- ¿Cómo te has hecho eso? - Pregunta la enfermera colocando sus puños en sus caderas.
- Yo... No ha sido nada. - Intento quitarle importancia. - Me he peleado. -
- ¿Una pelea? - Alza una ceja, esperando a que continúe con esa historia que Darren me ha hecho aprenderme por si algo como esto pasaba
- Estaba en casa de una amiga y nos pelamos. - Me reacomodo en la cama y una vez más observo la puerta, preguntándome cuando volverá el chico.
- ¿Y cómo terminaste en medio de la carretera? - Recuerdo caerme al suelo, recuerdo estar débil y recuerdo sentir sus brazos agarrarme.
- Después de la pelea me fui. Estaba enfadada y no quería pasar la noche en su casa como teníamos planeado. - Me encojo de hombros mientras flashbacks de lo pasado vienen a mi cabeza.
- ¿Sabes que con casos como este, de peleas, sobre todo cuando hay lesiones, estamos obligados a llamar a la policía? - Su voz suena ahora más grave y su expresión es más sería. Yo me siento aterrada ante tal idea.
- No, por favor. Estoy bien. - La miro suplicante. - Mi padre es abogado, él se encargará. -
- Muy bien, veré lo que puedo hacer. - Saca una libreta de notas y un bolígrafo de su bata y me las da. - Apunta su nombre y su teléfono. -
Con mis manos temblorosas, hago lo que me pide y le devuelvo la libreta. Entonces se va. Paso mis manos por mi pelo y me maldigo a mi misma en silencio, odio mi vida. No puedo evitar pensar en lo que pasará cuando mi padre llegue, lo que pasará cuando salga de aquí y estemos de nuevo a solas en casa. Darren, mamá y yo. La ansiedad y el miedo se apoderan de mí una vez más, no puedo quedarme aquí. Observo las máquinas a las que estoy conectada, sé que si me quito el pulsometro sonará la alarma, tengo que encontrar la forma de apagarla antes de hacerlo.
Lentamente me quito la vía de la mano, rompo el esparadrapo y tiro de la aguja hasta que esta abandona mi piel. La dejo caer en la cama y me levanto. Me acerco a las maquinas y busco cómo apagarlas. Pulso varios botones y en el momento en que la pantalla se apaga, me quito el pulsometro. Busco en la habitación mi ropa, pero como me temía, no está. No tengo zapatos ni nada que ponerme, lo único que veo es la chaqueta de cuero de aquel chico. Sin dudarlo, la cojo y me la pongo, seguidamente me ato el pelo en una cola de caballo y planeo mentalmente mí huida.
- ¿Qué demonios estás haciendo? - Su voz suena de repente haciéndome dar un salto, sorprendida. Me giro para verlo, su mirada y su postura me intimidan. Ahora que lo tengo cerca parece más alto y fuerte.
- Me marcho. - Subo la cremallera de la chaqueta y camino hacia la puerta. Pongo mi mano en el manillar y la entreabro para poder ver el exterior. Él chico la cierra de golpe.
- No te irás a ninguna parte. - Suena enfadado y seguro de sus palabras.
- Debo irme. - Insisto. - Si me quedo... No puedo quedarme. -
- ¿Por qué no? - Hay curiosidad tras sus palabras. Bajo la vista y cierro los ojos intentando retener mis lagrimas.
- ¿Por qué se lo has dicho? - Una vez más me giro para encararlo. - Me dijiste que no lo harías. - Las lágrimas se escapan de mis ojos. - Me has arruinado la vida. - Lo golpeo en el pecho con ambas de mis manos. - Eres un gilipollas. - Lo golpeo de nuevo. - ¿Por qué lo has hecho? - Intento golpearlo de nuevo pero sus manos agarran mis muñecas impidiéndomelo.
Entonces lo abrazo. O me abraza, no lo sé. Tan sólo sé que estoy llorando en su pecho, con sus brazos a mí alrededor, apretándome contra él. Mis manos suben de su cintura a sus hombros y hago un puño con estas en su camiseta. Siento como las uñas se clavan en mis palmas. Necesito sacar esto que llevo dentro, necesito deshacerme de la rabia, del dolor, pero resulta imposible, por mucho que lo intente, nada cambia.
Lentamente me separo del chico y regreso a la cama. Me siento en ella y limpio mis lágrimas. Cojo aire y lo miro. Tengo que irme, pero necesito ayuda. Dudo varias veces antes de hablar, sé que no puedo confiar en él, pero estoy desesperada y necesito intentarlo.
- Ayúdame a salir de aquí. - Suplico. Mi mirada clavada en la suya. - Por favor. Si me quedo... Yo... Tengo miedo. -
- No sobrevivirías ni una noche ahí fuera. - Su voz suena profunda, como si estuviera callando un sentimiento. - Esto no es un juego, Jules. - Mis ojos se abren como paltos al escucharlo decir mi nombre, no creo habérselo dicho. - Si te vas, no tendrás nada. Estarás sola. -
- Ya estoy sola. No tengo nada, tan sólo miedo. - El chico se acerca. - Prefiero estar sola y no tener nada, en la calle, a pasar un minuto más en esa casa. -
- ¡Jules! - La puerta se abre de golpe y Darren camina apurado hacia mí. Me atrapa entre sus brazos y besa mi cabeza. - Nos tenías muy preocupados. -
- Estoy bien. - Se separa y coloca sus manos en mis mejillas, me sonríe como si le importara y se da la vuelta para ver quién más está en la habitación. Su cuerpo se tensa.
- Styles. - Dice con sorpresa y lleno de rabia. El chico parece conocerlo puesto que el reacciona de la misma manera. - ¿Qué haces aquí? - Gruñe acercándose a él antes de volver su mirada hacia mí y la chaqueta que tengo puesta. - Fuera. No quiero volver a verte. No te acerques a ella. - El chico se queda en silencio y me mira por encima del hombro de Darren. - ¡Fuera! - Grita furioso.
Entonces el chico se va sin decir una sola palabra. Yo me quedo de piedra, intentando procesar lo que acaba de pasar. ¿De qué se conocen? ¿Es por eso por lo que él sabía mi nombre? ¿Es por eso por lo que me ha ayudado? ¿Por lo que se ha quedado? Miles de preguntas recorren mi cabeza. Aferro su chaqueta a mi tembloroso cuerpo y observo cada uno de los movimientos de Darren, parece estar nervioso, algo que poca gente consigue. Cuando su mirada vuelve a mí, puedo sentir como mi corazón se detiene. Sé que esto tendrá bruscas consecuencias. Y todo esto es por su culpa, si no hubiera sido por ese tal Styles, todo habría terminado para mí.

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Hold On
ФанфикÉl era un chico solitario que aparentaba no tener sentimientos. Yo pertenecía a una alta clase social, aparentaba ser feliz y perfecta. Pero nada es lo que parece, eso es algo que ambos aprendimos desde el momento en que nuestras vidas se cruzaron...