Hace más de veinte minutos que salimos de Londres, las calles abarrotadas de gente y los altos edificios han desaparecido y han sido sustituidos por fantasmas. Las pinturas en los rotos muros en la entrada de Brixton traen recuerdos a mi memoria, la soledad y un eco sordo son la melodía que acompaña este lugar. Harry detiene su moto frente a una casa sin color, la misma en la que hace unas semanas me abandonó. El motor se apaga pero él no se mueve, permanece inmóvil, con la cabeza entre sus hombros y apretando con fuerza el manillar. No quiero presionarlo, no quiero decir nada, pero sea lo que sea lo que quiere hacer, no puede hacerlo si se queda aquí parado.
Suelto su cintura y subo mis manos por su espalda hasta llegar a sus hombros y los aprieto ligeramente. Él me mira de reojo, no hay emociones en él, no hay nada, ni siquiera vacío. En silencio me bajo de la moto y me coloco a su lado, agarro su brazo y tiro de él para que se mueva. Para mi sorpresa lo hace, se levanta y se acerca a mí, tanto que siento como el aire me es arrebatado de mis pulmones. Me observa y coloca un mechón de pelo detrás de mi oreja, después, se aleja, nunca sin soltar mi mano, y empieza a caminar, forzándome a mí a hacerlo, aunque creo que me he olvidado, pues no doy crédito a lo que está pasando.
Cuando llegamos a la puerta, suelta mi mano y busca en el bolsillo de su chaqueta un llavero. Lentamente la abre, su cuerpo se tensa en cuanto ve el interior. Suspira profundamente y da un paso al frente, nada más entrar, me busca pidiendo consuelo. Me acerco a él y rodeo su brazo con mis manos, abrazándolo. Todo está oscuro, las farolas del exterior iluminan escasas áreas de la habitación. Caminamos por un estrecho pasillo, el suelo cruje con cada paso. Nos detenemos frente a la primera puerta, Harry la abre y entra al tiempo que se libera de mi agarre. Da varios pasos y se dirige al armario y lo abre. Niega con la cabeza y retrocede mientras echa las manos a la cabeza tirando de sus raíces.
- ¡Joder! - Grita furioso dándole una patada a la mesita de noche. Empieza a golpearlo todo a su paso, a ponerlo todo patas arriba hasta que no puede más y cae de rodillas al suelo, llorando. Intento acercarme, pero me rechaza. Me coloco frente a él en la misma posición y aparto las manos de su rostro, su cabeza permanece gacha ocultando su rostro. Tiro de sus manos hacia mí y lo abrazo. - Es culpa mía, ella estaba sola. No debí dejarla. -
Puedo sentir como su cuerpo tiembla entre mis brazos, cómo lucha por dejar de llorar, no quiere que lo vea, no quiere verse a sí mismo de esa manera. Pero los sentimientos son más fuertes que sus propias intenciones, llevaba tanto tiempo reteniéndolo, que ahora no puede parar. Aprieta sus puños en mi sudadera intentando ahogar su furia. Mi mano acaricia su nuca y mis dedos se enredan en sus rizos, con mi otra mano lo mantengo cerca de mí. Lentamente el ruido cesa, sus lágrimas cesan, ya tan sólo se escucha su agitada respiración.
- No tienes por qué hacerlo ahora. - Susurro a centímetros de su rostro. Sus ojos todavía fijos en el suelo. - Podemos venir otro día. - Niega con la cabeza ante mis palabras.
- Déjame solo. - Es lo único que dice. No se mueve, no me mira, no lo veo hablar, tan sólo espera en silencio, perdido en su mente. - Vete. -
En silencio me levanto y salgo de la habitación cerrando la puerta a mis espaldas. Me quedo inmóvil en el oscuro pasillo mientras escucho como él lo destroza todo. Apoyo mi espalda contra la pared y me deslizo hasta tocar el suelo, hay tantas cosas en mi mente en estos momentos, tantas incógnitas. Ojalá Harry fuera más expresivo, tan sólo lo he visto reír un par de veces, y es algo increíble. Ver como se marcan sus hoyuelos y entrecierra los ojos, o como coloca sus manos en su abdomen cuando ya no puede más pero aún así sigue riendo. Su risa es como una droga para mí, y hago lo imposible por volver a escucharla de nuevo.
Dejo salir un suspiro intentando liberar mi mente, y mi cuerpo, pero resulta imposible. Harry ha dejado de dar golpes, ya sólo hay silencio, y ese sonido es ensordecedor. Lo odio. No soporto estar aquí parada pensando en lo que está haciendo, necesito distraerme, hacer cualquier cosa excepto pensar. Me levanto y paseo por la casa, regreso a la entrada y admiro la cantidad de libros que hay en las estanterías, también el abundante numero y variedad de plantas. Cuando ya lo he visto todo, regreso al pasillo, abro la puerta siguiente a la que ya había entrado y veo el baño, después me dirijo a la del fondo, está entreabierta. La empujo y entro.

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Hold On
FanfictionÉl era un chico solitario que aparentaba no tener sentimientos. Yo pertenecía a una alta clase social, aparentaba ser feliz y perfecta. Pero nada es lo que parece, eso es algo que ambos aprendimos desde el momento en que nuestras vidas se cruzaron...