a nadie.- Dijo Ana.
ESTÁS LEYENDO
Guárdame el secreto.
Jugendliteratur-Tardaría más yo en enamorarme de ti que tú de mí.- Dije acercándome a ella. Estábamos a pocos centímetros uno del otro. -¿Quieres apostar?- me contestó retándome. -Te apuesto veinte euros a que en dos semanas te tengo comiendo de la palma de mi ma...