Busco por tercera vez entre toda mi ropa "lo que más me guste" para ponérmelo, pero cuando lo único que queda en mi maleta son unos calcetines, me doy cuenta de que en realidad no tengo nada que me guste tanto. Toda mi ropa es vieja, bueno, tal vez no sea vieja ni esté en malas condiciones, sino todo lo contrario, todo es prácticamente nuevo, pero es ropa de la Jules de antes, ropa de la Jules de Kensington y la Jules que lloraba si algo no salía cómo tenia planeado, la Jules que no conocía a Harry, la misma que no lo quería, que no se había enamorado de él. La Jules que no se conocía a si misma. Sé que todavía no me conozco a la perfección, pero me conozco lo suficiente como para saber que esta ropa ya no me gusta. Me siento en el suelo entre toda la ropa que he desperdigado, apoyo mis brazos en mis rodillas y mi barbilla en los mismos.
Observo la habitación, sin duda este desastre parece obra de Harry y no mía. Apenas se pueden ver unos centímetros de madera desde donde estoy hasta donde me alcanza la vista. Dejo salir aire de mi boca haciendo ruido con mis labios y observo el armario, el cual si no fuera por mi ropa, estaría casi vacío. Harry apenas ocupa un par de cajones y una única percha en la que tiene una chaqueta de traje negra y una corbata del mismo color. Gateo hasta llegar al armario y abro los cajones, desdoblo varias de sus camisetas y sonrío al encontrar una que me gusta. Es blanca, de los Rolling Stones, creo habérsela visto puesta una vez, aunque no por mucho tiempo, lo cual es una lastima, ya que me pereció que le quedaba muy bien. Me pongo su camiseta y me levanto, me llega casi por debajo del culo. Después recojo mis pantalones vaqueros favoritos y camino descalza hasta la cocina, cojo unas tijeras y los corto por la altura de mis muslos. Después regreso a la habitación, me pongo un cinturón negro y mis botas y una vez lista y satisfecha, me pongo a recoger.
Tras guardar la última pila de ropa en el armario, saco el escaso maquillaje que tengo de uno de mis bolsos y voy al baño. Me pongo mascara de pestañas, los labios en un rojo ligeramente oscuro y un poco de colorete que casi no se nota en mis pómulos. Me miro sintiéndome guapa, sin poder evitar sonreír, me gusta esta Jules. Miro la hora en mi teléfono móvil, tan solo quedan veinte minutos para que llegue Harry, o eso creo, por lo que preparo uno de mis bolsos, él más pequeño, con lo necesario, es decir: mi cartera, mi teléfono, unos pañuelos y el pintalabios rojo para poder retocarme. No se si necesitare retocarme, normalmente mis pintalabios son de colores claros que casi no se notan, pero lo llevaré de todos modos. Por si acaso. Cuelgo el bolso de mi hombro y me siento en él sofá cubierto de plástico del salón. En la mesilla de café hay un paquete de tabaco y un baso con un líquido amarronado y hielo derretido. Por alguna razón compruebo si la cajetilla está vacía, para mi sorpresa todavía tiene un puñado de cigarrillos y un mechero.
Cojo uno de los cigarrillos y lo observo, recordando el primer momento que noté su sabor en la boca de Harry, fue mucho antes de esa noche tan vergonzosa en la que me descubrí delante de él, y como aquella vez, me había gustado. Nunca he encendido un cigarrillo, pero he visto como Harry lo hacía cientos de veces, por lo que no creo que sea tan complicado. Me lo llevo a la boca y enciendo el mechero asomándolo al extremo, lo quemo, pero no funciona, no se enciende. Lo vuelvo intentar, esta vez sorbiendo el aire, y puedo ver como la punta se vuelve roja a medida que absorbo. A funcionado. Me río orgullosa ante un acto tan estúpido y me acomodo en el sofá, estirando mi pierna escayolada sobre la mesa. Minutos después, cuando estoy completamente sumida en mi mente, escucho la puerta cerrarse, seguida de pasos y la figura de Harry aparecer en el salón después de haber comprado la habitación. Lo miro justo cuando tengo el pitillo en la boca y el alza las cejas, sorprendido. Me observa de arriba a abajo y sonríe incrédulo.
- No tienes ni idea de lo que me estás haciendo. - Dice acercándose a mí. Me quita el pitillo de los labios y le da una calada, disfrutándola, después se inclina hacia mí colocando sus manos a cada lado de mi cabeza. - Me cuesta contenerme al verte así. - Expulsa el humo por la nariz y me besa lentamente, atrapando mi labio inferior entre los suyos. - Pero tengo algo planeado, así que, tocarte, tendrá que esperar. - Me mira a los ojos antes de separarse y empezar a caminar. - Por cierto, me gusta tu camiseta. - Me observa por encima del hombro y me guiña un ojo.

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Hold On
FanfictionÉl era un chico solitario que aparentaba no tener sentimientos. Yo pertenecía a una alta clase social, aparentaba ser feliz y perfecta. Pero nada es lo que parece, eso es algo que ambos aprendimos desde el momento en que nuestras vidas se cruzaron...