⇝ 7

53 3 1
                                    

Día 2, Tercera hora.

Rubén ahora se encontraba en clase de animación digital.

El salón era distinto a los demás, ya que tal materia necesitaba de ordenadores para ser desarrollada.

Escuchaba atento al adulto de estilo "hipster", dando su clase tranquilamente.

Unos varios minutos después, la puerta fue golpeada levemente. El profesor se levantó de su escritorio y abrió la misma.

- Oh...- Se vio asombrado el pelinegro. Asombrado de buena manera.

Todos los estudiantes estaban concentrados en sus trabajos, pero Rubén prefirió observar la situación. Aunque poco pudo hacer, ya que el docente salió del salón cerrando la puerta tras de sí.

Así que volvió a su trabajo, restándole importancia.

Pocos minutos pasaron hasta que la puerta por fin volvió a abrirse. El castaño siguió concentrado en lo suyo mientras escuchaba al profesor hablar con quien sea que haya tocado la puerta.

- Entonces... quieres tomar asiento junto a algún estudiante?.- Ofreció.
El castaño alzó la mirada y lo primero que vio fue esa verde cabecita curiosear entre los ordenadores.

Ella se encogió de hombros y miró a los adolescentes trabajando. Al conectar miradas con Rubén, él sonrió.

Se sonrojó y miró al profesor para señalarle. El mismo asintió y Garbancín se acercó al chico de ojos avellana con una expresión tierna de nervios y felicidad.

Rubén acercó otra silla al ordenador y ella se sentó a su lado.
Le explicó lo que estaba haciendo, lentamente para que entendiese todo.

Ella sólo asintía y miraba la pantalla, atenta a lo que él decía.
Hasta que hubo un momento de silencio.

- No hablas mucho, cierto?.- Dijo con una tierna sonrisa.
Ella sonrió y volvió su vista a la pantalla.- Cómo es tu nombre?.- Volvió a hablar mientras trabajaba en el ordenador.

Silencio.

- Oye, estás bien?.
Ella asintió recargándose en la silla.
- Entonces quieres decirme tu nombre o...

Se encogió de hombros con una expresión seria.
- No te gusta tu nombre?.- Rió por lo bajo.
Ella lo miró confusa.

- Me llamo Olivia.- Susurró.

Eso hizo tensar el cuerpo del castaño, escuchar su voz por primera vez... su voz profunda y seria, algo dolida y sobre todo tímida.

La miró sonriente.
- Es un hermoso nombre.- Comentó haciéndola sonrojar.
- Gracias.- Subió el tono, algo seria.

El silencio volvió y la clase terminó.

Rubén recogió sus cosas y miró a la pequeña acomodarse.
- Quieres q-que te acompañe a algún lado?.- Musitó nervioso y sonrojado.

Alzó su vista para luego levantarse de la silla y dar unos pasos lejos de él.

La siguió hasta la puerta y se miraron por unos segundos. El profesor salió y los saludó a ambos sonriente.

- Y... a dónde vas a ir?. Qué haces en los recreos?.- Alzó una ceja divertido, colocando sus manos en los bolsillos de su sudadera.

- N-Nada.- Se aferró a los tirantes de su mochila y empezó a caminar con pasos bruscos. Parecía que algo la hubiera ofendido o intimidado.

- Entonces a dónde vas?.- La siguió confuso.
No respondió, sólo siguió caminando por el enorme pasillo lleno de gente.

Estaban pasando cerca del punto de reunión de sus amigos cuando escuchó una risa, una risa que conocía muy bien, la risa de Fransisco.

Se volteó unos segundos para ver a sus amigos obsrevándolo y haciéndole muecas. Soltó una leve risa y se giró nuevamente para buscar a Garbancito.

Al verla, corrió hasta alcanzarla. Tocó su hombro y ella se giró asustada. Sus ojos estaban algo hinchados y brillosos.

La expresión del castaño fue transformándose en una de preocupación.
- Qué te pasa?.- Balbuceó nervioso.

Ella negó y se volteó otra vez, casi corriendo hacia el baño de mujeres.

Se quedó mirándola de brazos abiertos y encogido de hombros. Asombrado y confuso. La observó entrar en el baño, molesta.

Suspiró y se volteó hacia sus amigos, quienes lo interrogaban con sus expresiones.

- No sé qué le pasa, la clase ha estado tan bien...- Bufó sentándose junto a ellos.
- También es el segundo día de clases, piensa que no puedes estar persiguiéndola en plan acosador.- Rió Alejandro.
- Relaja la picha, tío.- Comentó Frank.

Todos soltaron una carcajada.
- En qué clase estábais?.- Preguntó curioso Miguel.
Él subió y bajó sus cejas rápidamente, sonriendo pícaramente. A lo que rieron.
- Animación digital.

Lo miraron confusos.
- Y qué ha-
- No tengo idea, llegó a mitad de clase y el profesor dijo que se siente junto a algún estudiante. Y como podéis comprobaaar...- Rió señalándose a sí mismo, con una sonrisa ganadora.

- A ver, que se te haya acercado no quiere decir que le caigas bien, sabes?.- Lo empujó Fransisco.
- Qué dices?? Si me ama, chaval.
- Buah, tienes razón, se notaba en cómo te miraba antes de salir corriendo.- Intervino Samuel a lo que todos rieron.

- Es que intenté hacerle compañía en el recreo pero no quiso.
- Pues no la sigas si no quiere, no seas pesado.- Alejandro.
- Ya... pero en clase ha estado mejor, no lo sé. Se la veía como... emocionada. Y bueno...- Mordió su labio inferior.- Me ha dicho su nombre.- Alzó sus manos en el aire.

Todos lo miraron sorprendidos y comenzaron a gritarle.
- Ya! Tranquilos, joder!.- Carcajeó el castaño.- Se llama Olivia.- Sonrió.

Todos dejaron que ese nombre invadiera sus mentes. Era un nombre extraño pero lindo, y sonaba bien en ella.

- Cómo es su voz?.- Preguntó fascinado Willy.

Ahora mismo parecían los típicos niños pequeños que quieren escuchar un cuento de magia. Sus ojos brillaban y sus cejas se alzaban mientras que sus bocas se entreabrían por el asombro.

- Dios!! Su voz es... buf!.- Relamió sus labios.

Todos imaginaron su vocecita, susurrándoles cosas bonitas. Su tono tímido y tierno. Igual que la voz de un ángel.

- Y estaba feliz?.- Volvió a preguntar el de ojos rasgados.

Todos lo miraron con esperanzas, pero las sonrisa de Rubén se transformó en una mueca apenada.

- No lo creo... cuando intenté hablarle y conversar parecía nerviosa.- Suspiró.

- Hombre, no es muy normal hablar con otras personas siendo tan tímida como ella.- Se encogió de hombros el más bajito.

- Me sienta mal verla así, parece una buena chica, no entiendo por qué todos la alejan.- Habló Mangel, recordando esa escena de violencia por parte de su ex-novia.

- Y por qué no la integráis al grupo?.- Preguntó Samu.

- Porque no quiere.- Habló serio Rubén.

Se quedaron todos en silencio.

-Tengo una idea.- Murmuro el de gafas. Lo miraron.- Una apuesta.- Los miró divertido.

Asintieron para que contara más.
- 30 euros... al primero que logre hacerla feliz.

- Tío esa es una gilipollez.- Frunció el ceño Alejandro.- Hacer feliz a alguien por dinero? Qué cojones, Mangel?.

- Vale, vale... entonces no. El que la haga feliz primero se lleva... la satisfacción, yo que sé. Nos sentiríamos bien si ella estuviera mejor, pero por hacer la apuesta dije eso.

- Entonces es una especie de competencia?.- Alzó una ceja Samu.
Miguel asintió y todos estuvieron de acuerdo.

Los intentos comenzarían mañana.

Sería una pequeña apuesta entre ellos, involucrando a la hermosa Olivia.

El premio era su felicidad.

O L I V I A.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora